La fascinante red de comunicación entre árboles: cooperación y supervivencia

  • Los árboles se comunican a través de una red subterránea llamada micorrizas.
  • Los árboles madre juegan un papel vital, nutriendo a los más jóvenes.
  • Además de compartir nutrientes, se alertan mutuamente de peligros.

Comunicación entre árboles

Posiblemente sería toda una sorpresa descubrir que, al igual que muchos animales, los árboles también se comunican entre sí y son capaces de transmitir un legado a las nuevas generaciones. Una fascinante red subterránea conecta los árboles, permitiendo una colaboración entre ellos mucho más compleja de lo que se pensaba. Este fenómeno ha sido demostrado por la profesora Suzanne Simard de la Universidad de Columbia Británica, a través de su trabajo que desafía las suposiciones tradicionales de competencia darwiniana entre organismos. Aunque Charles Darwin asumió que los árboles son organismos individuales que compiten por la supervivencia, tratando de alcanzar más altura y luz, Simard ha demostrado lo contrario. Según su investigación, los árboles sobreviven mejor cuando cooperan y se apoyan mutuamente, compartiendo nutrientes esenciales a través de una red subterránea de hongos conocida como las micorrizas.

El papel de las micorrizas en la comunicación entre los árboles

Red subterránea de micorrizas

Las micorrizas son una red de hongos que se asocian simbióticamente con las raíces de los árboles. A través de esta conexión, los hongos absorben carbohidratos de los árboles, mientras que a su vez proporcionan nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo y agua. Esta interdependencia es clave para la salud de los bosques, ya que el nitrógeno y el carbono son compartidos por esta red, asegurando que todos los árboles del ecosistema reciban los recursos necesarios para mantenerse saludables. La red de micorrizas puede ser comparada con un gigantesco ‘internet’ subterráneo, a menudo llamado la Wood Wide Web, que conecta árboles individuales entre sí y facilita el intercambio de información y recursos. Esta red es tan vasta y eficaz que se ha observado que los árboles más grandes y viejos, conocidos como ‘árboles madre’, actúan como centros neurálgicos de esta red, distribuyendo nutrientes a los árboles más pequeños y jóvenes que necesitan ayuda para crecer.

Árboles madre y su rol crucial en el ecosistema

Simard ha estudiado de manera extensa el papel de los árboles madre. Estos árboles, que suelen tener raíces más profundas y una mayor cantidad de conexiones con la red de micorrizas, son el soporte vital de todo el bosque. Estas conexiones permiten que los árboles madre compartan importantes recursos, como carbono, con las plántulas jóvenes que todavía no son capaces de captar suficiente luz o nutrientes por sí mismas. Un experimento realizado por Simard en Columbia Británica reveló cómo estos árboles madre transfieren carbono etiquetado con isótopos a las plántulas que los rodean, promoviendo su crecimiento y supervivencia. Sorprendentemente, las plántulas aisladas de la red de micorrizas no recibieron estos nutrientes y mostraron una tasa de supervivencia mucho menor. Antes de morir, los árboles madre también aceleran este proceso de transferencia de recursos, asegurándose de que la próxima generación tenga una base sólida para crecer. Este proceso subraya la interdependencia de los árboles dentro del ecosistema del bosque y cómo actúan más como una comunidad cooperativa que como competidores aislados.

El intercambio de señales de alerta entre los árboles

Además de compartir nutrientes, los árboles también utilizan la red de micorrizas para enviarse señales de advertencia en caso de peligro. Cuando un árbol es atacado por insectos o patógenos, puede alertar a sus vecinos a través de estas conexiones subterráneas. Este diálogo químico permite que los árboles cercanos activen sus defensas, como la producción de resinas y compuestos tóxicos, antes de que sean atacados. Por ejemplo, en un experimento controlado, algunos pinos oregón fueron infectados con larvas de insectos, y los árboles conectados por las micorrizas respondieron activando sus sistemas inmunitarios. Curiosamente, los pinos que habían sido aislados de la red de micorrizas no mostraron ninguna respuesta defensiva y quedaron más vulnerables al ataque. Este fenómeno muestra que los árboles no solo actúan individualmente, sino que cooperan para proteger el conjunto del ecosistema, alertándose entre sí de posibles peligros inminentes.

La comunicación aérea: compuestos volátiles

Aunque la red de micorrizas subterránea juega un papel crucial en la comunicación entre los árboles, los árboles también se comunican a través del aire mediante compuestos volátiles orgánicos (COVs). Estos compuestos químicos, como el etileno, son liberados por las hojas y raíces de los árboles cuando están bajo estrés o son atacados por herbívoros. Un ejemplo clásico es el de las acacias africanas, que generan etileno cuando son mordisqueadas por herbívoros como las jirafas. Este compuesto, a su vez, es detectado por otros árboles cercanos, que responden aumentando la producción de taninos, compuestos que hacen que sus hojas sean menos apetecibles e incluso tóxicas para los herbívoros. Esta reacción en cadena permite que los árboles cercanos se preparen para el mismo peligro antes de que llegue. Este tipo de comunicación volátil también juega un papel importante en la atracción de polinizadores y depredadores naturales que se alimentan de los insectos que están atacando a los árboles. De esta manera, los árboles pueden usar a otras especies como parte de su estrategia de defensa, haciendo que el ecosistema sea aún más interconectado.

El impacto del cambio climático en los bosques y su red de comunicación

El cambio climático está afectando de manera drástica a los ecosistemas forestales y, por lo tanto, a las redes de comunicación entre los árboles. El aumento de las temperaturas, la reducción de las precipitaciones y la mayor frecuencia de incendios forestales están alterando la composición de los bosques y su capacidad para regenerarse. Un estudio realizado en la península ibérica reveló que las especies de árboles están migrando hacia zonas más altas y frías para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas. Por ejemplo, los hayedos se están desplazando a cotas más elevadas, mientras que las encinas están siendo reemplazadas por especies más resistentes a la sequía, como las coscojas. Además, el cambio climático también está afectando el ciclo de regeneración de los árboles. La floración se ha adelantado hasta 20 días en algunas zonas, lo que ha desincronizado la relación entre los árboles y los insectos polinizadores. Este desfase podría tener graves consecuencias para la biodiversidad de los bosques en el futuro.

El papel crucial de los bosques en la mitigación del cambio climático

Los bosques no solo son víctimas del cambio climático, sino también una solución crucial para mitigar sus efectos. Los árboles actúan como un sumidero de carbono, absorbiendo grandes cantidades de CO2 de la atmósfera durante la fotosíntesis. Se estima que los árboles a nivel global contienen alrededor de 7.600 millones de toneladas métricas de carbono, lo que equivale a aproximadamente 1,5 veces las emisiones anuales de Estados Unidos. Pero para que los bosques sigan desempeñando este papel vital, es esencial protegerlos de la deforestación y promover su regeneración. La deforestación, en particular, está avanzando a un ritmo alarmante en regiones como el Amazonas, lo cual está poniendo en riesgo la capacidad del planeta para absorber CO2 y regular el clima global. Los bosques también son esenciales para mantener la biodiversidad, ya que albergan aproximadamente el 80% de las especies terrestres del planeta. La pérdida de los bosques no solo contribuye al cambio climático, sino que también amenaza la supervivencia de miles de especies animales y plantas. En resumen, los árboles no son organismos solitarios. Ellos interactúan, cooperan y se ayudan entre sí a través de una red subterránea de micorrizas y a través de señales químicas en el aire. Esta interconexión les permite compartir nutrientes, advertirse de peligros inminentes y colaborar en la defensa del bosque. Sin embargo, las amenazas del cambio climático y la deforestación están poniendo en peligro estos ecosistemas, por lo que es vital reconocer su papel crucial y trabajar para su preservación.


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