En los últimos años, los seres humanos han estado utilizando de manera cada vez más acelerada los recursos naturales del planeta. Esta explotación intensiva se ha traducido en cambios importantes en la estructura de los ecosistemas y el equilibrio ambiental global. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), más de 32.000 especies están en peligro de extinción debido a la actividad humana. Para mitigar este problema y restaurar los ecosistemas, ha surgido el concepto de rewilding, también conocido como resilvestración o renaturalización.
Este artículo profundiza en qué es el rewilding, cuáles son sus objetivos, cómo se lleva a cabo y cuál es su importancia para la conservación, la biodiversidad y la interacción humana con la naturaleza.
Qué es el rewilding

El rewilding es un concepto de conservación a gran escala que tiene como principal objetivo restaurar y proteger áreas naturales mediante la reintroducción de especies clave, la recuperación de procesos ecológicos y la promoción de la conectividad entre áreas que han sido segmentadas o dañadas por la intervención humana. A través de estas acciones, el rewilding busca devolver a los ecosistemas su capacidad de autorregulación y autosuficiencia sin la intervención constante del ser humano.
Originalmente, el término fue acuñado por el ambientalista estadounidense Dave Foreman en la década de 1990, y se centraba inicialmente en la reintroducción de grandes depredadores en las zonas de donde habían sido eliminados, como el caso del lobo en Yellowstone, reintroducido en 1995 para corregir los desequilibrios provocados por la sobrepoblación de alces. Sin embargo, hoy en día el rewilding abarca un enfoque mucho más amplio que busca restablecer la totalidad de los ecosistemas, desde la flora hasta los ciclos hídricos y otros procesos naturales.
El rewilding propone una visión en la que se deja que la naturaleza vuelva a ser salvaje y se autorregule, eliminando las limitaciones humanas. No se trata solo de proteger especies amenazadas, sino también de crear ecosistemas funcionales y resilientes que puedan adaptarse al cambio climático y a otros desafíos ecológicos.
Características principales del rewilding

Entre las características más destacadas del rewilding se encuentran varios enfoques clave que permiten que los ecosistemas recuperen su funcionalidad:
- Reintroducción de especies clave: Uno de los objetivos más importantes del rewilding es la reintroducción de especies nativas que han desaparecido, como depredadores y grandes herbívoros, para restaurar los ciclos ecológicos. Por ejemplo, el regreso de los bisontes en Europa ha demostrado ser fundamental para la restauración de praderas, ya que su pastoreo natural favorece la diversidad de plantas y otros animales.
- Autonomía natural: El rewilding no trata de imponer control sobre los ecosistemas, sino de reducir la intervención humana. Procesos como las inundaciones, incendios o el libre flujo de ríos deben poder producirse de manera natural para que el ecosistema se recupere por sí mismo. La idea es que la intervención humana solo sea necesaria durante las primeras etapas de restauración.
- Conectividad entre hábitats: El rewilding promueve la creación de corredores ecológicos que permitan la libre circulación de especies y la dispersión genética. Esta conectividad es esencial para garantizar la supervivencia a largo plazo de las especies ya que facilita la migración y permite que los animales encuentren nuevos hábitats si su entorno original queda deteriorado.
- Reconectar a los humanos con la naturaleza: Un aspecto intangible pero sumamente importante del rewilding es la conexión emocional entre los seres humanos y su entorno natural. El ecoturismo y la educación ambiental juegan un papel central en la sensibilización y participación de las comunidades locales. Las personas que experimentan los beneficios de un ecosistema restaurado, donde la vida salvaje prospera, tienden a ser más conscientes de la importancia de la conservación.
Bases y enfoque del rewilding

El rewilding se estructura en torno a tres pilares interrelacionados que son fundamentales para el funcionamiento adecuado de los ecosistemas: la complejidad trófica, las perturbaciones naturales y la conectividad. Cada uno de estos pilares permite la restauración ecológica a largo plazo y de manera autónoma.
Complejidad trófica
Los grandes herbívoros y depredadores principales tienen un papel crucial en cualquier ecosistema. La eliminación de depredadores puede llevar al descontrol de las poblaciones de herbívoros, lo que impacta negativamente en la vegetación y, en consecuencia, afecta a otras especies. Restablecer la cadena trófica ayuda a restaurar el equilibrio natural. Un ejemplo de esto es la reintroducción de lobos en Yellowstone, lo cual no solo controló la población de alces, sino que también permitió la regeneración de los bosques ribereños y mejoró los hábitats para una amplia variedad de vida silvestre.
En este sentido, el rewilding también plantea la posibilidad de utilizar la sustitución ecológica, que consiste en introducir una especie que cumpla funciones ecológicas similares a las de una especie extinta en ese entorno. Esto debe realizarse de manera cautelosa, ya que la introducción de especies puede tener consecuencias no deseadas.
Perturbaciones naturales
Los ecosistemas están acostumbrados a ciertos ciclos de perturbaciones que, aunque percibidos como desastrosos, son beneficiosos a largo plazo. Incendios controlados, inundaciones y tormentas son ejemplos de perturbaciones que, en condiciones naturales, ayudan a mantener la biodiversidad y evitar la acumulación de biomasa que puede provocar incendios mayores.
En contraste, la intervención humana ha tendido a suprimir estas perturbaciones, lo que a menudo provoca desastres de mayor escala en el futuro. Permitir que estos fenómenos naturales ocurran puede ayudar a devolver el equilibrio al ecosistema.
Conectividad del rewilding
El aislamiento de las poblaciones biológicas puede ser fatal para la diversidad genética. Las especies necesitan poder moverse entre diferentes ecosistemas para garantizar la supervivencia a largo plazo. Esto es especialmente importante para especies en peligro que necesitan nuevos hábitats donde puedan reproducirse y prosperar.
Una de las soluciones clave del rewilding es la creación de corredores de vida silvestre, que permiten que las especies se desplacen de forma segura entre diferentes áreas protegidas. En Europa, por ejemplo, se han desarrollado corredores para grandes animales como el oso pardo, lo que facilita el intercambio genético entre poblaciones aisladas y ayuda a recuperar hábitats fragmentados.
La conectividad también promueve la resiliencia de los ecosistemas frente al cambio climático, ya que permite que las especies se desplacen a nuevos territorios cuando sus hábitats originales se ven severamente afectados por las alteraciones climáticas.
Ejemplos de rewilding exitoso
Existen diversos casos de éxito donde los esfuerzos de rewilding han transformado áreas degradadas en ecosistemas equilibrados y autosostenibles. A continuación, algunos de los ejemplos más influyentes:
Reintroducción de los lobos en Yellowstone
El Parque Nacional de Yellowstone es quizás el caso más conocido de rewilding. La reintroducción de los lobos en 1995 ayudó a equilibrar la gran cantidad de alces, que, sin depredadores naturales, habían devastado la flora local. Con el tiempo, el regreso de los lobos permitió la regeneración de ríos y bosques, mejorando además los hábitats para otras especies como castores y aves acuáticas.
Delta del Danubio
En Europa, uno de los proyectos más significativos es la restauración del Delta del Danubio, una de las áreas más biodiversas del continente. Gracias a las políticas de rewilding, especies como el pelícano y el visón europeo han regresado en números considerables, lo que ha revitalizado la flora y fauna de este hábitat crucial.
Centro de España y su fauna icónica
En España, iniciativas como la reintroducción del lince ibérico en el Parque Natural de Doñana han ayudado a restaurar ecosistemas clave. Estos esfuerzos han sido exitosos no solo por el aumento de la población del lince, sino porque han regenerado el equilibrio de sus ecosistemas asociados. Otros esfuerzos incluyen el restablecimiento de poblaciones de lobos y quebrantahuesos en el norte del país.
Los retos del rewilding

Aunque el rewilding tiene muchos beneficios tanto para los ecosistemas como para los seres humanos, también presenta desafíos importantes que requieren soluciones cuidadosamente planificadas.
- Conflicto con actividades humanas: Los proyectos de rewilding a menudo chocan con intereses humanos, como la ganadería y la agricultura. Los animales reintroducidos, especialmente depredadores, pueden ser percibidos como una amenaza para el ganado, lo que crea tensiones con los agricultores y ganaderos locales.
- Costes económicos: El rewilding implica una inversión considerable al principio para asegurar la infraestructura adecuada, como la creación de corredores ecológicos y la reintroducción inicial de especies. Sin embargo, a largo plazo, se considera más rentable que la gestión intensiva de áreas protegidas.
- Riesgo de conflicto social: Los grandes animales, como osos y lobos, en ocasiones generan preocupación en las comunidades cercanas a los proyectos de rewilding. Para minimizar estos riesgos, es vital que los programas incluyan medidas para educar a las comunidades locales y fomentar formas de coexistencia pacífica.
El rewilding es un enfoque transformador que tiene el potencial de restaurar ecosistemas y mejorar la calidad de vida tanto de la vida salvaje como de las personas. Si bien existen desafíos, la evidencia de los beneficios y el creciente número de proyectos exitosos alrededor del mundo indican que esta estrategia puede ser una de las claves para combatir la crisis climática y ecológica que enfrentamos.