Los mares y océanos están enfrentando una degradación sin precedentes debido a las actividades humanas. Esta crisis afecta no solo a la vida marina, sino también a los ecosistemas globales y a los servicios esenciales que los océanos nos proporcionan, como la regulación climática y la absorción de dióxido de carbono (CO2).
El impacto humano sobre los océanos no se limita solo a la sobrepesca, sino que incluye contaminación plástica, vertidos químicos, aumento de las temperaturas debido al cambio climático, y más. Estos factores están acelerando la degradación de estos ecosistemas cruciales.
Degradación de los océanos
Investigadores de diversas instituciones científicas, entre ellas el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales y el Instituto Español de Oceanografía, han alertado sobre el rápido deterioro de los océanos en las últimas dos décadas. Las causas de esta tendencia se multiplican, afectando a la biodiversidad marina y a los ciclos biogeoquímicos fundamentales del planeta, como el ciclo del carbono y el ciclo del oxígeno.
Entre las principales amenazas para los océanos se incluyen la contaminación plástica, el vertido de productos químicos nocivos y el incremento de los niveles de CO2, que generan fenómenos como la acidificación de los océanos. Este proceso perjudica gravemente a las especies calcificadoras como los corales y moluscos, las cuales dependen del carbonato de calcio para construir sus estructuras. La pérdida de biodiversidad no solo amenaza la vida marina directamente, sino también la seguridad alimentaria de millones de personas en el mundo.
Otro problema crítico es la expansión de zonas muertas, es decir, áreas hipoxicas donde la cantidad de oxígeno disuelto es insuficiente para que la mayoría de vida marina sobreviva. Este fenómeno se ha incrementado debido a la eutrofización, producida por el exceso de nutrientes, como nitrógeno y fósforo provenientes de la agricultura y la actividad industrial. Dichos residuos, al ser arrastrados por ríos hacia los océanos, generan un crecimiento masivo de algas que consume el oxígeno, creando estas zonas sin vida.
Por lo tanto, resulta imprescindible mejorar la gestión de residuos y adoptar prácticas agrícolas sostenibles para reducir la contaminación marina.
Los bosques animales marinos
El concepto de «bosques animales» hace alusión a las comunidades bentónicas que viven en el fondo del mar, que incluyen corales, gorgonias, esponjas y bivalvos. Estas estructuras se asemejan a un bosque debido a su interconexión y a sus múltiples interacciones biológicas, ayudando a mantener el equilibrio del ecosistema marino.
Estos ecosistemas marinos cubren gran parte del planeta, ya que los océanos abarcan el 70% de la superficie de la Tierra y concentran el 90% de la vida en ella. Sin embargo, al igual que los bosques terrestres, los bosques marinos están bajo amenaza. La sobreexplotación de los recursos naturales, el cambio en las temperaturas del agua y la contaminación están llevando a una pérdida drástica de biodiversidad en estos ecosistemas, lo que a su vez hace que sea más difícil que recuperen su funcionalidad plena.
Según expertos, apenas conocemos un 5% de la biodiversidad marina. Esto significa que estamos perdiendo no solo organismos, sino también el acceso a importantes descubrimientos científicos y medicinas potenciales.
Impacto del cambio climático en los océanos
El cambio climático ha sido una de las principales causas del deterioro de la biodiversidad marina. La temperatura media de los océanos ha incrementado significativamente desde los años 70, lo que ha causado desastres como la decoloración masiva de los corales. Las olas de calor marinas son cada vez más frecuentes y afectan a una amplia gama de fauna y flora marina, así como a las cadenas alimenticias en las que participan.
Un impacto notable del calentamiento oceánico es la expansión de las sustancias químicas en el agua, como los PFAS y los metales pesados, que al acumularse en los organismos, gradualmente envenenan a la fauna marina y se incluyen en la cadena alimenticia humana. Estos contaminantes afectan desde las especies más pequeñas, como el plancton, hasta las grandes ballenas y peces comerciales.
También está cada vez más demostrado que los océanos están perdiendo biodiversidad a medida que las especies se desplazan hacia latitudes más altas, buscando temperaturas más frescas. Si el calentamiento global continúa al ritmo actual, más del 50% de las especies marinas pueden llegar a la extinción para el año 2100.
La acidificación de los océanos también juega un rol decisivo en la degradación de los ecosistemas marinos. A medida que el CO2 es absorbido por los océanos, disminuye el pH del agua, debilitando a organismos como los corales, que dependen de la calcificación para formar sus arrecifes. Esto no solo tiene consecuencias sobre la biodiversidad, sino también sobre las actividades humanas, como el turismo y la pesca, que dependen de estos ecosistemas.
Contaminación marina: plásticos y productos químicos
La contaminación plástica se ha convertido en uno de los mayores desafíos para los océanos. Según estimaciones recientes, existen alrededor de 8 millones de toneladas de residuos plásticos que ingresan a los océanos cada año. Estos plásticos se fragmentan en microplásticos que son ingeridos por los organismos marinos y terminan afectando a la fauna que depende de ellos, incluidos los seres humanos.
Recientes estudios han demostrado que los microplásticos se encuentran presentes en la cadena alimentaria humana. Se ha detectado plástico en mariscos, peces y hasta en productos procesados que consumimos a diario. Esto pone en serio riesgo la salud humana, ya que estos plásticos liberan compuestos tóxicos como los aditivos de los productos de limpieza y de higiene personal.
Un ejemplo trágico de la contaminación química se observa en el Mar Menor, donde la eutrofización causada por el exceso de nutrientes químicos ha provocado una masiva mortandad de peces. Este fenómeno está vinculado directamente a las malas prácticas agrícolas y vertidos sin control, que no solo afectan a los ecosistemas, sino también a economías locales que dependen de la pesca y el turismo.
No obstante, el plástico no es el único contaminante que preocupa. Los vertidos de petróleo, aunque menos frecuentes, causan daños catastróficos en cada incidente. Esta sustancia cubre la superficie del agua y se adhiere a las plumas de las aves y a la piel de los mamíferos marinos, dejándolos vulnerables al frío y la inanición. Además, el petróleo se extiende más allá de la superficie, afectando a todo el ecosistema marino y alterando las cadenas tróficas.
Sobrepesca y explotación de recursos marinos
Además de la contaminación, la sobrepesca es uno de los mayores problemas que enfrentan los océanos. La sobreexplotación de los recursos pesqueros ha llevado a un declive significativo en las poblaciones de muchas especies de peces. Datos recientes muestran que más del 33% de las pesquerías del mundo se encuentran en niveles de explotación insostenibles.
La pesca de arrastre, una técnica altamente destructiva, no solo agota rápidamente las poblaciones de peces, sino que también destruye hábitats marinos sensibles, como los corales y las praderas submarinas. Estas prácticas están afectando a la biodiversidad marina y también a las economías locales que dependen de los recursos pesqueros.
La creación de nuevas regulaciones, como la protección del 30% de los océanos para 2030, podría ofrecer una solución a largo plazo para permitir la recuperación de los ecosistemas marinos. Las Áreas Marinas Protegidas (AMP) son fundamentales para regular la pesca, controlar la contaminación y restaurar los hábitats.
Afortunadamente, se están produciendo avances en la creación de nuevas regulaciones a nivel internacional, encabezadas por organizaciones como la ONU. El Tratado Global de los Océanos que se espera aprobar pronto será clave en la protección no solo de áreas nacionales, sino también de aguas internacionales, donde la explotación sin control ha tenido un impacto significativo. Esto involucraría a la comunidad internacional en la gestión sostenible de uno de los recursos más importantes para nuestro planeta: los océanos.
La situación de los océanos es crítica, pero no irreversible. Las acciones que tomemos hoy pueden marcar la diferencia no solo para las generaciones actuales, sino también para las futuras. Desde la reducción del uso de plásticos hasta la adopción de políticas agresivas para luchar contra el cambio climático, podemos revertir el daño causado y restaurar los océanos a su esplendor anterior.