La pobreza energética en Europa: impacto, causas y soluciones estratégicas

  • Entre 50 y 125 millones de europeos sufren pobreza energética, con España y Portugal a la cabeza.
  • La pobreza energética empeora la salud, el bienestar y contribuye al deterioro ambiental.
  • Iniciativas como el Fondo Social para el Clima buscan mitigar la pobreza energética en la UE.

pobreza energética en Europa

Aunque las tecnologías en el ámbito de la energía continúan creciendo día a día, la pobreza energética se ha convertido en un importante problema en Europa. Las energías renovables y la eficiencia energética están más desarrolladas que nunca, sin embargo, aún no se ha logrado combatir completamente este fenómeno. Sin una definición oficial universal, la pobreza energética se refiere a la incapacidad de un hogar para pagar el coste de la energía necesario para satisfacer sus necesidades básicas, como climatización, agua caliente o energía para electrodomésticos.

El desarrollo de energías alternativas ha intentado mitigar el problema, pero, a pesar de los esfuerzos de organizaciones, gobiernos y empresas, se estima que entre 50 y 125 millones de personas en Europa sufren pobreza energética. ¿Cuáles son las consecuencias de este fenómeno y cómo se puede abordar desde un enfoque estructural?

La pobreza energética en Europa

Al hablar de pobreza energética, no solo nos referimos a la imposibilidad de pagar las facturas de electricidad. Este problema afecta también al bienestar de las personas, el medio ambiente y la economía global. De acuerdo con varios estudios, se considera que una familia vive en pobreza energética cuando gasta más del 10% de sus ingresos en calefacción u otros servicios energéticos. Esto se debe a la combinación de tres factores principales: bajos ingresos, altos precios de la energía y baja eficiencia energética de los hogares.

Los hogares más vulnerables son aquellos que generan menos ingresos, generalmente debido al desempleo, empleos mal remunerados o situaciones de precariedad. No obstante, la pobreza energética afecta también a la clase media, en especial cuando los precios de la energía aumentan drásticamente.

En algunos países de Europa, como España y Portugal, alrededor del 20% de los hogares no puede mantener una temperatura adecuada en invierno. Esta cifra duplica la media europea, lo que muestra una clara desigualdad en la distribución de los recursos energéticos. Países como Luxemburgo o Finlandia, en contraste, tienen tasas de pobreza energética de menos del 3% gracias a sus políticas energéticas más eficientes.

Consecuencias sobre la salud y el medio ambiente

pobreza energética en España

El impacto de la pobreza energética puede manifestarse de muchas formas. Las familias que no pueden permitirse una calefacción adecuada durante el invierno, o una refrigeración en verano, ven comprometida su salud física y mental. La pobreza energética está vinculada a un incremento en enfermedades respiratorias, problemas de circulación sanguínea e incluso mortalidad excesiva durante el invierno.

Además, hay una clara relación entre la pobreza energética y el deterioro ambiental. Los hogares mal aislados pueden producir emisiones elevadas de gases de efecto invernadero, ya que consumen más energía de lo necesario para proporcionar calefacción o refrigeración adecuadas. En Europa, se estima que los edificios residenciales emiten un tercio del total de las emisiones de CO2. Mejorar la eficiencia energética en los hogares podría reducir significativamente estas cifras.

Medidas para combatir la pobreza energética

A lo largo de los últimos años, la Unión Europea ha intensificado sus esfuerzos para abordar la pobreza energética a nivel continental. En 2019, con el paquete ‘Energía limpia para todos los europeos’, se introdujeron medidas específicas para proteger a los consumidores vulnerables y combatir la pobreza energética a través de planes nacionales de energía y clima.

Además, la Estrategia ‘Oleada de Renovación’ del 2020 tiene como uno de sus principales objetivos reducir la pobreza energética mediante la renovación de edificios menos eficientes. La idea es duplicar la tasa de renovación de edificios, con un enfoque prioritario en aquellos con las peores condiciones energéticas. Se estima que mejorar el aislamiento térmico podría reducir en un 50% el gasto energético de los hogares más vulnerables.

En octubre de 2021, la Comisión Europea introdujo un conjunto de medidas adicionales para lidiar con el aumento de los precios energéticos, como ayudas directas a los consumidores y empresas para aliviar el peso de las facturas energéticas.

Más recientemente, en 2024, se aprobó el Fondo Social para el Clima en la UE, el cual movilizará más de 86.700 millones de euros para financiar medidas que ayuden a aliviar el coste energético en los hogares más vulnerables. Este fondo será clave para ayudar a los Estados miembro en la ejecución de planes de mejora de las condiciones energéticas, especialmente en relación con la calefacción y la tarificación del carbono para el transporte.

Iniciativas y ayuda internacional

La colaboración internacional también juega un papel crucial. Schneider Electric, en asociación con la ONG Ashoka, ha puesto en marcha el programa ‘Social Innovation to Tackle Fuel Poverty’, con el objetivo de identificar y apoyar propuestas innovadoras que combatan la pobreza energética a través del emprendimiento social.

Este tipo de iniciativas son clave para encontrar soluciones sostenibles, como la instalación de sistemas de energía renovable, la mejora del aislamiento térmico en las viviendas y la promoción de la eficiencia energética en electrodomésticos.

Recogida de datos y seguimiento

pobreza energética en Europa

La recolección de datos es un pilar fundamental en la lucha contra la pobreza energética. Para poder implementar políticas eficaces, es importante conocer las áreas donde el problema es más grave. Países como España y Portugal destacan como los más afectados, lo que ha llevado a la introducción de políticas sociales específicas, como el bono social energético, que ofrece descuentos para los hogares más vulnerables.

Sin embargo, la medición de la pobreza energética es compleja, ya que no solo depende de los gastos energéticos en sí, sino también del contexto socioeconómico. Los gobiernos han comenzado a implementar diferentes métricas, algunas basadas en el gasto en energía en relación con los ingresos, y otras en la percepción subjetiva de los hogares sobre la temperatura adecuada en sus viviendas.

El Centro de Asesoramiento sobre Pobreza Energética de la UE ha desarrollado herramientas como el EPAH ATLAS, una plataforma online que permite a las autoridades locales acceder a datos y ejemplos de buenas prácticas en toda Europa, lo que facilita la coordinación de esfuerzos a nivel regional y local.

Las administraciones locales son clave en este proceso, ya que pueden implementar medidas adaptadas a las particularidades de cada territorio, como la mejora de infraestructuras, reformas energéticas o programas de sensibilización y formación en eficiencia energética.

A pesar de todos estos esfuerzos, la lucha contra la pobreza energética sigue siendo un gran reto, tanto por la variabilidad de factores que la causan como por la desigualdad en las condiciones energéticas entre países.

A lo largo de la última década, la pobreza energética ha afectado a millones de europeos, tanto en países con climas fríos como en aquellos con veranos extremadamente calurosos. El objetivo de reducir las emisiones de carbono y, al mismo tiempo, garantizar que las personas más vulnerables puedan acceder a una fuente de energía asequible, sigue siendo una batalla no solo social, sino también medioambiental.


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