La empresa Forestalia ha presentado un ambicioso proyecto para la construcción de una planta de biomasa en Monzón, Huesca. Este proyecto, que ha suscitado interés y controversia en igual medida, busca aprovechar los recursos forestales de la región para generar energía renovable. Según el informe presentado al Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (INAGA), la construcción de esta planta no afectaría negativamente la calidad del aire, una de las principales preocupaciones de los residentes locales.
Un proyecto con impacto ambiental controlado
En el informe de impacto ambiental que se entregó al INAGA, se señala que la planta utilizará tecnología de combustión lenta en lecho fluido, lo que permitirá optimizar el proceso de quema de la biomasa y minimizar las emisiones contaminantes. Se realizaron exhaustivas pruebas para medir los niveles de emisión en comparación con los límites establecidos por la legislación española e internacional, las cuales superó con éxito.
El informe también indicaba que se consideraron múltiples variables ambientales, incluyendo medidas anuales y percentiles, con el objetivo de constatar que los límites de emisión a la atmósfera no se sobrepasarán. Esto ha sido clave para las autoridades medioambientales y para respaldar la viabilidad del proyecto desde el punto de vista ambiental.
Oposición y preocupaciones de los residentes
A pesar de las garantías ofrecidas por el estudio de impacto ambiental, el proyecto ha generado oposición entre la ciudadanía local. Muchos habitantes de Monzón manifestaron su preocupación, especialmente por la cercanía de la planta al casco urbano, a solo 600 metros, lo que podría generar efectos en la salud y calidad de vida.
Ecologistas en Acción fue una de las entidades más vocales en sus críticas. El portavoz de Ecologistas en Acción en Huesca, Alejandro Serrano, mencionó que la autorización del proyecto no incluyó un estudio detallado de dispersión de partículas contaminantes, como los benzopirenos. Además, subrayó la ausencia de análisis realizados durante el invierno, cuando las emisiones por quema de madera tienden a aumentar.
Impacto de la biomasa en la economía local
Más allá de las controversias medioambientales, una de las razones clave por las que el proyecto ha atraído atención es el impacto económico que podría generar. Forestalia espera que la planta de biomasa pueda producir hasta 50 megavatios de energía, lo que permitiría reducir la dependencia de combustibles fósiles y aumentar la cuota de energías renovables en la red. Esto generaría energía suficiente para abastecer a unas 300.000 personas.
A nivel local, también se espera que la planta sea generadora de empleo, tanto en la fase de construcción como en su operación. Se calcula que creará cientos de empleos tanto directos como indirectos, especialmente en sectores relacionados con la gestión forestal y la generación de biocombustibles como los pellets.
El punto de vista legal y las complicaciones financieras
La planta de Monzón no ha estado exenta de complicaciones legales. En varias ocasiones, organizaciones ecologistas han presentado recursos judiciales para detener el avance de la planta. En 2023, el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) anuló por varias veces la prórroga concedida a Forestalia debido a que la documentación aportada no cumplía con los requisitos exigidos.
Ecologistas en Acción ha argumentado que Forestalia no presentó la documentación técnica y financiera adecuada. Además, las dudas sobre la sostenibilidad del proyecto se acrecentaron cuando se reveló que Forestalia vendió una parte sustancial de los megavatios obtenidos en subastas previas a otra empresa, lo que genera incertidumbre sobre la verdadera viabilidad económica del proyecto.
Parte de los problemas radica en la falta de adjudicación en subastas recientes de derechos de energía renovable para biomasa, lo que ha retrasado el proyecto aún más. Forestalia está a la espera de una futura subasta que permita obtener los permisos necesarios para comenzar a operar. Sin este paso, la planta no puede avanzar a la siguiente fase de su desarrollo.
Preocupación por las emisiones y la sostenibilidad
Uno de los mayores temores de los opositores al proyecto es el volumen de emisiones que la planta puede generar. Con una capacidad para quemar hasta 1.200.000 kilogramos de madera de chopo al día, se estima que las emisiones incluirán dióxido de azufre (SO2), óxidos de nitrógeno (NOx) y partículas en suspensión (PM), entre otros contaminantes como los benzopirenos y dioxinas, todos asociados a problemas respiratorios y enfermedades graves.
Además, organizaciones ecologistas han señalado que la gran escala de la planta podría significar una huella de carbono considerablemente mayor de lo inicialmente previsto. Si bien la energía generada sería renovable, el transporte de la biomasa desde grandes distancias podría contrarrestar parte de los beneficios ambientales. Este punto ha sido recalcado por la Asociación Española de Biomasa (Avebiom), que ha defendido que las plantas de biomasa deberían ser limitadas en tamaño para optimizar su sostenibilidad.
El futuro del proyecto
A pesar de las dificultades, Forestalia sigue insistiendo en que el proyecto tiene potencial para «revitalizar» la economía de la región y contribuir al mix energético del país. Sin embargo, las incertidumbres financieras y los obstáculos judiciales continúan frenando el avance de la planta de biomasa en Monzón.
Por otro lado, la presión de los activistas medioambientales sigue siendo fuerte, particularmente en lo que respecta a la salud pública. Expertos han apuntado que las medidas de control y monitoreo de emisiones deberán ser extremadamente estrictas para asegurar que la planta tenga un impacto mínimo en el entorno.
La viabilidad del proyecto de biomasa en Monzón estará muy ligada a la capacidad de Forestalia para resolver sus problemas legales y obtener financiación adecuada para la construcción y operación de la planta. Sin duda, este proyecto se encuentra en un cruce, donde tanto los factores ambientales como los económicos deberán ser equilibrados para que pueda materializarse de manera sostenible.