El aumento de las tecnologías y el desarrollo de las energías renovables está marcando un nuevo hito en la dependencia energética global, permitiendo que algunos países reduzcan significativamente el uso de combustibles fósiles como el carbón. Esta tendencia se acelera debido a la necesidad urgente de mitigar el cambio climático y la creciente competitividad de las fuentes de energía limpia.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha anunciado que la demanda global de carbón se estancará en los próximos cinco años. Esta previsión se sustenta en el decrecimiento del consumo en varias economías clave, como China y Estados Unidos, debido tanto al aumento de la eficiencia energética como al desarrollo de energías renovables. De hecho, la disminución en el consumo de carbón en regiones como Europa y América del Norte ha sido notable: actualmente consumen la mitad del carbón que se usaba en el año 2000.
Pese a estos avances, el mundo sigue dependiendo del carbón en gran medida, sobre todo en economías en desarrollo. China, responsable de casi el 50% del consumo mundial de carbón, sigue siendo uno de los mayores emisores de CO2 debido a la combustión de este combustible. Sin embargo, esta dependencia está cambiando gradualmente con las políticas nacionales que promueven una transición hacia fuentes de energía más limpias.
Impacto del uso de carbón en el medio ambiente
El uso del carbón genera múltiples impactos negativos, especialmente en términos de emisiones de gases de efecto invernadero. Pese a los esfuerzos por reducir su consumo, el carbón sigue siendo responsable de alrededor del 45% de las emisiones globales de CO2, lo que lo convierte en una de las principales causas del calentamiento global.
Las consecuencias de estas emisiones no solo afectan al clima global, sino también a la calidad del aire y la salud de las personas. Las partículas generadas durante la quema de carbón están asociadas con problemas respiratorios, enfermedades cardíacas e incluso muertes prematuras, especialmente en zonas urbanas altamente contaminadas. Según Greenpeace, las centrales térmicas de carbón son responsables de más del 60% de las emisiones de CO2 y otros contaminantes tóxicos que afectan a la salud humana.
Alternativas más sostenibles para reducir el uso del carbón
Ante los crecientes impactos ambientales y sociales del uso del carbón, varios países han comenzado a implementar políticas que aceleran la transición hacia fuentes de energía más sostenibles. En España, por ejemplo, se prevé que todas las centrales de carbón cierren antes del año 2025, lo que supondría una drástica reducción de las emisiones de CO2 del país.
En otros países, las iniciativas están centradas en mejorar la eficiencia energética de los sistemas de producción eléctrica. Tecnologías como la captura y almacenamiento de carbono (CCS) están permitiendo reducir las emisiones procedentes de plantas de carbón. Esta tecnología implica capturar el CO2 antes de que se libere a la atmósfera y almacenarlo en formaciones geológicas para evitar su impacto en el clima.
Además, la promoción de energías renovables como la eólica, solar y biomasa están jugando un papel determinante en la reducción de la necesidad de carbón. Las energías limpias no solo generan menos emisiones, sino que también son competitivas económicamente, especialmente ante los altos costes asociados al carbón, como los daños ambientales que su explotación genera.
Retos y oportunidades en la transición energética
A pesar de estos avances, la transición hacia una energía más limpia no está exenta de desafíos. Aunque la energía renovable está ganando terreno, el aumento de la demanda energética global y las políticas de subsidios al carbón en algunas regiones aún frenan esta transición.
El carbón sigue siendo atractivo principalmente por su asequibilidad y abundancia, lo que hace que en ciertas economías en desarrollo su uso sea difícil de erradicar. Por ejemplo, en India y varios países del sudeste asiático, las centrales térmicas de carbón siguen siendo una fuente primaria de energía.
No obstante, la presión internacional, así como los acuerdos multilaterales como el Acuerdo de París, están impulsando un cambio hacia fuentes más limpias. La ONU ha advertido que para mantenernos en los límites de los 1.5°C de aumento de temperatura, será necesario que el 90% del carbón disponible permanezca sin explotar.
El problema, sin embargo, no es solo una cuestión de emisiones de CO2. La quema de carbón también libera metano, un potente gas de efecto invernadero con 67 veces más capacidad de calentamiento que el CO2 en un periodo de 20 años. Esto hace que cualquier nueva planta basada en carbón no solo sea perjudicial para el entorno, sino que también agrave la crisis climática.
Impacto social y económico de la reducción del uso del carbón
No solo el medio ambiente siente el impacto de la reducción del uso del carbón, sino también las sociedades y economías locales dependientes del mismo. En regiones donde la minería del carbón ha sido una fuente principal de empleo, se registran altos índices de desempleo conforme las minas se cierran progresivamente.
Sin embargo, el avance hacia energías renovables no convencionales está generando un número creciente de empleos. Según la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA), el sector de las energías renovables ha superado en puestos de trabajo al del carbón, con más de 11 millones de empleos generados a nivel mundial en 2018. Esta transición también ofrece oportunidades económicas a corto y largo plazo para diversificar la economía en regiones dependientes del carbón.
Por otro lado, el sector financiero también está alejándose de la industria del carbón. Cada vez más bancos, aseguradoras y fondos de inversión están desinvirtiendo en proyectos relacionados con la energía basada en carbón debido a los altos riesgos económicos, ambientales y sociales que suponen.
Si bien el camino hacia la descarbonización es largo, los desafíos pueden ser superados con políticas adecuadas, innovación tecnológica y un esfuerzo coordinado a nivel global. Ya estamos viendo progresos significativos en la reducción de la dependencia del carbón, y el futuro parece más brillante para las energías limpias.