Desde los años 70 las empresas petroleras de todo el mundo han soñado con explotar el petróleo de las costas del Ártico. Esta región remota y rica en recursos naturales ha sido objeto de codicia debido a sus vastas reservas de petróleo y gas. Sin embargo, con el creciente desarrollo de las energías renovables y el avance hacia una economía más sostenible, muchas naciones han optado por disminuir su dependencia de los combustibles fósiles. A día de hoy, la explotación del Ártico no parece una necesidad imperiosa para cubrir la demanda energética mundial, aunque algunos actores internacionales, como Estados Unidos bajo el mandato de Donald Trump, han impulsado la perforación bajo el alegato de fortalecer la economía y crear empleos.
El escenario actual es una batalla entre dos visiones: el desarrollo basado en energías renovables y la persistencia en alternativas fósiles. Para frenar el cambio climático, los acuerdos internacionales como el Acuerdo de París buscan una transición hacia fuentes limpias, pero este objetivo sigue siendo un reto frente a las decisiones de ciertos gobiernos que impulsan nuevos proyectos de exploración petrolera.
Propuesta de explotación del Ártico
En diciembre de 2017, Donald Trump propuso una legislación para permitir la perforación en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Alaska (ANWR), uno de los últimos paraísos naturales de Estados Unidos. La propuesta, impulsada por la senadora Lisa Murkowski, presidenta del Comité de Recursos Naturales y Energía del Senado, permitiría subastar dos licencias para perforar una vasta área de 1.600 kilómetros cuadrados de la zona costera del Ártico en Alaska.
El objetivo es recaudar más de 1.000 millones de dólares y explotar una reserva estimada por el Servicio Geológico de EE.UU. en 12.000 millones de barriles de petróleo recuperable. Sin embargo, la subasta no se llevará a cabo sin obstáculos, ya que las decisiones de la administración Trump han sido impugnadas en diversas ocasiones por grupos ambientalistas, que buscan proteger esta región única.
Biodiversidad en peligro
El ANWR es reconocido como uno de los centros de biodiversidad más importantes del país, hogar de especies icónicas como los osos polares, renos y ballenas, además de ser una zona vital para las aves migratorias. La perforación en este territorio podría tener efectos devastadores sobre su fragilidad ecológica. Las especies que dependen del hielo y de sus patrones migratorios están en grave riesgo, especialmente los osos polares, cuya población ya enfrenta múltiples amenazas debido al cambio climático y la pérdida de hábitat.
Además, las comunidades indígenas que han habitado esta región durante generaciones dependen casi exclusivamente de la fauna local para su subsistencia. Estas poblaciones cazan renos y ballenas para sobrevivir, y cualquier intervención en sus territorios podría significar la pérdida de su forma de vida.
Según un informe del Consejo Ártico, las poblaciones de renos y aves tundrosas han experimentado caídas drásticas debido al cambio climático, y la intervención petrolera podría agravar aún más esta situación.
Impacto global y medidas recientes
A pesar de la oposición ambiental, la administración de Trump siguió adelante con varios planes. En 2020, la Oficina de Seguridad y Protección Medioambiental otorgó luz verde a la empresa italiana Eni SpA para realizar un pozo exploratorio en el Mar de Beaufort, cerca del ANWR. Los defensores del medioambiente señalaron que esta acción podría desencadenar un desastre ecológico, afectando la biodiversidad de la región.
En 2021, el nuevo presidente Joe Biden suspendió las licencias de perforación en el Ártico emitidas por Trump, pero permitió que se promovieran otros proyectos como el polémico Proyecto Willow en la Reserva Nacional de Petróleo de Alaska. Este proyecto, aprobado en 2023, busca extraer petróleo en tres áreas del Ártico, con una producción estimada de 180.000 barriles diarios y emisiones de hasta 239 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero durante su vida útil.
Sin embargo, la administración de Biden tomó un paso importante en septiembre de 2023 al cancelar los permisos de explotación de gas y petróleo en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, otorgados durante la administración de Trump. Esta decisión se basó en graves defectos legales y medioambientales en los estudios que sirvieron de base para las ventas originales de licencias.
Percepción y futuro del Ártico
El futuro del Ártico sigue siendo incierto. Aunque las exploraciones petroleras prometen ingresos y creación de empleos, el impacto en el cambio climático y la biodiversidad es una preocupación constante. El calentamiento del Ártico, que es el doble de rápido que en otras partes del mundo, ya está afectando los ecosistemas. Las decisiones que se tomen en los próximos años serán clave no solo para la región, sino también para las emisiones globales y la lucha contra el cambio climático.
El debate gira en torno a si el riesgo para la biodiversidad y el cambio climático global justifica la exploración petrolera en una región tan vulnerable. Los bancos estadounidenses, entidades financieras y la mayoría del público estadounidense, según encuestas recientes, se oponen a estas acciones y ponen su esperanza en que la conservación prevalezca sobre los intereses económicos.
A medida que el planeta avanza en la transición energética hacia alternativas más sostenibles, el Ártico podría convertirse en una región clave para observar cómo el mundo equilibra la necesidad de recursos energéticos y la preservación del medio ambiente.