Ante las energías renovables, una serie de factores combinados entre la economía, movimientos demográficos, cambio climático y tecnología han activado una transformación global del sistema energético. Esto ha generado oportunidades de negocio, trabajo y rentabilidad económica impensables hace una década, sustentadas y aceptadas socialmente bajo una de las etiquetas más reconocidas: sostenibilidad.
A nivel mundial, numerosas naciones están invirtiendo miles de millones en instalar energías renovables, debido a los beneficios evidentes que presentan. Esta inversión no solo mejora la eficiencia energética, sino que también reduce la dependencia de los combustibles fósiles, minimizando la huella de carbono. Podemos observar estos avances en el informe Ren21 “Renewables 2015 – GLOBAL STATUS REPORT”, que destaca el crecimiento exponencial en el sector de las renovables a nivel global.
Inversiones en energías renovables 2004-2014
En los últimos años, la inversión mundial en combustibles y energías renovables ha crecido considerablemente tanto en países desarrollados como en desarrollo. En 2014, España estuvo entre los siete líderes mundiales en capacidad de generación de energía renovable, especialmente en el sector de la energía eólica. Sin embargo, los últimos tres años han visto una disminución en la inversión, dejándonos con la misma capacidad instalada.
A pesar del estancamiento entre los años 2012 y 2014, seguimos siendo buenos productores de energías renovables. Pero, ¿qué sucede cuando no podemos aumentar nuestra capacidad de generación renovable y dependemos del consumo de energías fósiles para satisfacer la demanda?
España y las energías renovables en 2015
El informe de Red Eléctrica Española de 2015 revela que, por desgracia, España consumió menos energías renovables y mucho más carbón y gas en comparación con el año anterior. Las razones incluyen la variabilidad de la producción hidráulica y eólica, que registraron descensos del 28,2% y el 5,3% respectivamente. A pesar de esto, la energía eólica siguió siendo una de las principales fuentes de electricidad durante meses clave como febrero y mayo.
El impacto del aumento de emisiones de CO2
El aumento en el consumo de combustibles fósiles conlleva un aumento directo en las emisiones de CO2. Según Greenpeace, en 2015 España tuvo que pagar más de 100 millones de euros adicionales en derechos de carbono debido al incremento de las emisiones. Entre los años 2008 y 2012, el país gastó más de 800 millones en comprar estos derechos, lo que pone en evidencia la falta de inversión en renovables durante años clave.
Este dinero que podría haberse invertido en aumentar la generación de energías renovables simplemente se ha desperdiciado al pagar por el derecho a contaminar. Si hubiéramos invertido adecuadamente entre 2012 y 2014, hoy podríamos estar disfrutando de mayores capacidades en energía eólica y solar, ahorrando así esos millones en derechos de CO2 y mejorando notablemente nuestra huella ecológica.
El panorama 2016-2017
A pesar de los esfuerzos por promover una política energética coherente, se anticipa que 2016 y 2017 seguirán una tendencia similar al 2015, con un estancamiento en la producción de energías renovables y un aumento en el uso de combustibles fósiles. La sociedad consume cada vez más electricidad, algo que las infraestructuras actuales no pueden gestionar de manera sostenible sin inversiones significativas en energías renovables.
El futuro de España en energía renovable: retos y oportunidades
Hoy en día, España sigue siendo un referente en energías renovables, pero para mantener este liderazgo es crucial superar los retos económicos y de infraestructura. Según el último informe de EY, España se mantiene entre los países más atractivos para la inversión en energías limpias, destacando en acuerdos de compraventa de energía (PPA). Sin embargo, desafíos como las restricciones de la red eléctrica y los altos costes de infraestructura limitan el progreso.
Las inversiones en almacenamiento de energía también están en auge, con sistemas avanzados de BESS (sistemas de almacenamiento en baterías) en desarrollo. Estos son esenciales para mejorar la estabilidad de la red y optimizar el uso de energías renovables intermitentes como la solar y la eólica. Se proyecta que la capacidad de almacenamiento en baterías cuatriplicará a nivel mundial para 2030, y España no es la excepción a esta tendencia.
En el ámbito de las renovables térmicas y marinas, también se están realizando importantes inversiones en proyectos de geotermia, redes de calor y frío, y demostrativos de energía marina, con un enfoque cada vez mayor en biogás y otros combustibles alternativos.
Nuevas tecnologías como el hidrógeno verde, aunque aún costoso, presentan una gran oportunidad. Con inversiones superiores a los 8.900 millones de euros previstos para 2030, el hidrógeno verde puede descarbonizar sectores industriales difíciles de electrificar.
España sigue siendo un destino privilegiado para la inversión en energías renovables gracias a su clima favorable, ubicación estratégica y la innovación continua en el sector energético. Sin embargo, es vital que el gobierno y las empresas continúen apostando más por las renovables, reduciendo la dependencia de combustibles fósiles y priorizando una infraestructura adecuada para el futuro energético del país.
España se enfrenta a desafíos pero también a grandes oportunidades. Con el apoyo adecuado y una visión clara del futuro, el país puede consolidarse como un referente mundial en la transición energética hacia un modelo más sostenible y limpio.