El proceso se produce porque en el fondo de las represas que se encuentran en áreas tropicales se acumula vegetación muerta, que al descomponerse esta materia orgánica genera una emisión de metano que sale a la superficie.
Estas emisiones representas alrededor de 1,6 % de emisiones de gases de efecto invernadero a escala mundial o la suma de 18 millones de toneladas de metano generadas por los 186.500 km cuadrados de agua embalsada en la zona tropical.
El metano es un gas que contamina hasta 34 veces más que el CO2 por lo que es para tener en cuenta.
Esto demuestra que la producción de energía hidroeléctrica no es inocua para el medio ambiente sino que tiene efectos sobre el.
Es importante tener en cuenta esta realidad antes de seguir instalando represas en el trópico sin demasiado análisis.
Los embalses de poco tamaño y bien ubicados son una fuente energía limpia, pero cuando se construyen obras hidráulicas faraónicas y en zonas inadecuadas generan más efectos negativos que positivos.
Las zonas tropicales son muy sensibles y frágiles ecosistemas por lo que hay que evaluar bien antes de construir represas en estos lugares.
Las represas que se encuentran en el trópico están colaborando en aumentar las emisiones de dióxido de carbono debido a que las altas temperaturas generan mayor producción y degradación de material vegetal.
Además en general los terrenos tienen poco desnivel por lo que los embalses deben ser más extensos para suplir este aspecto.
Actualmente hay varios proyectos hidroeléctricos en Brasil y otros países con zonas tropicales que deberían revaluar la conveniencia de este tipo de emprendimiento.
Realizar un correcto análisis costo-beneficio teniendo en cuenta todas las variables ambientales es vital para tomar las decisiones correctas y evitar que se produzcan efectos negativos a causa de este tipo de obra.
FUENTE: Europapress
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