Las energías renovables están marcando un camino crucial en el mercado energético global. Con el tiempo, los países han intensificado su apuesta por fuentes de energía más sostenibles, dejando atrás, lentamente, a los combustibles fósiles. Esto es algo que se ve reflejado en un estudio presentado en Madrid, que pone de manifiesto que la inversión energética mundial cayó un 12% en 2016, representando el segundo año consecutivo de disminuciones.
Este estudio, elaborado por expertos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y denominado World Energy Investment, arroja otro dato revelador: la inversión en eficiencia energética creció un 9% durante el mismo periodo. Pero la cuestión que surge es si realmente estamos presenciando un aumento en la eficiencia energética acompañado por una disminución de la dependencia en combustibles fósiles. Con las tensiones geopolíticas y las crisis energéticas recientes, las energías renovables han acelerado su adopción.
Inversión energética
El World Energy Investment 2017, un informe presentado por la Agencia Internacional de la Energía, proporciona un análisis detallado de las inversiones energéticas realizadas en todo el mundo a lo largo de ese año. El reporte no se limita a un solo tipo de energía, sino que cubre todos los combustibles y tecnologías disponibles, desde energías renovables hasta el gas, el petróleo y el carbón.
Este estudio desempeña un papel clave en la comprensión de las tendencias del mercado energético, destacando no solo las inversiones realizadas, sino también aquellas destinadas a la investigación y desarrollo de soluciones más eficientes. En 2016, la mayor parte de las inversiones relacionadas con combustibles fósiles sufrió una caída significativa, mientras que las energías renovables y la eficiencia energética se potenciaron notablemente. La mayor parte de estas inversiones se centró en países emergentes y desarrollados, como China y Europa.
Uno de los puntos clave del informe es que las políticas energéticas actuales, adoptadas por numerosos gobiernos, han impulsado la reducción de la inversión en combustibles fósiles, superada por un crecimiento en energías más limpias. Las compañías de petróleo y gas están buscando nuevas formas de adaptarse a un mercado en constante evolución, incorporando nuevas tecnologías que alteran el rendimiento económico y ayudan a mitigar el cambio climático.
Se prevé que la inversión en energías renovables continúe su fuerte crecimiento a lo largo de los próximos años, principalmente en tecnología solar y eólica. En este sentido, la AIE subraya que por cada dólar invertido en combustibles fósiles, en 2023 se invirtieron aproximadamente 1,7 dólares en energías limpias.
Otro dato relevante del informe es que la disminución de los precios de las tecnologías renovables, específicamente en módulos fotovoltaicos, ha impulsado una inversión más eficiente. Esto ha hecho que las capacidades añadidas en energía solar produzcan, en promedio, 2.5 veces más energía que hace una década por dólar invertido.
La importancia de China
China juega un papel crucial dentro del panorama global de la inversión energética. En 2016, el país fue responsable del 27% de la inversión mundial en eficiencia energética, con un crecimiento demoledor en comparación con años anteriores. Este país, que depende de la energía del carbón para generar aproximadamente el 60% de su electricidad, ha comenzado a cambiar su enfoque debido a la fuerte contaminación atmosférica y las políticas gubernamentales orientadas a un desarrollo energético más sostenible.
La inversión en infraestructuras energéticas más limpias está creciendo rápidamente a medida que el gobierno chino introduce políticas para reducir drásticamente las emisiones de carbón. China lideró las inversiones en energía solar fotovoltaica, alcanzando 220.000 millones de dólares en 2023, casi la mitad de la inversión mundial en energía solar para ese año.
El liderazgo de China no solo se basa en la implementación de tecnologías, sino también en la innovación tecnológica. El país está invirtiendo fuertemente en tecnologías de almacenamiento de energía para mejorar la capacidad de las energías renovables. Esto permitirá una transición energética más eficiente a largo plazo, no solo en China, sino también en otros países que adoptan estas tecnologías.
Destinos de la inversión energética
Una parte significativa de las inversiones energéticas se destinan a la mejora de la eficiencia en los edificios. Esto incluye desde equipos de calefacción modernos hasta la implementación de estructuras energéticamente eficientes. Se estima que más de 65.000 millones de dólares fueron destinados a programas de I+D relacionados con la energía, junto con una gran inversión en redes eléctricas y almacenamiento de energía.
Las inversiones en almacenamiento son cruciales, ya que permiten gestionar la intermitencia de las energías renovables. Se espera que el gasto en redes eléctricas alcance los 400.000 millones de dólares en 2024. Esto permitirá una expansión en la capacidad de transporte de electricidad y almacenamiento, garantizando que los sistemas puedan soportar la creciente demanda de energía limpia.
Una tendencia clave es la mejora en la eficiencia energética de los hogares a nivel global. Las medidas implementadas como la instalación de bombas de calor, el uso de energías renovables y el refuerzo del aislamiento térmico han demostrado ser económicamente viables. Esto no solo disminuye el consumo energético, sino que también reduce la huella de carbono, beneficiando tanto a los usuarios como al medio ambiente.
Un nuevo enfoque global para la transición energética
La creciente inversión en tecnologías limpias refleja el cambio hacia una economía energética más sostenible. La energía solar y eólica están liderando este cambio, especialmente en países como China, Estados Unidos y varias naciones europeas. Aunque los combustibles fósiles seguirán siendo necesarios durante algunos años más —particularmente en sectores industriales difíciles de descarbonizar— las energías renovables ya están superando a estos combustibles en términos de inversión.
En este contexto, otra clave de la transición energética es la diversificación energética. Las energías renovables no deben verse como el único reemplazo de los combustibles fósiles, sino que deben optimizar y permitir un uso más eficiente de todos los recursos energéticos, incluidas las tecnologías de captura de carbono y nuevas formas de almacenamiento.
Por ejemplo, en la categoría de transición energética liderada por sectores como la energía solar y el almacenamiento de baterías, ya se está superando la inversión histórica en petróleo. En 2023, las estadísticas indicaron que por primera vez, la energía solar recibió más inversión que el petróleo, con una inversión total de más de 500.000 millones de dólares.
Queda claro que, si bien el mundo ha avanzado mucho en la adopción de fuentes de energía limpias, se requiere un esfuerzo global aún mayor para cumplir con los objetivos climáticos establecidos en el Acuerdo de París. Los países deberán acelerar las inversiones en infraestructura, almacenamiento de energía y mejorar las redes de distribución si quieren mantenerse en línea con estos objetivos.
El papel de la eficiencia energética
Dentro de la transición a un sistema energético limpio y sostenible, la eficiencia energética juega un papel esencial. Según la AIE, por cada dólar invertido en combustibles fósiles, en 2023 se invirtieron 1,7 dólares en energías limpias. La tendencia de priorizar las energías renovables sobre los combustibles fósiles está transformando el panorama energético global.
Se ha demostrado que mejorar la eficiencia energética en todos los niveles del consumo, tanto en sectores industriales como residenciales, no solo hace viable financieramente la transición, sino que también ayuda a reducir el impacto ambiental. Las inversiones realizadas en tecnologías como las bombas de calor y el aislamiento térmico han sido clave para reducir el consumo energético.
En conclusión, el aumento de las inversiones en energías renovables y eficiencia energética está marcando la pauta para un futuro más sostenible. Con políticas gubernamentales adecuadas y la adopción de nuevas tecnologías, es posible crear un sistema energético más resiliente, menos dependiente de los combustibles fósiles, y adaptado al cambio climático.