
En los últimos años, el sector del biogás ha experimentado un crecimiento notable en España y Europa, impulsado por la necesidad de avanzar hacia modelos más sostenibles y una economía circular real. Distintas regiones han visto cómo se multiplican los proyectos, tanto de desarrollo tecnológico como de nuevas plantas, que no solo buscan gestionar residuos de manera eficiente, sino también producir energía renovable e incluso fertilizantes. Sin embargo, este auge viene acompañado de retos sociales, legales y técnicos que han generado intensos debates en municipios y administraciones.
Numerosos proyectos de plantas de biogás están en marcha, especialmente en zonas rurales y ganaderas, donde su implantación puede ser clave en la gestión de residuos y en la generación de valor añadido. La regulación, la transparencia en los procesos administrativos y la aceptación social de estas iniciativas, se han convertido en ejes fundamentales para su consolidación y éxito.
Tecnología innovadora para aumentar la eficiencia del biogás

La apuesta por la investigación científica en el campo del biogás ha dado frutos muy valiosos, como demuestra el trabajo del grupo Ingeniería para la Economía Circular de la Universidad de Alicante. Su investigación encaminada a valorizar residuos agrícolas ha permitido desarrollar nanopartículas de hierro recubiertas de carbono de tamaño minúsculo que, utilizadas como aditivo en las plantas de biogás, consiguen acelerar hasta en un 40% la producción de gas y mejorar su calidad. Este hallazgo, hoy materializado en la empresa Calpech, reduce notablemente los costes de producción de estas nanopartículas en comparación con los métodos tradicionales y ofrece ventajas únicas, como la eliminación de sustancias indeseables y corrosivas dentro de los procesos de digestión, mejorando así la rentabilidad de las instalaciones.
Además de su aplicación directa en el sector del biogás, esta innovación abre nuevas líneas de actuación en la descontaminación de suelos y aguas, la elaboración de fertilizantes y el desarrollo de catalizadores para procesos industriales y energéticos de última generación.
Crecimiento de grandes plantas de biogás en Europa y España
El impulso a gran escala también viene de la mano de instalaciones emblemáticas como la planta de Seine Aval, en las afueras de París. Liderada por el consorcio Suez, esta infraestructura es la más grande de su tipo en Francia, capaz de procesar unos 130.000 toneladas anuales de lodos urbanos. Con una capacidad de producción de 350 GWh al año, cubre más de la mitad de las necesidades energéticas de la planta de aguas residuales de la región, al tiempo que favorece la autosuficiencia y la reducción de la huella medioambiental. El avance tecnológico, con sistemas de digestión termofílica más eficientes como Digelis® Fast, ha propiciado una notable reducción en el consumo energético y el espacio necesario para su funcionamiento.
Nuevas plantas y debates sociales en Castilla y León, Aragón y Cataluña
Diversas provincias españolas, como Zamora y León, han visto proliferar proyectos para instalar plantas de biogás de gran capacidad, muchas de ellas orientadas al aprovechamiento de purines, estiércol y residuos agrícolas. Por ejemplo, el proyecto de Villardondiego gestionará hasta 198.000 toneladas de residuos anuales, en su mayoría procedentes del sector ganadero y agrícola local, y prevé una operativa intensa con numerosos camiones diarios. Estas instalaciones ofrecen oportunidades de creación de empleo y valorización de residuos, aunque también despiertan preocupación entre la población debido a los posibles impactos ambientales y molestias, como los malos olores o el aumento del tráfico pesado.
En localidades como Valencia de Don Juan, la tramitación de varias plantas de biogás avanza tras la obtención de permisos ambientales, aunque enfrenta retrasos administrativos por la falta de recursos técnicos en la administración. Otros municipios, como Barbastro (Aragón), han generado polémica por la supuesta falta de transparencia respecto a los proyectos en curso, donde se discute tanto la afección sobre el entorno y la calidad de vida como la manera en que se comunica la información a los vecinos.
El debate sobre el modelo de desarrollo y la integración de estas plantas en el entorno también se vive en Cataluña, donde un consorcio internacional ha proyectado una macroplanta en La Sentiu de Sió. La iniciativa ha sido recibida con preocupación por los alcaldes de la zona, que alertan de los efectos asociados al transporte de cientos de miles de toneladas de residuos y la presión sobre las infraestructuras locales. Los promotores, por su parte, defienden el carácter sostenible del proyecto y el compromiso con la economía circular, asegurando la reutilización de los residuos y la implicación de numerosos ganaderos en la iniciativa.
Controversias políticas y legales sobre la regulación del biogás
El proceso de autorización de nuevas plantas ha dado lugar a tensiones políticas y legales en algunas comunidades autónomas. En Castilla y León, responsables políticos han acusado a la Junta de permitir la implantación de instalaciones sin una normativa autonómica clara, lo que genera inseguridad jurídica y preocupa a la ciudadanía, especialmente por el tránsito de residuos y los olores. Debates similares surgen respecto a la tramitación de los permisos y la falta de regulación sectorial, así como la necesidad de consensuar modelos de desarrollo que protejan el entorno y los intereses de los vecinos.
La participación de inversores, empresas privadas y administraciones públicas en estas iniciativas remarca la importancia de establecer marcos claros de transparencia y cooperación para evitar conflictos y garantizar el desarrollo ordenado de la industria del biogás.
El biogás se posiciona como una alternativa energética renovable y como motor de la economía circular. La incorporación de nuevas tecnologías y el diálogo social y político serán determinantes para aprovechar su potencial, disminuir impactos y contribuir a un futuro más sostenible.