La mortalidad de cetáceos en la Patagonia argentina ha aumentado significativamente en los últimos años y las causas detrás de este incremento alarmante son variadas. Un informe del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) reportó que en 2012 se registraron 116 muertes de ballenas, de las cuales 113 eran ballenatos, una cifra que duplica las 61 muertes del año 2011.
Los científicos del ICB han planteado tres posibles causas para este aumento en la mortalidad: varamientos accidentales, el ataque de gaviotas que se alimentan de su grasa dorsal, y la exposición a radiación solar. A pesar de estas hipótesis, los expertos indican que aún no están en condiciones de explicar completamente por qué este fenómeno ha escalado de manera tan rápida.
Mortalidad causada por la marea roja
Una de las principales hipótesis que ha sido corroborada en los últimos años es la incidencia de la llamada marea roja o «floraciones algales nocivas», que han sido responsables de muchas de las muertes de ballenas en la región. De hecho, en octubre de 2022, se confirmaron al menos 30 muertes de ballenas francas australes debido a la presencia de toxinas paralizantes producidas por estas algas.
Las floraciones algales son un fenómeno natural que puede ser exacerbado por el desequilibrio ambiental generado por el calentamiento global y el vertido de residuos industriales o agrícolas no tratados adecuadamente. Estos vertidos suelen nutrir las algas que, una vez proliferadas masivamente, producen toxinas que afectan tanto a las ballenas como a otras especies marinas.
Impacto de las gaviotas en las ballenas
Otro factor que contribuye a la mortalidad de estos gigantes marinos es el ataque de las gaviotas cocineras, una especie que ha aprendido a alimentarse de la grasa que las ballenas tienen en su dorso. Aunque este comportamiento no es nuevo, ha empeorado a lo largo del tiempo. Las heridas causadas por las picotadas repetidas de las gaviotas pueden infectarse, debilitando así la salud de las ballenas, especialmente los ballenatos que, siendo más pequeños, no tienen la misma capacidad para defenderse o curarse rápidamente.
En respuesta a esto, las autoridades de la provincia de Chubut han implementado un plan para reducir la población de gaviotas en las zonas más afectadas. Este plan ha sido criticado por los ecologistas, pero se considera una medida necesaria para preservar la población de ballenas francas australes, una especie ya vulnerable.
Las ballenas como centinelas de la salud marina

Una de las conclusiones más importantes que se ha extraído de los recientes estudios sobre la muerte de ballenas es que estos animales actúan como centinelas de la salud del océano. La alta frecuencia de muertes en periodos breves de tiempo ha sido una alerta para los científicos sobre problemas en el ecosistema marino. Factores como el aumento de la contaminación, el tráfico marítimo excesivo y el cambio climático están provocando cambios que afectan no solo a las ballenas, sino a todo el ecosistema marino del cual dependen.
De hecho, se ha comprobado que las algas tóxicas que matan a las ballenas también tienen efectos devastadores en otras especies, incluyendo aves y lobos marinos. En algunos casos, la acumulación de toxinas en el plancton puede desencadenar eventos de mortandad masiva, afectando cadenas completas de la biodiversidad marina.
El turismo y la conservación en Península Valdés

La Península Valdés, ubicada en la provincia de Chubut, es considerada uno de los santuarios más importantes para la ballena franca austral. Cada año, entre abril y diciembre, alrededor de un tercio de la población mundial de estas ballenas llega a las bahías protegidas de la península para reproducirse o dar a luz. Esto ha convertido al lugar en un punto de interés turístico, atrayendo a más de 100.000 personas que desean observar de cerca a estos imponentes mamíferos, que pueden llegar a medir hasta 16 metros de longitud y pesar 50 toneladas.
Si bien el turismo genera beneficios económicos para la región, también plantea desafíos importantes en términos de conservación. La gran afluencia de embarcaciones turísticas puede generar estrés en las ballenas, afectando su comportamiento natural. Las autoridades han implementado regulaciones estrictas para limitar el número de embarcaciones y garantizar que las prácticas de avistamiento no perturben la tranquilidad de los cetáceos. Sin embargo, el riesgo de colisiones entre barcos y ballenas, así como el impacto del ruido submarino, sigue siendo una preocupación relevante.
Otro factor que agrava esta situación es la creciente cantidad de plástico y basura marina en las aguas circundantes a la península. Las ballenas, al igual que otras especies marinas, pueden ingerir accidentalmente estos desechos, lo que ocasiona bloqueos en su sistema digestivo y, en algunos casos, una muerte agonizante.
En resumen, la mortalidad de las ballenas en la Patagonia no es un fenómeno sencillo de abordar. Diversos factores como la marea roja, el ataque de gaviotas, la contaminación plástica, y el cambio climático están provocando estragos en la población de ballenas francas australes. Si bien se han realizado esfuerzos importantes para mitigar estos efectos, es esencial que tanto los gobiernos como la comunidad internacional intensifiquen sus acciones para proteger no solo a las ballenas, sino también a los ecosistemas marinos en su conjunto.
