El mundo de los reptiles, esos seres que caminan entre nosotros desde hace cientos de millones de años, se encuentra hoy entre los principales focos de preocupación en materia de conservación de la biodiversidad. Aunque estos animales llevan sobreviviendo desde el periodo Carbonífero y han atravesado varias extinciones masivas, en las últimas décadas han comenzado a figurar tristemente en la Lista Roja de la UICN como uno de los grupos más amenazados de nuestro planeta. Es un hecho que, por mucho tiempo, se les ha prestado menos atención comparado con mamíferos, aves y anfibios, pero su papel ecológico resulta esencial y su desaparición tendría consecuencias graves e imprevisibles.
No hablamos solo de serpientes o lagartos, sino de una variedad inmensa que engloba tortugas, cocodrilos, camaleones, tuátaras y otros reptiles que habitan desde los desiertos abrasadores hasta los frondosos bosques tropicales. Recientes estudios, publicados por grupos científicos internacionales en revistas de referencia como Nature, han puesto cifras claras sobre la mesa: más de dos de cada diez especies de reptiles están amenazadas de desaparecer. ¿Por qué están en peligro? ¿Cuáles son los reptiles más afectados? ¿Qué se puede hacer para frenarlo? Aquí vas a encontrar todas las respuestas, datos recientes y la perspectiva global más completa para comprender de verdad la situación y las amenazas que ponen contra las cuerdas a estos fascinantes animales.
La magnitud del problema: número de especies amenazadas y su evaluación

La evaluación más reciente sobre el estado de conservación de los reptiles, liderada por NatureServe, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y Conservation International, ha analizado exhaustivamente 10.196 especies de reptiles en el planeta. Este análisis supera los estudios anteriores, que evaluaban solo una fracción del total conocido. Los resultados son alarmantes: al menos 1.829 especies están en peligro de extinción, representando un 21% de los reptiles estudiados.
Esta proporción supera la amenaza que enfrentan las aves (13,6%) y se acerca a la de los mamíferos (25,4%), aunque todavía es menor que la de los anfibios, donde el 40,7% está en riesgo. La lista de reptiles en situación crítica incluye desde tortugas y cocodrilos hasta especies menos conocidas como tuátaras o lagartos insulares, con más de 400 especies clasificadas como «en peligro crítico».
¿Qué especies de reptiles están más amenazadas?

El riesgo de extinción no afecta por igual a todas las especies. Las tortugas y los cocodrilos están en la peor situación: el 57,9% de las tortugas evaluadas y el 50% de los cocodrilos están amenazados bajo alguna categoría de la UICN (‘vulnerables’, ‘en peligro’, ‘en peligro crítico’). Algunos ejemplos representativos son:
- Gavial de la India: Exclusivo del subcontinente indio, gravemente amenazado por la destrucción de ríos y la caza.
- Tortuga gigante de Santiago: Endémica de las Islas Galápagos, sufre por la presión humana y especies introducidas.
- Camaleón de nariz extraña: Una rareza seriamente amenazada por el avance agrícola y la pérdida de bosque.
- Lagarto gigante de Tenerife: Uno de los reptiles insulares más amenazados del planeta.
Asimismo, otras especies emblemáticas que han sido gravemente recategorizadas como «en peligro crítico» en los últimos años son:
- Cocodrilo cubano (Crocodylus rhombifer): Endémico de Cuba, su existencia está en riesgo por la caza furtiva y la hibridación con cocodrilos americanos.
- Tortuga de cuello oculto de Madagascar (Erymnochelys madagascariensis): Amenazada por la caza para subsistencia y la captura incidental en actividades pesqueras.
- Tortuga radiada (Astrochelys radiata) y Tortuga araña (Pyxis arachnoides): Especies malgaches con un declive alarmante por la sobreexplotación y pérdida de hábitat, que pasaron de «vulnerables» a «en peligro crítico».
- Tortuga de cola plana (Pyxis planicauda): En situación delicada por deforestación y comercio ilegal.
Las amenazas más serias: actividades humanas, hábitats y riesgos emergentes
La causa principal del declive acelerado es, sin duda, la actividad humana. La deforestación, la expansión agrícola y ganadera, la urbanización y la introducción de especies exóticas son los factores que más presionan a los reptiles, compitiendo por el espacio, eliminando hábitats y, en muchos casos, llevándolos al borde de la extinción. Los estudios señalan que los bosques tropicales son especialmente afectados, donde el 30% de los reptiles que allí viven están en riesgo de desaparecer, en comparación con el 14% en zonas áridas como desiertos y matorrales.
Otra amenaza importante es la caza, que afecta particularmente a tortugas y cocodrilos. Además, el comercio ilegal internacional de especies para carne, caparazón, piel o mascotas exóticas pone a muchas poblaciones en peligro de extinción, ya que se trata de un mercado poco regulado. La presencia de especies invasoras —como mamíferos depredadores en islas— también provoca una caída drástica en las poblaciones de lagartos y reptiles insulares.
La pérdida de hábitat por tala y conversión de bosques en pastizales o tierras agrícolas, junto a la contaminación de ríos y humedales, agravan la situación. En algunos casos, el cambio climático comienza a ser una amenaza futura significativa, afectando la distribución y el equilibrio de sexos de reptiles cuyo sexo depende de la temperatura de incubación, como sucede con muchas tortugas.
Impacto global: áreas de mayor riesgo y biodiversidad perdida

Las regiones donde se concentran las especies más amenazadas son, principalmente, el Caribe, el norte de los Andes, África occidental, Madagascar y el sudeste asiático. Otros puntos críticos incluyen los desiertos del Kalahari, Karoo y Sáhara, así como zonas montañosas de Eurasia y algunas áreas de Norteamérica. Se estima que si las 1.829 especies en peligro llegaran a extinguirse, perderíamos de golpe 15.600 millones de años de historia evolutiva, una pérdida que no solo representa la desaparición de millones de años de adaptación, sino la pérdida de biodiversidad que sustenta los ecosistemas en los que habitan.
¿Protección indirecta o acciones específicas? El papel de las áreas protegidas
Un hallazgo interesante es que, a pesar de haber recibido tradicionalmente menos atención que otros grupos, muchos reptiles han resultado “protegidos por carambola”: la creación de reservas y políticas dirigidas a aves, mamíferos o anfibios, han beneficiado indirectamente a otros reptiles que comparten hábitats con animales más “carismáticos”.
No obstante, hay numerosos reptiles en peligro que viven fuera de zonas protegidas, por lo que requieren acciones específicas y planes de conservación dirigidos a ellos. La variedad de hábitats en que se desarrollan —desde islas hasta vastos sistemas forestales y humedales— hace imprescindible actuar de forma prioritaria en los ecosistemas donde la amenaza es mayor.
Soluciones y retos de futuro para la conservación de reptiles
Aunque el panorama puede parecer desalentador, existen avances y estrategias prometedoras. Entre ellas, ampliar e identificar nuevas áreas protegidas que eviten la fragmentación y pérdida de hábitats. La reforestación, campañas contra el comercio ilegal y la caza también son necesarios.
El control de especies invasoras, especialmente en islas, requiere campañas sostenidas. Además, es fundamental invertir en investigación y seguimiento de poblaciones para disponer de datos precisos sobre el estado de las especies y definir acciones concretas.
Por último, es clave potenciar la sensibilización social e institucional respecto al valor ecológico y la belleza de los reptiles. Fomentar la empatía puede facilitar la obtención de fondos y el apoyo para proyectos de conservación, evitando que especies menos conocidas desaparezcan sin ser detectadas a tiempo.
La protección de los reptiles es vital para mantener el equilibrio de los ecosistemas y preservar una historia evolutiva que requiere medidas urgentes y específicas. La pérdida de estas especies implica también la desaparición de una biodiversidad invaluable, que ha logrado adaptarse a una variedad de ambientes durante millones de años y que continúa siendo fundamental para el funcionamiento saludable del planeta.
