Permafrost: formación, peligros y consecuencias del deshielo

  • El permafrost cubre el 24% de la superficie terrestre en el hemisferio norte.
  • Su deshielo libera gases de efecto invernadero como CO2 y metano.
  • El deshielo del permafrost también amenaza con liberar bacterias y virus antiguos.

qué es el permafrost

El permafrost es un término crucial cuando se habla de las zonas más frías del planeta y de los impactos del cambio climático en el Ártico, Siberia o incluso en las regiones de alta montaña. También conocido como permahielo, este suelo congelado ha sido motivo de creciente preocupación entre científicos e ingenieros debido al deshielo acelerado que está experimentando en la actualidad. De hecho, se estima que el permafrost cubre alrededor del 24% de la superficie terrestre en el hemisferio norte, con gran parte de este suelo congelado desde la última era glacial.

Este artículo tiene como objetivo explicarte de manera detallada qué es el permafrost y cuáles son sus características, formación, ubicación y los peligros asociados con su descongelación. El permafrost desempeña un papel central en la regulación del clima mundial, al almacenar grandes cantidades de carbono y metano, dos de los gases de efecto invernadero más peligrosos. Sin embargo, su descongelación está liberando estos gases, lo que podría aumentar considerablemente el calentamiento global.

¿Qué es el permafrost?

derretimiento de hielo

El permafrost es una capa de suelo, roca, arena o sedimento que se mantiene congelada durante al menos dos años seguidos, aunque en muchas áreas ha permanecido congelada durante miles de años. Este tipo de suelo cubre una vasta extensión de la superficie terrestre, especialmente en el hemisferio norte, abarcando aproximadamente 23 millones de kilómetros cuadrados. Se encuentra principalmente en zonas como el Ártico siberiano, Alaska, Canadá, Groenlandia y la meseta tibetana.

Este suelo congelado tiene una característica peculiar: su capa superior, conocida como capa activa, se descongela durante los meses más cálidos del año y se vuelve a congelar en invierno. A menudo tiene entre 0,3 y 4 metros de espesor y está compuesta principalmente por materiales orgánicos, como restos de plantas y animales muertos. Cuando la capa activa se descongela, los microorganismos en el suelo comienzan a descomponer la materia orgánica, lo que provoca la liberación de dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4), que son dos gases de efecto invernadero potentes.

Por su capacidad para almacenar grandes cantidades de carbono orgánico, el permafrost juega un rol esencial en la estabilidad climática del planeta. Sin embargo, también representa un riesgo potencial, ya que su descongelación no solo está liberando más gases de efecto invernadero sino que también puede liberar virus y bacterias ancestrales, algunos de los cuales han estado inactivos durante miles de años.

Formación y características del permafrost

suelo congelado

El permafrost se forma en zonas donde las temperaturas permanecen constantemente bajas durante largos períodos de tiempo, normalmente en áreas donde la temperatura media anual es inferior a 0 °C. Estas condiciones permiten que el agua presente en el suelo y en la roca se congele, lo que resulta en un suelo que se mantiene hielo sólido y estable.

Una de las características más preocupantes del permafrost es su capacidad para almacenar grandes cantidades de carbono. Actualmente se estima que este suelo contiene hasta el doble del carbono presente en la atmósfera, lo que lo convierte en un factor clave en el control del cambio climático. El metano, un subproducto de la descongelación, tiene un efecto invernadero 25 veces más potente que el dióxido de carbono, lo que convierte al permafrost en uno de los mayores riesgos para la estabilidad climática global.

Además, el permafrost también representa un riesgo geológico importante. A medida que se descongela, el suelo pierde su estabilidad, lo que puede provocar hundimientos, erosión y el derrumbe de infraestructuras que han sido construidas sobre él, como edificios, carreteras y tuberías. Este problema está afectando principalmente a zonas del Ártico, donde comunidades enteras están viendo cómo sus infraestructuras se hunden.

Otra clasificación importante del permafrost radica en su continuidad o discontinuidad. El permafrost continuo cubre más del 90% del terreno en una región determinada, mientras que el permafrost discontinuo cubre entre un 50% y un 90% de la superficie. También existe el permafrost esporádico, que es visible en zonas más cálidas o de alta montaña.

Consecuencias del deshielo del permafrost

que es el permafros

Las consecuencias del deshielo del permafrost son múltiples y afectan tanto a nivel local como global. A nivel local, el deshielo provoca la inestabilidad del suelo, lo que tiene efectos devastadores en las infraestructuras construidas en Alaska, Siberia y Canadá. Los edificios y carreteras comienzan a fracturarse o incluso a derrumbarse debido a la pérdida de estabilidad del suelo.

Por otro lado, las repercusiones globales son mucho más preocupantes debido a la liberación de gases de efecto invernadero. Durante miles de años, el permafrost ha estado actuando como un sumidero de carbono natural, pero al descongelarse, se convierte en una fuente emisora de carbono, liberando una cantidad considerable al ambiente. Esto agrava los efectos del cambio climático y pone en peligro los esfuerzos internacionales por reducir las emisiones.

Además del carbono, el permafrost también puede liberar contaminantes atrapados como metales pesados, principalmente mercurio. Aún más preocupante es la posibilidad de que antiguos virus y bacterias patógenos, que han estado latentes durante milenios, resurjan y afecten tanto a los humanos como a la fauna local. En 2016, en Siberia hubo un brote de ántrax que afectó a varias personas y cientos de renos, lo que puso de manifiesto la gravedad de estos riesgos.

Impacto en los ecosistemas locales

El deshielo del permafrost está alterando los ecosistemas locales, particularmente en las regiones árticas. La tundra, que cubre gran parte de Siberia y el Ártico, está siendo reemplazada por pantanos y áreas de lodo, lo que afecta la biodiversidad de estas zonas. Animales como los renos, cuyas migraciones estacionales dependen de la estabilidad del suelo congelado, están viendo sus hábitats destruidos. Este desajuste ecológico también tiene repercusiones para las comunidades indígenas que, durante generaciones, han vivido en armonía con estos ecosistemas.

Este tipo de transformaciones en los ecosistemas pueden desencadenar una cascada de efectos. Por ejemplo, la actividad microbiana que se acelera con la descongelación de la capa activa del permafrost podría contribuir aún más a la liberación de gases de efecto invernadero, creando un ciclo de retroalimentación climática difícil de controlar.

Importancia de la conservación del permafrost

permafrost y conservación

Conservar el permafrost es de vital importancia para retrasar el avance del cambio climático. Mantenerlo congelado no solo ayuda a reducir la cantidad de gases de efecto invernadero que se liberan a la atmósfera, sino que también conserva la estabilidad de los ecosistemas árticos. Las zonas árticas reflejan más radiación solar debido a su capa de hielo y nieve, contribuyendo directamente a la regulación térmica del planeta.

Entre los principales beneficios que se derivan de la conservación del permafrost están:

  • Almacenamiento de carbono: Es crucial evitar la liberación de carbono almacenado en el permafrost. Si se descongela, las emisiones globales de CO2 podrían duplicar lo que actualmente se encuentra en la atmósfera.
  • Estabilidad del suelo: La estabilidad de las infraestructuras en las zonas árticas depende de que el permafrost continúe congelado. Descongelarlo pone en riesgo millones de personas y sus hogares.
  • Ecosistemas locales: El permafrost es el hogar y fuente de sustento de muchas especies, incluyendo a los seres humanos en estas regiones frías. Su conservación es clave para evitar el colapso de estos ecosistemas.
  • Prevención de brotes de enfermedades: Además de gases peligrosos, el permafrost podría liberar patógenos antiguos que podrían causar estragos en la salud pública mundial.

Es por ello que la lucha contra el cambio climático debe incluir esfuerzos por mitigar el deshielo del permafrost. Entre otras estrategias, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global y local, así como la conservación de zonas sensibles, puede ayudar a frenar este proceso.

zonas sensibles de permafrost

La ciencia climática está dando pasos importantes para comprender cómo afectan las diferentes formas de deshielo al clima global. Recientes estudios han señalado que el deshielo abrupto y localizado, conocido como termokarst, es particularmente preocupante. Este fenómeno se presenta en cerca del 20% de las regiones de permafrost del hemisferio norte donde el terreno colapsa debido a la descongelación acelerada. Dicho proceso puede liberar grandes cantidades de CO2 que intensifican aún más el cambio climático. En un estudio publicado en Nature Geoscience, se concluyó que las áreas donde el termokarst ha sucedido muestran una liberación de CO2 hasta cinco veces superior a las áreas donde el fenómeno no ha ocurrido.

Si bien aún queda mucho por aprender sobre el impacto global del deshielo del permafrost, se estima que podría contribuir hasta un 40% más de emisiones de CO2 de lo que se había anticipado para finales de siglo.

El calentamiento global ha de ser abordado de manera urgente si queremos salvaguardar el futuro climático de la Tierra. Las decisiones que tomemos hoy sobre cómo mitigar el cambio climático influirán directamente en la rapidez con que descongele el permafrost y, por lo tanto, en cómo se desarrollarán los eventos climáticos extremos en los próximos años.

impacto del descongelamiento del permafrost

Aunque el panorama es preocupante, no todo está perdido. Existen proyectos piloto como el Parque Pleistoceno en Rusia, donde científicos como Sergey Zimov están intentando restaurar ecosistemas árticos mediante la reintroducción de grandes mamíferos como los bisontes, que podrían ayudar a mantener el permafrost intacto. Este tipo de iniciativas, aunque pequeñas, son un ejemplo de lo que podría hacerse a mayor escala para mitigar el deshielo del permafrost.

En definitiva, el destino del permafrost está íntimamente ligado a nuestras acciones para frenar el cambio climático. Cada grado de aumento en la temperatura global acelera su descongelación y convierte al Ártico en una bomba climática que, si no se controla, podría desatar daños irreversibles en el sistema climático del planeta.


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