La expansión global de las energías renovables y su impacto ante la demanda energética

  • La energía renovable alcanzó el 30% de la demanda mundial en 2023.
  • Energía solar y eólica lideran el crecimiento global renovable.
  • Proyección de duplicarse la demanda eléctrica y generación renovable para 2050.

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Poco a poco muchos países están aumentando sus respectivas fuentes de energía renovable y están cubriendo un mayor porcentaje de la energía mundial que se demanda por parte de todos los ciudadanos. De este modo, se puede suplir la energía no renovable con la energía que procede directamente de la naturaleza, como la energía solar, eólica, geotérmica o hidroeléctrica, todas ellas claves para reducir la dependencia de combustibles fósiles.

El incremento sostenido en la adopción de estas fuentes ha resultado en que, para el año 2023, el porcentaje de energía renovable en la demanda energética mundial haya alcanzado el 30%, un hito importante que refleja el esfuerzo global en la transición energética. Sin embargo, aún queda mucho trabajo por hacer, ya que la meta de triplicar la capacidad de energías renovables para 2030 sigue estando pendiente, según datos del reciente informe de la Agencia Internacional de la Energía.

Los desafíos de la transición energética

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El ritmo de producción de energía renovable no es el mismo en todos los países, lo cual es un desafío para una transición equitativa. Mientras que naciones como China y Estados Unidos lideran la adopción, otras regiones como África apenas empiezan a incrementar su capacidad, contribuyendo solo un 4,6% del crecimiento global de energías renovables. En cambio, Asia, liderada por China, aporta el 69% de la capacidad renovable global añadida en 2023. Este desequilibrio resalta la urgencia de inversiones en infraestructura energética para los países en desarrollo.

Además, las diferencias tecnológicas entre regiones también influyen. La energía solar se ha convertido en la tecnología dominante, representando el 73% del crecimiento de energía renovable en el último año. Mientras tanto, países con menos recursos dependen de la energía hidráulica, cuyo crecimiento ha sido limitado por sequías y cambios climáticos.

La creciente demanda mundial pone a prueba las energías renovables

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Otra variable importante a considerar es el constante aumento de la demanda energética mundial, que crecerá alrededor de un 4% en 2024 y 2025, según la Agencia Internacional de Energía. Este incremento se debe principalmente al crecimiento económico global, las olas de calor, y la adopción masiva de tecnologías como los vehículos eléctricos.

Esta creciente demanda está impulsando aún más la expansión de las fuentes limpias. Para 2025, se prevé que las energías renovables cubran el 35% de la demanda de electricidad mundial. De hecho, por primera vez en la historia, la electricidad generada por estas fuentes superará a la del carbón, consolidando un cambio de paradigma en el sector energético.

Sin embargo, este avance no está libre de complicaciones. En países como China y México, las sequías han afectado la producción hidroeléctrica, lo que ha forzado un aumento en el uso de combustibles fósiles. Ello, a su vez, provocó un leve incremento de las emisiones energéticas en 2023, lo que demuestra que la transición energética debe ser equilibrada y resiliente frente a fenómenos climáticos.

Energía solar y eólica: Predominando el crecimiento renovable

En cuanto a las energías renovables como la solar y eólica, ambas han desempeñado un papel enorme en la transición energética global. Solo en el año 2023, la energía solar fotovoltaica fue responsable del 24% del crecimiento global de generación eléctrica, mientras que la eólica representó el 17%. Eso significa que entre ambas tecnologías generaron cerca del 12% de la electricidad global.

El auge de la energía solar, en particular, no solo se debe a su coste competitivo, sino también a la capacidad de escala que ofrecen las instalaciones fotovoltaicas. Países como China, India y Estados Unidos se han consolidado como líderes en la instalación de nuevas plantas. Para 2030, se espera que la energía solar represente hasta el 80% de la capacidad renovable añadida, mientras que la eólica también se recuperará con tasas de expansión que se duplicarán en comparación con los años previos.

En Europa, la energía solar y eólica también ha jugado un rol fundamental para reemplazar la dependencia de fuentes fósiles, especialmente tras la crisis energética provocada por la invasión rusa a Ucrania. Países como España, Holanda y Alemania lideran la región en la adopción de estas tecnologías, lo que refuerza su compromiso con los objetivos del Acuerdo de París.

Perspectivas a largo plazo y nuevos retos

Para 2050, la demanda eléctrica mundial se habrá duplicado, debido a la electrificación del transporte, la industria y el desarrollo económico global. En este proceso, se estima que el 90% de la electricidad vendrá de fuentes no fósiles, consolidando la energía renovable como el pilar fundamental del sistema energético global.

Sin embargo, llegar a ese escenario requiere superar desafíos técnicos y económicos importantes. Será crucial aumentar la flexibilidad de las redes eléctricas para absorber la producción variable de energía solar y eólica. También será necesario construir nuevas infraestructuras que permitan almacenar el exceso de energía y mejorar la capacidad de respuesta a las demandas fluctuantes de electricidad.

El desarrollo de tecnologías de almacenamiento de energía, como las baterías de larga duración, y la integración de sistemas de inteligencia artificial en la gestión de redes serán factores clave en esta transformación. A nivel gubernamental, se espera un aumento en la colaboración internacional y en los esfuerzos por reducir los costos financieros para los países en desarrollo, cuyas economías aún dependen en gran parte de la energía nuclear y los combustibles fósiles.

En los años venideros, la energía solar fotovoltaica y la eólica servirán como herramientas fundamentales para mitigar los efectos del cambio climático, y su adopción se acelerará aún más si los gobiernos promueven políticas de apoyo y regulaciones que faciliten su integración segura y eficiente en los sistemas energéticos nacionales.

La transición hacia las energías renovables está en marcha. A medida que más países se alineen con los compromisos internacionales por la reducción de emisiones, el mundo avanzará hacia un sistema energético menos dependiente de los combustibles fósiles y más adaptado a las necesidades del futuro ecológico y sostenible.


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