Las energías renovables son, sin duda, la mejor arma en la lucha contra el cambio climático y la transición hacia un mundo con emisiones de gases de efecto invernadero casi nulas. Estas fuentes limpias de energía no solo son necesarias, sino que también son fundamentales para mejorar la competitividad económica en un contexto global que demanda soluciones sostenibles.
En este sentido, Héctor de Prado, responsable de Clima y Energía de Amigos de la Tierra, ha destacado la urgencia de acelerar los procesos relacionados con la transición energética, ya que el planeta «exige» que actuemos rápido. La gran pregunta es, ¿será posible vivir en un mundo libre de combustibles fósiles?
Nuestro planeta exige actuación
El cambio climático no es una amenaza futura, sino una realidad que ya vivimos. La quema de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo ha generado un aumento en las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, lo que ha derivado en el aumento de la temperatura global.
Las energías renovables, como la solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica, han demostrado ser alternativas viables para reducir las emisiones y desacelerar el calentamiento global. Aunque la inversión inicial en estas tecnologías puede ser alta, el impacto a largo plazo es positivo, no solo desde el aspecto ambiental, sino también desde el punto de vista económico.
Las energías renovables no solo mitigan el cambio climático, sino que también contribuyen a la creación de empleos y al desarrollo económico de las regiones que apuestan por su implementación.
El papel de la ciudadanía y las ciudades
La jornada ‘Energía limpia para Europa: el papel de la ciudadanía y las ciudades’ reunió a expertos europeos y representantes de ayuntamientos españoles para debatir sobre cómo todos podemos contribuir a la transición. Uno de los temas principales fue cómo las ciudades y los ciudadanos deben ser los actores clave en la transición energética.
El Paquete de Invierno de la Unión Europea establece objetivos ambiciosos para que las renovables se conviertan en una parte integral de la matriz energética de las ciudades europeas. Muchas de estas ciudades ya han dado grandes pasos en la adopción de energías limpias, con notables reducciones en sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Cabe destacar que, a pesar de que la legislación europea no es tan rigurosa como podría ser, algunas ciudades han tomado la delantera y están muy por delante en términos de innovación y adopción de tecnologías renovables. Ejemplos como Barcelona, Pamplona y Córdoba demuestran que es posible establecer corporaciones municipales que promuevan la energía limpia a niveles locales.
Cambio en el modelo energético europeo
La transformación de la matriz energética y la migración hacia energías renovables es vital para mitigar el cambio climático. El escenario más optimista proyecta que, para 2050, cerca del 90% de la electricidad mundial será renovable, según la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA). Este cambio no solo es necesario desde el punto de vista climático, sino también para asegurar la independencia energética de muchos países, disminuyendo su dependencia de las importaciones de combustibles fósiles.
Sin embargo, en algunos lugares, como España, el proceso ha sido más lento debido a la falta de políticas más agresivas de incentivo, y los intereses de las grandes industrias del petróleo han frenado este avance. A pesar de esto, cada vez más ciudades y empresas están invirtiendo en tecnologías que permiten la generación y el almacenamiento de energía de fuentes renovables.
En Europa, las grandes ciudades están consiguiendo grandes avances. Las políticas locales son fundamentales para alcanzar los objetivos de sostenibilidad y descarbonización. Las infraestructuras renovables, como los parques eólicos y solares, así como iniciativas para fomentar la movilidad eléctrica, son pioneras en muchas zonas urbanas.
Más energía renovable para nuestro futuro
El futuro de la energía depende de las decisiones que tomamos ahora. La segunda parte de la jornada antes mencionada destacó el rol decisivo que tienen los ciudadanos en la transición a una economía baja en carbono. El informe de Greenpeace y otras organizaciones climáticas, como Rescoop y Eref, establece que más del 50% de la población de la UE podría generar su propia electricidad para 2050 gracias al avance de tecnologías como los paneles solares y las pequeñas turbinas eólicas.
En este ámbito, es crucial garantizar que los sistemas energéticos se descentralicen, lo que permitirá a los ciudadanos involucrarse más en la generación de energía limpia y en la reducción de su propia huella de carbono.
Ciudades como Pamplona ya están implementando políticas de autoconsumo que permiten a los ciudadanos producir su propia energía renovable. Estas políticas deben replicarse en mayor medida, ya que permiten a las comunidades ser autosuficientes y disminuir la dependencia de fuentes contaminantes.
La participación ciudadana en la generación de energía es una de las claves para acelerar la transición hacia un mundo más amigable con el medio ambiente. La adopción de tecnologías eficientes y sostenibles no solo reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también permitirá mejorar la calidad del aire en las ciudades.
Es necesario que tanto los gobiernos locales como la ciudadanía estén alineados en este objetivo, promoviendo no solo la adopción de energías renovables, sino también la mejora de la eficiencia energética en hogares, edificios y transporte público.
El nuevo modelo energético ya está en marcha, y cada vez más gobiernos están tomando medidas para acelerar esta transición.
Un mundo más verde, libre de combustibles fósiles, está al alcance, pero solo si todos trabajamos juntos para lograrlo. Las energías renovables tienen el potencial de transformar nuestras economías, mejorar nuestras infraestructuras y garantizar un futuro más sostenible para las generaciones futuras.