Frente al empobrecimiento de la biodiversidad marina, ¿por qué no recurrir a la acuicultura? La mayoría de los salmones comercializados en Alemania proceden de la acuicultura. Sin embargo, esta práctica presenta graves inconvenientes: los criadores suelen recurrir a medicamentos y las aguas se contaminan con residuos orgánicos. A pesar de estos problemas, muchos expertos están convencidos de que las granjas de acuicultura no solo podrían proteger los océanos, sino también nutrir a la población mundial en constante crecimiento.
Una fuente de proteínas
En la alimentación humana, el pescado es la principal fuente de proteínas a nivel mundial, superando a la carne de ave y de cerdo. Actualmente, el pescado cubre las necesidades proteínicas del 17% de la población. Sin embargo, la demanda de pescado aumentará significativamente en los próximos 10 a 15 años, llegando a duplicarse. Sin acuicultura, no sería posible satisfacer estas crecientes demandas proteínicas, especialmente con una población en constante crecimiento.
La acuicultura ofrece una ventaja clave comparada con la cría de animales terrestres como el porcino o el bovino. En primer lugar, los peces y organismos marinos requieren menos alimento que los animales terrestres. Como ejemplo, para producir un kilo de carne de buey se necesitan hasta 15 veces más comida que para producir un kilo de carpa.
Este ahorro de energía en los peces se debe a dos factores principales. Por un lado, los peces son animales de sangre fría, lo que significa que su temperatura interna se adapta al medio en el que viven, ahorrando energía. Por otro lado, desplazarse en un entorno acuático requiere un esfuerzo mucho menor en comparación con los animales que se mueven en tierra firme.
Uno de cada dos peces procede de la acuicultura
Según la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la mitad de los peces consumidos actualmente provienen de acuicultura. Sin embargo, la importancia de esta práctica varía mucho según la región. En Europa Central, los consumidores prefieren los peces salvajes, mientras que en China la acuicultura tiene una tradición milenaria. Durante siglos, los chinos han criado carpas, una práctica que ha colocado al país a la cabeza mundial de la producción acuícola. Hoy en día, China produce dos tercios del pescado de acuicultura a nivel mundial.
Una práctica cada vez más criticada por los ecologistas
A medida que la acuicultura se ha desarrollado, ha atraído muchas críticas desde el ámbito ecologista. Lejos de ser la solución al problema de la sobrepesca, en muchos casos ha empeorado la situación. La mayoría de las especies criadas en acuicultura son carnívoras, lo que significa que se alimentan de otras especies que deben ser capturadas en su entorno natural.
El caso del atún es especialmente preocupante, ya que esta especie no se puede reproducir en cautividad. Los criadores capturan atunes jóvenes y los crían en jaulas, alimentándolos con peces costosos obtenidos del mar. Debido al cautiverio, los atunes no pueden reproducirse, lo que aumenta la presión sobre las poblaciones salvajes.
Ventajas de la acuicultura
Pese a los problemas, la acuicultura también ofrece múltiples ventajas en diversos aspectos:
- Producción eficiente de alimentos: Es una de las formas más eficientes de producir proteínas para la alimentación humana. Los peces tienen una tasa de conversión alimenticia más baja que los animales terrestres.
- Economía local: Genera empleo y desarrollo económico en las zonas costeras y rurales, donde otras formas de empleo pueden estar en declive.
- Sostenibilidad: En comparación con la pesca salvaje, la acuicultura puede ser una alternativa más sostenible si se gestiona adecuadamente, reduciendo la presión sobre las poblaciones salvajes y contribuyendo a la conservación de los océanos.
Desventajas y riesgos de la acuicultura
No obstante, hay desventajas y desafíos significativos que deben abordarse para que la acuicultura sea verdaderamente sostenible:
- Contaminación: Las acumulaciones de residuos orgánicos, como restos de comida y heces de los peces, pueden afectar gravemente la calidad del agua, lo que da lugar a problemas como la eutrofización.
- Enfermedades y uso de antibióticos: Las condiciones de hacinamiento en muchas piscifactorías pueden favorecer la propagación de enfermedades, lo que lleva al uso excesivo de antibióticos, con el consiguiente riesgo para los ecosistemas acuáticos y la salud humana.
- Pérdida de biodiversidad: La introducción de especies exóticas o el escape de peces cultivados puede alterar los ecosistemas locales al competir con las especies nativas.
A pesar de todos estos retos, es esencial seguir investigando para encontrar formas de hacer la acuicultura más sostenible y menos perjudicial para el medio ambiente. Las tecnologías como los sistemas de recirculación en acuicultura (RAS) están ayudando a reducir los impactos negativos, aunque todavía queda un largo camino por recorrer.
El potencial de la acuicultura para cubrir la creciente demanda de proteína marina es indudable. Si logramos superar sus desafíos, esta técnica podría desempeñar un papel crucial en la seguridad alimentaria global.