Con la explosión demográfica y la emergencia de nuevos gigantes económicos, el impacto de la humanidad sobre el medioambiente aumenta por días. Hasta tal punto que se percibe el agotamiento de ciertos recursos naturales, renovables y no renovables.
La demografía es implacable: cuantos más somos, más va aumentando la presión que metemos a nuestros recursos naturales. En poco tiempo alcanzaremos los 7.000 millones de habitantes… cada día nacen 200.000 personas que se añaden al total de la población mundial (contando nacimientos y muertes).
Se prevé que en el año 2050 habrá 9.000 millones de habitantes, y ya en 2008 se advertía del impacto ecológico de la humanidad sobre el planeta, que se ha multiplicado por dos en estos últimos 45 años, a razón del crecimiento demográfico y el aumento del consumo individual.
Si tomamos como referencia el año 1963, la producción industrial mundial aumentó de forma excepcional, a pesar de ciertas fluctuaciones debidas a la crisis petrolífera y a las crisis financieras. La tasa de crecimiento a lo largo de estos últimos 25 años ha sido de un 2,9 % de media anual (se ha multiplicado por dos en 25 años). La tasa de crecimiento por habitante, sin embargo, era más lenta por culpa del crecimiento demográfico: sólo 1,3 % por año (se ha multiplicado por dos en 55 años).
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