El aprovechamiento de residuos para la generación de energía renovable es una de las bases del desarrollo sostenible en la actualidad. Una de las tecnologías más prometedoras es la producción de biogás, un gas renovable que se obtiene a partir de la fermentación de la materia orgánica en condiciones anaeróbicas. Este proceso no solo proporciona energía limpia, sino que además ayuda a reducir la cantidad de residuos que generan las industrias alimentarias.
Un excelente ejemplo de esta tecnología es la planta piloto de depuración de aguas residuales y producción de biogás desarrollada en el marco del proyecto LIFE WOGAnMBR. Este proyecto tiene como objetivo generar biogás a partir de residuos orgánicos industriales, como los generados por la producción de croquetas congeladas y patatas fritas.
¿Cómo se genera biogás a partir de residuos alimentarios?
El biogás se obtiene mediante un proceso llamado digestión anaeróbica, donde microorganismos descomponen los residuos orgánicos en un ambiente sin oxígeno. En las industrias alimentarias, estos residuos son abundantes y pueden incluir desde restos de alimentos hasta grasas y aceites generados durante el procesamiento.
La planta piloto desarrollada en el proyecto WOGAnMBR utiliza tecnología AnMBR (Membrana Bio Reactor Anaeróbico), lo que permite un tratamiento eficiente de las aguas residuales cargadas de materia orgánica. El biogás obtenido a partir de este proceso puede ser utilizado como fuente de energía para las mismas plantas industriales, reduciendo su dependencia de combustibles fósiles.
Casos de éxito en la industria alimentaria
La tecnología AnMBR ha sido aplicada exitosamente en varias industrias, como la fábrica de alimentos congelados Eurofrits, situada en Pozuelo de Alarcón (Madrid), y en la planta de Matutano en Burgos. Estas empresas han logrado aprovechar los residuos generados en sus procesos de producción para generar biogás que luego utilizan para el consumo interno de sus fábricas.
Además de reducir la producción de fangos y generar biogás, esta tecnología también permite la filtración de agua de alta calidad, la cual puede reutilizarse para el riego. De esta manera, las industrias no solo reducen su consumo de recursos, sino que también disminuyen la cantidad de residuos que generan.
Otro caso notable es el de WELTEC Biopower, que ha implementado una planta de biogás para la empresa francesa Altho, fabricante de patatas fritas. En esta planta, los residuos de producción y lodos de los procesos de lavado de patatas se utilizan para generar biometano, alcanzando una producción de 200 metros cúbicos de biometano por hora, equivalente al consumo energético de una pequeña ciudad.
Viabilidad técnica y económica
En el caso de las plantas piloto de Eurofrits y Matutano, se ha demostrado la viabilidad técnica de este tipo de proyectos al alcanzar hasta 9.600 litros diarios de biogás con una calidad de metano del 75%. Además, la adaptabilidad de la tecnología AnMBR permite su implementación en distintos sectores de la industria alimentaria.
La versatilidad de la tecnología es clave, ya que cada planta puede adaptarse dependiendo de las características del agua y la carga orgánica de los residuos generados. De esta forma, cualquier industria alimentaria que produzca residuos orgánicos puede beneficiarse de esta tecnología, optimizando el consumo de materias primas y minimizando la generación de residuos.
Empresas como Cavendish Farms, un procesador de patatas en Canadá, también han demostrado que el aprovechamiento de residuos puede tener un impacto significativo en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Al implementar una planta de biogás, esta empresa ha reducido su dependencia del combustible fósil en un 30% y ha disminuido las emisiones en 35.000 toneladas al año.
Otras ventajas medioambientales
El uso de biogás no solo tiene ventajas energéticas, sino que también contribuye a la economía circular al cerrar el ciclo de producción y consumo de manera más eficiente y sostenible. Por ejemplo, los residuos sólidos resultantes del proceso de digestión anaeróbica pueden utilizarse como abono de alta calidad para la agricultura, devolviendo nutrientes al suelo.
Además, la reducción de la cantidad de residuos que se envían a los vertederos disminuye la emisión de gases de efecto invernadero como el metano, lo que contribuye a mitigar el cambio climático. Asimismo, como se ha demostrado en tratamientos previos de aguas residuales, el agua filtrada puede reutilizarse en procesos industriales, lo que reduce la demanda hídrica de las empresas.
En definitiva, los proyectos de generación de biogás a partir de residuos como los de patatas fritas y croquetas congeladas son una clara demostración de que la industria alimentaria puede ser más sostenible y autosuficiente, tanto energética como ambientalmente. Integrar este tipo de tecnologías es un paso clave hacia un futuro más respetuoso con el medio ambiente.