Qué es la energía distribuida y cómo está impulsando la transición hacia las energías renovables

  • La energía distribuida permite generar electricidad cerca del punto de consumo usando fuentes renovables y diversas tecnologías.
  • Reduce las pérdidas en el transporte, aumenta la fiabilidad del sistema eléctrico y fomenta el autoconsumo y la resiliencia energética.
  • Con una regulación favorable y el apoyo de tecnologías como el hidrógeno verde y las smart grids, impulsa la transición hacia un modelo energético sostenible y descentralizado.

Energía distribuida

¿Has notado que últimamente se habla cada vez más de energía distribuida y su vínculo con el auge de las energías renovables? Este concepto, que hasta hace unos años parecía reservado a expertos y visionarios, se ha convertido en clave para entender cómo está cambiando la forma en que producimos y consumimos electricidad en todo el mundo.

En este artículo encontrarás un recorrido exhaustivo y claro por todo lo que rodea a la energía distribuida: sus principios, ventajas, desafíos, tecnología, diferentes tipos, su conexión con el autoconsumo y las renovables, el papel de la regulación, y su potencial como motor de la transición energética. Prepárate para descubrir cómo funciona esta revolución energética y cómo podría transformar tu día a día.

¿Qué es la energía distribuida?

La energía distribuida, también conocida como generación distribuida o descentralizada, es un modelo en el que la producción de electricidad se reparte a través de un conjunto de pequeñas instalaciones cercanas a los puntos de consumo. Esto supone una ruptura con el sistema tradicional, en el que grandes centrales eléctricas situadas lejos de las ciudades generaban la electricidad que luego debía transportarse durante kilómetros hasta los usuarios.

Gracias a la energía distribuida, usuarios, comunidades y empresas pueden producir, consumir e incluso vender su propia energía. Para ello, se aprovechan recursos energéticos locales y tecnologías como placas solares fotovoltaicas, aerogeneradores de pequeña escala, microturbinas hidráulicas, biomasa, cogeneración y, cada vez más, soluciones avanzadas basadas en almacenamiento y redes inteligentes.

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Origen y evolución del modelo energético: de la centralización a la descentralización

Microgeneración renovable

La centralización ha sido durante décadas la norma en la producción y distribución energética. Las grandes centrales térmicas, hidroeléctricas o nucleares convertían la energía en electricidad y la remitían a largas distancias gracias a complejas infraestructuras de alta y media tensión. Este esquema respondía a razones económicas, de seguridad y medioambientales propias de cada tecnología. Por ejemplo, una central hidroeléctrica se situaba en grandes embalses, mientras que las centrales térmicas o nucleares se instalaban lejos de zonas pobladas.

Con el tiempo, la búsqueda de eficiencia y sostenibilidad ha impulsado la aparición de la generación distribuida. El crecimiento de las urbes, la explosión de la demanda eléctrica y la necesidad de reducir pérdidas y emisiones, junto con el abaratamiento de tecnologías renovables, han hecho rentable y viable la producción cercana al consumo.

Características esenciales de la generación distribuida

La energía distribuida presenta una serie de características que la distinguen de los sistemas tradicionales:

  • Proximidad al consumo: Las pequeñas fuentes de generación están situadas cerca o incluso en el propio punto de consumo, ya sea un hogar, una empresa, un edificio público, o una comunidad energética.
  • Diversidad de tecnologías: Se pueden utilizar múltiples fuentes (solar, eólica, hidráulica, biomasa, cogeneración, etc.), lo que otorga flexibilidad y adaptabilidad.
  • Pocas pérdidas en transporte: Al acortar el trayecto entre generación y consumo, se reducen las pérdidas eléctricas, que en los sistemas centralizados pueden llegar a suponer hasta el 10% de la energía total generada.
  • Mejor fiabilidad: El sistema es más resistente: si falla una fuente, las demás siguen cubriendo la demanda, lo que limita los apagones generalizados.
  • Flexibilidad y escalabilidad: Las instalaciones de pequeña y mediana escala permiten adaptarse al crecimiento de la demanda de forma orgánica y modular.
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Tipos de generación distribuida: del sol al hidrógeno

Dentro del paraguas de la energía distribuida conviven diferentes tecnologías y aplicaciones. Las más destacadas son:

  • Generación solar distribuida: El uso de paneles solares fotovoltaicos en tejados, viviendas, edificios industriales o infraestructuras públicas es el ejemplo más visible y extendido. Permiten tanto autoconsumo como vertido de electricidad sobrante a la red.
  • Generación eólica distribuida: Pequeñas turbinas eólicas instaladas en zonas urbanas, rurales o en propiedades privadas, proporcionando electricidad de proximidad.
  • Microhidráulica: Aprovecha pequeños saltos de agua en corrientes o ríos cercanos, ideal en zonas rurales y remotas.
  • Biomasa y biogás: Utilización de restos orgánicos para producir electricidad y calor a pequeña escala, muy común en entornos rurales o industriales.
  • Cogeneración y trigeneración localizada: Sistemas que producen de manera eficiente energía eléctrica y térmica (y en el caso de la trigeneración, también frío) en un mismo punto, aprovechando el calor sobrante.
  • Hidrógeno verde: Aunque aún en fase incipiente, se perfila como vector clave para almacenar y suministrar energía renovable en sectores no electrificables o para dotar de flexibilidad a la red.

Gracias a esta diversidad, la generación distribuida se adapta tanto a zonas urbanas como rurales y a las necesidades específicas de hogares, empresas o comunidades energéticas.

La microgeneración: energía en edificios y espacios públicos

La microgeneración es una forma concreta de energía distribuida basada en instalaciones de muy baja potencia, generalmente por debajo de los 1.000 kW. Suelen localizarse en edificios, tejados, pequeñas empresas o infraestructuras como farolas inteligentes. Destacan por su polivalencia, la facilidad de instalación y la capacidad de reducir la dependencia del sistema general.

Los dispositivos empleados pueden ser desde placas solares hasta aerogeneradores de tamaño reducido o microturbinas hidráulicas para autoconsumo, con la opción de verter excedentes a la red y beneficiar así a la comunidad.

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Ventajas de la energía distribuida y su protagonismo en la transición energética

Transición energética renovable

La generación distribuida aporta beneficios en numerosos frentes, tanto para los usuarios individuales como para el conjunto de la sociedad y la economía:

  • Reducción de pérdidas energéticas: Al acortar el recorrido de la electricidad, las pérdidas de transporte disminuyen notablemente, lo que se traduce en un uso más eficiente y sostenible de los recursos.
  • Mejora de la resiliencia y la fiabilidad: La existencia de múltiples fuentes de generación diseminadas por todo el territorio hace que un fallo puntual no afecte gravemente al sistema. Esto se traduce en menos apagones y mayor calidad del suministro eléctrico.
  • Facilita el autoconsumo y la independencia energética: Los usuarios pueden producir, gestionar y consumir su propia electricidad, lo que reduce la dependencia de grandes compañías eléctricas y otorga mayor control sobre el gasto.
  • Impulsa la integración de energías renovables: La energía distribuida se basa mayoritariamente en fuentes verdes (solar, eólica, biomasa, hidroeléctrica), lo que supone una reducción directa de emisiones de CO2 y otros contaminantes.
  • Estímulo económico local: Fomenta la creación de empleo y la inversión en proximidad, al dinamizar cadenas de valor locales para la instalación, mantenimiento y gestión de equipos renovables.
  • Desarrollo social: Facilita el acceso a la electricidad en zonas apartadas o vulnerables y permite que comunidades enteras se organicen para generar y compartir la energía.
  • Ahorro económico: El autoconsumo, sumado a menores pérdidas y costes de transporte, contribuye a reducir la factura eléctrica de hogares, negocios y administraciones públicas.
  • Disminución de la dependencia externa: Al producir la energía en el propio territorio, se reduce la exposición a los vaivenes de precios de mercados internacionales o a problemas de importación.

La conexión entre energía distribuida y redes inteligentes

El nuevo modelo energético depende, en gran medida, de la digitalización y del despliegue de redes inteligentes (smart grids). Estas infraestructuras tecnológicas permiten gestionar flujos bidireccionales de energía (de los grandes centros a los hogares y también a la inversa cuando los usuarios vierten sus excedentes a la red), adaptando la producción en tiempo real a la demanda.

Las smart grids también facilitan: la integración de sistemas de almacenamiento de energía (como baterías), una mayor participación de los consumidores-prosumidores, y una gestión eficiente de recursos para evitar sobrecargas, cortes o desequilibrios.

Uno de los retos técnicos ha sido que las redes eléctricas tradicionales no estaban diseñadas para este flujo bidireccional, por lo que se requieren inversiones en tecnología, inversores, almacenamiento y control.

Principales retos y desafíos de la energía distribuida

A pesar de sus ventajas, la energía distribuida enfrenta varios desafíos:

  • Actualización de la infraestructura: Las redes de distribución convencionales necesitan adaptarse para soportar la conexión y gestión de múltiples pequeños generadores, además de evitar congestiones y riesgos de desconexión.
  • Almacenamiento y variabilidad: Las renovables, que son la base del modelo distribuido, presentan incertidumbre (el sol no siempre brilla, ni el viento sopla a diario). Por ello, resulta esencial contar con soluciones de almacenamiento, como baterías o alternativas como el hidrógeno verde.
  • Regulación y normativa: Hasta hace poco, la regulación no favorecía el desarrollo de la generación distribuida. Actualmente, países como España han eliminado trabas como el ‘impuesto al sol’, han creado incentivos fiscales y regulan la retribución de excedentes vertidos a la red.
  • Coste de inversión inicial: A pesar de la bajada de precios de las tecnologías, la inversión inicial en equipos de autoconsumo aún puede ser una barrera, aunque existen cada vez más alternativas de financiación.
  • Concienciación y formación: Es necesario informar y educar a la sociedad sobre estos sistemas para que aumente la adopción y proliferación de proyectos de autoconsumo y comunidades energéticas.

El papel de la regulación y los incentivos

La legislación es un factor esencial para el despegue de la generación distribuida. En España y otros países, los últimos años han traído importantes avances normativos que eliminan peajes y cargos para la energía de autoconsumo, promueven incentivos fiscales, facilitan la financiación, y simplifican la tramitación para pequeñas instalaciones.

Además, se regulan dos modalidades: la que no genera excedentes (autoconsumo total) y la que sí vierte la energía sobrante a la red, con un sistema de compensación económica. Todo ello ha dinamizado la implantación de energías limpias en hogares, empresas y comunidades.

Ejemplos prácticos y nuevas tendencias

Qué es la energía distribuida y cómo impulsa la transición hacia energías renovables-9

Las aplicaciones de la generación distribuida son cada vez más variadas. Desde viviendas particulares con paneles solares, pasando por comunidades energéticas locales que comparten instalaciones y eficiencia, hasta la electrificación rural a través de microredes y la integración de vehículos eléctricos con capacidad bidireccional para almacenar y inyectar energía.

Además, el «Internet de la Energía» se perfila como el futuro de la gestión energética: una infraestructura digitalizada donde productores y consumidores interactúan de forma automatizada, equilibrando el sistema y permitiendo la máxima penetración de renovables.

El hidrógeno verde como aliado de la generación distribuida

El hidrógeno verde está llamado a ser un complemento ideal para la generación distribuida. Permite almacenar excedentes renovables y cubrir la demanda en sectores difíciles de electrificar, como transporte pesado o procesos industriales. La hibridación de instalaciones renovables con plantas de producción de hidrógeno y sistemas de almacenamiento contribuirá a crear un sistema mucho más robusto, flexible y sostenible. España, por ejemplo, ya contempla la instalación de cientos de megavatios de electrolizadores en puntos cercanos al consumo en los próximos años.

La energía distribuida está sentando las bases de un modelo energético más limpio y eficiente, donde productores y consumidores se convierten en protagonistas activos. El desarrollo de las tecnologías digitales, el almacenamiento, la normativa favorable y el impulso de la sociedad hacia la sostenibilidad están acelerando esta transición. Se trata de una transformación profunda que repercute en la economía, el medioambiente y la propia organización social, con capacidad real para transformar nuestras ciudades, empresas y hogares en espacios más autónomos y responsables energéticamente.

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