Hoy día, a pesar de la evolución de las energías renovables en todo el mundo, los combustibles fósiles, entre ellos el petróleo, siguen siendo uno de los recursos más importantes del planeta. Muchos de los elementos que empleamos diariamente, como los plásticos, varios medicamentos, algunas chucherías y, por supuesto, los combustibles, provienen del petróleo. Sin embargo, el petróleo es un recurso no renovable que está en vías de agotamiento, lo que exige la búsqueda de alternativas sostenibles.
Una solución innovadora e inesperada ha surgido de la mano de la planta de la piña, lo que abre nuevas perspectivas sobre cómo podría el sector de los residuos agrícolas convertirse en una fuente de energía alternativa. Pero, ¿cómo es posible que la piña sustituya al petróleo?
La planta de piña y su valor no explorado
Uno de los pioneros en este campo es Esteban Bermúdez, joven innovador de Costa Rica y cofundador de Escoia, una empresa que se ha enfocado en transformar los residuos agrícolas de la piña en productos de valor añadido. La idea de Bermúdez y su socio, el noruego Bjøorn Utgärd, es aprovechar los desechos de las plantaciones de piña, dándole una segunda oportunidad mediante la creación de una biorrefinería que sea capaz de producir energía renovable.
En esencia, la inspiración detrás de este proyecto proviene de la economía circular, un concepto que se basa en la reutilización de los residuos para minimizar el impacto ambiental. Específicamente, las plantaciones de piña generan una gran cantidad de residuos, ya que deben renovarse cada dos años para mantener la productividad. Al convertir estos residuos en biomasa, se puede reducir la necesidad de quemarlos, una práctica que previamente implicaba el uso de pesticidas y herbicidas, agravando el impacto ambiental.
El proceso de conversión de residuos a energía
El proyecto de Escoia ha logrado desarrollar una máquina capaz de tratar la biomasa de las plantas de piña. Esta maquinaria adapta el contenido de agua de los rastrojos, reduciendo su humedad de un 88% a menos del 60%, lo que facilita su procesamiento y posterior conversión en combustibles renovables.
Desde el año 2014, Bermúdez y su equipo han estado explorando y analizando más de 43.000 hectáreas de plantaciones de piña en Centroamérica, el mayor productor mundial de esta fruta. A partir de esos residuos, no solo se puede generar energía, sino también otros subproductos como biocombustibles, fertilizantes y hasta alimentación para el cultivo de hongos comestibles.
- El biocombustible generado por la piña puede hacer una contribución clave en la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles.
- El sistema de economía circular implementado en este proyecto garantiza que los residuos de piña se transformen en productos útiles, reduciendo el impacto ambiental.
Casos similares: Piña y otras frutas como fuentes de bioetanol
El caso de Costa Rica no es el único donde se están explorando alternativas mediante el uso de frutas. En México, se ha llevado a cabo una iniciativa por parte de la estudiante Adriana Barona, quien ha puesto en marcha un proyecto para obtener bioetanol como biocombustible a partir de los residuos de frutas como la piña. Este biocombustible se considera de segunda generación, permitiendo una mayor sostenibilidad ambiental al no competir con cultivos alimentarios.
El bioetanol se obtiene mediante la fermentación microbiana de fuentes de carbohidratos, lo que reduce su impacto en comparación con los biocombustibles de primera generación. Además, la biomasa lignocelulósica que se utiliza en este tipo de procesos tiene un precio más competitivo que las materias primas agrícolas convencionales, lo que lo convierte en una solución viable.
Usos y beneficios de la fibra de piña
Además de los biocombustibles, otra aplicación relevante es el uso de la piña para la producción de fibras naturales. En la Universidad de Costa Rica, un grupo de estudiantes ha desarrollado un modelo de negocio en el que los residuos del rastrojo de la piña se transforman en cuerda biodegradable de uso agrícola. Esta cuerda biodegradable sustituiría a las cuerdas de polipropileno habitualmente usadas en el sector agrícola, reduciendo así la huella de carbono generada por estos productos derivados del petróleo.
El proyecto no solo busca el beneficio ambiental, sino también el impacto social, ya que involucra a productores locales y trabajadores en la fabricación de esta cuerda, fomentando una mayor inclusión social y aportando oportunidades económicas a las regiones productoras de piña en Costa Rica.
En cuanto al proceso de obtención de esta cuerda, se utilizan alrededor de 374 kg de hojas de piña para producir un solo rollo de 2.115 metros de cuerda, lo que demuestra el enorme potencial que tienen los residuos de estos cultivos. Este modelo es económicamente viable, y socialmente responsable, además de contribuir al desarrollo de una economía más sostenible.
El futuro de la piña como sustituto del petróleo
Las ideas innovadoras de emprendedores y científicos en todo el mundo están demostrando que los residuos agrícolas pueden tener un valor inmenso si se gestionan adecuadamente. El caso de la piña es sólo uno de los muchos ejemplos que muestran cómo la biomasa puede reemplazar a los derivados del petróleo en la producción de energía, fertilizantes y materiales.
Si bien este tipo de iniciativas todavía están en sus primeras etapas, la construcción de biorrefinerías representa un futuro prometedor para el desarrollo de energías renovables que no solo serán viables desde el punto de vista técnico, sino también económicamente competitivas.
En 2017, la idea de Bermúdez y Utgärd de construir una planta de tratamiento para los residuos de piña se materializó, gracias a la maquinaria que permite reducir la humedad de los residuos. De aquí en adelante, es posible que la producción de biocombustibles y otros subproductos a partir del rastrojo de piña se extienda a otras partes del mundo, ayudando a descarbonizar la economía global.
La piña y otros cultivos agrícolas están emergiendo como actores claves en el panorama energético mundial, capaces de reducir nuestra dependencia del petróleo y mitigar el impacto ambiental de los residuos agrícolas.