Contaminación atmosférica en Ulán Bator: Un problema creciente
La contaminación atmosférica es un problema global que afecta a millones de personas, pero hay zonas del mundo donde esta situación alcanza niveles dramáticos. La capital de Mongolia, Ulán Bator, es uno de esos lugares donde los niveles de contaminación han llegado a ser exorbitantes. Cada año, miles de vidas se pierden debido a la contaminación del aire, y las cifras en Ulán Bator son alarmantes.
Si bien estamos acostumbrados a escuchar acerca de la contaminación en ciudades como Pekín, donde los niveles de partículas en suspensión pueden llegar a los 500 microgramos por metro cúbico, en Ulán Bator, las concentraciones alcanzan los 1.600 microgramos por metro cúbico, lo que es 65 veces más que lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La principal causa de la contaminación en Ulán Bator
Paradójicamente, Ulán Bator es una ciudad con una densidad de población baja, pero a pesar de sus vastas praderas y cielos despejados, se ha convertido en una de las ciudades más contaminadas del mundo. La principal fuente de contaminación en la ciudad no es el tráfico ni la industria pesada, como ocurre en ciudades más densamente pobladas. El factor clave de la contaminación en Ulán Bator son las yurtas urbanas.
Las yurtas son las viviendas tradicionales utilizadas por las comunidades nómadas en las praderas mongolas, pero a medida que la población rural se ha desplazado a la capital en busca de oportunidades, estas viviendas se han instalado en los suburbios de la ciudad. En los inviernos extremadamente fríos de Mongolia, las familias que habitan estas yurtas utilizan estufas alimentadas con carbón para calentarse, lo que genera grandes cantidades de humo y partículas contaminantes.
El impacto del uso del carbón en la salud
El uso de carbón para calefacción es una medida casi obligatoria en Ulán Bator, donde las temperaturas pueden llegar hasta los -50ºC en invierno. Sin embargo, este recurso barato y de fácil acceso tiene un costo elevado: la salud de los ciudadanos. El carbón genera grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) y partículas en suspensión que empeoran la calidad del aire y forman una densa capa de smog conocida como PM2.5 y PM10. Estas partículas se introducen en los pulmones y causan daños graves a largo plazo.
Además, los altos niveles de contaminación están afectando a los sectores más vulnerables de la población, especialmente a los niños. Según organizaciones como UNICEF, cerca del 99% de los niños en Ulán Bator respiran aire contaminado, lo que puede causar problemas de salud a lo largo de su vida, como enfermedades respiratorias crónicas, asma, bronquitis e incluso cáncer de pulmón en edades tempranas.
En 2013, Ulán Bator fue clasificada como la segunda ciudad del mundo con peor calidad del aire, y, en los últimos años, la situación ha ido empeorando a causa del cambio climático, que contribuye a que los inviernos sean más extremos y a que las familias dependan aún más del carbón.
El cambio climático y la migración rural
El calentamiento global ha agravado el problema en Ulán Bator. Los inviernos son cada vez más impredecibles, alternando entre fríos extremos y temporadas cálidas, lo que afecta gravemente a la vida en las estepas. Esto ha obligado a miles de pastores nómadas a abandonar sus tierras y desplazarse a la capital en busca de mejores oportunidades de vida. Sin embargo, la infraestructura de Ulán Bator no estaba preparada para recibir tal avalancha migratoria, lo que ha resultado en una expansión descontrolada de los barrios periféricos, donde las condiciones de vida son precarias.
El aumento en la cantidad de personas que queman carbón en las yurtas ha disparado la polución en la ciudad. En los meses más fríos, los niveles de PM2.5 pueden superar las 3.000 microgramos por metro cúbico, un número que aterriza a Ulán Bator como una de las ciudades más contaminadas del mundo. Según datos de la OMS, la exposición prolongada a estos niveles de contaminación puede reducir la esperanza de vida hasta en 4 o 5 años.
Acciones y soluciones contra la contaminación
El gobierno de Mongolia, consciente de la gravedad del problema, ha puesto en marcha diversas medidas para intentar reducir la contaminación. En primer lugar, se ha comenzado a promover el uso de calentadores eléctricos en las yurtas en lugar de las estufas de carbón. Además, desde 2019, la electricidad es gratuita durante la noche para las familias que habitan en las zonas más humildes. Sin embargo, estas medidas son insuficientes frente a la magnitud del problema.
Una de las principales dificultades es el costo de las tecnologías menos contaminantes. Aunque se han subsidiado calefactores eléctricos y estufas de carbón más eficientes, muchas familias no confían en ellas o no pueden asumir los costos, lo que perpetúa el uso del carbón tradicional. Además, las centrales térmicas de Ulán Bator siguen funcionando a pleno rendimiento, contribuyendo a un 6% de la contaminación del aire.
A pesar de los esfuerzos del gobierno, como la prohibición del uso de carbón mineral crudo en 2019, el problema persiste. Las briquetas de carbón, que fueron promovidas para reducir la polución, son más caras y no todas las familias pueden permitírselas, lo que limita su adopción. Por otro lado, la dependencia de Mongolia del carbón sigue siendo un gran obstáculo. La inversión en energías renovables aún es insuficiente, a pesar de que Mongolia posee un alto potencial para el desarrollo de energía solar y eólica.
Las autoridades también están tratando de frenar la migración hacia la capital mediante programas de desarrollo rural que buscan mejorar las condiciones de vida en las provincias y frenar el éxodo hacia Ulán Bator, pero la mejora de las infraestructuras y la creación de empleos son tareas que requieren tiempo y recursos.
El panorama es desalentador para los habitantes de Ulán Bator, especialmente para los más vulnerables. Sin una acción contundente y sostenida, la población de la capital seguirá sufriendo las graves consecuencias de la contaminación atmosférica.
Ulán Bator no solo enfrenta un grave problema de contaminación que afecta dramáticamente la salud de sus ciudadanos, sino también un desafío estructural ante el crecimiento descontrolado y un entorno climático hostil. Aunque se están tomando medidas para paliar la contaminación, la dependencia del carbón y las dificultades económicas hacen que el cambio sea lento y complicado. En un contexto en el que la calidad del aire se deteriora año tras año, la capital mongola necesita soluciones urgentes, no solo para su presente, sino para asegurar un futuro más saludable.