El incierto futuro de los combustibles fósiles en el Ártico

  • El Ártico contiene el 13% del petróleo no descubierto y el 30% del gas natural.
  • La extracción en el Ártico podría no ser rentable debido al costo y las condiciones extremas.
  • El cambio climático afecta drásticamente la región, acelerando el deshielo y alterando el ecosistema.

futuro de los combustibles fósiles en el ártico

Desde hace años se ha estado debatiendo sobre la extracción de petróleo y gas natural en el Ártico, una de las últimas grandes regiones inexploradas en cuanto a recursos de combustibles fósiles. Según varios estudios y expertos, incluso con estas grandes reservas presentes, es posible que gran parte de estos combustibles permanezcan bajo tierra debido a su falta de rentabilidad y al aumento en la competitividad de las energías renovables. En este artículo, indagaremos en el futuro de estas reservas, el papel del Ártico en el cambio climático y las implicaciones geopolíticas y económicas de su explotación.

El Ártico alberga enormes cantidades de recursos: se estima que concentra alrededor del 30% de las reservas de gas natural no descubiertas y el 13% de las reservas de petróleo no extraídas. Sin embargo, las condiciones extremas de la región hacen que la extracción de estos recursos sea técnicamente complicada y muy costosa. Además, el creciente dinamismo en el sector de las energías renovables está cambiando el panorama energético global, llevando a muchos países a replantearse la rentabilidad de explotar estas reservas.

El contexto climático y el impacto del deshielo en el Ártico

El Ártico se está calentando tres veces más rápido que el resto del planeta debido al cambio climático, lo que tiene efectos devastadores en la región y más allá. El derretimiento del hielo no solo está alterando los ecosistemas y la biodiversidad local, sino que también está afectando las corrientes oceánicas y contribuyendo al aumento del nivel del mar. A medida que el hielo se derrite, se expone el suelo oscuro del Ártico, el cual absorbe más calor del sol, exacerbando aún más el calentamiento global en un proceso conocido como el efecto albedo.

Este deshielo, además, está facilitando el acceso a los recursos fósiles del Ártico, haciendo que la industria petrolera y del gas vea la región como una oportunidad. Sin embargo, este fenómeno trae consigo tanto riesgos como oportunidades, ya que la extracción de estos recursos podría acelerar aún más los efectos del cambio climático.

Los expertos en cambio climático coinciden en que, a largo plazo, no podemos seguir dependiendo de los combustibles fósiles. Según un estudio de la University College de Londres, para mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5 ºC, será necesario dejar sin extraer el 60% del petróleo y el 90% del carbón. Esto incluye, por supuesto, las reservas árticas, lo que plantea serias dudas sobre la viabilidad de su explotación.

consecuencias del deshielo del Ártico

Reservas árticas: ¿una oportunidad económica o una trampa climática?

El Ártico es una región geopolíticamente compleja. Una parte significativa de las reservas de petróleo y gas del Ártico se encuentra bajo jurisdicción de países como Estados Unidos, Canadá, Noruega, Rusia y Dinamarca. Estos países ven la explotación de estos recursos como una manera de apuntalar sus economías mediante la exportación de hidrocarburos. Sin embargo, el costo económico y ambiental de extraer estos recursos es altísimo.

  • El costo por barril de petróleo en el Ártico es entre 30% y 50% más alto en comparación con otras regiones más accesibles.
  • Las condiciones climáticas extremas y la falta de infraestructura aumentan los riesgos de accidentes y derrames.
  • El compromiso global con la reducción de carbono y el aumento de las energías renovables están disminuyendo la demanda de combustibles fósiles a largo plazo.

A pesar de estas dificultades, empresas como Gazprom y ConocoPhillips están explorando activamente la explotación del Ártico. Gazprom, por ejemplo, ha iniciado perforaciones en el Mar de Kara, y se espera que incremente su producción en un 14% para el año 2030. Por su parte, ConocoPhillips ya ha recibido el visto bueno para comenzar con el proyecto Willow en Alaska, uno de los más grandes en el Ártico estadounidense.

Además, la creciente influencia de potencias no árticas como China e India está introduciendo nuevos actores en la lucha por los recursos árticos. Estos países buscan establecer alianzas comerciales para asegurar el acceso a las materias primas que escasean en otras partes del mundo, como el cobre, el níquel y las tierras raras.

La transición energética y su impacto en las reservas del Ártico

Todo esto ocurre en un contexto donde las energías renovables, como la eólica, solar e hidráulica, están ganando cada vez más terreno frente a los combustibles fósiles. Países como Noruega, que tradicionalmente han sido grandes productores de petróleo, están comenzando a diversificar sus economías para no depender tanto de los hidrocarburos.

Noruega, por ejemplo, ha establecido una comisión de estudio de su modelo energético que concluye que no va a extraer todas las reservas de hidrocarburos que posee y que es necesario diversificar su Producto Interno Bruto (PIB) para generar otro tipo de riqueza, principalmente a partir de fuentes renovables. Este fenómeno se está replicando en otros países productores de petróleo, ya que la creciente eficiencia y competencia en el sector de las energías renovables está volviendo cada vez menos rentable la extracción de crudo en zonas complejas como el Ártico.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha advertido que la inversión en energías renovables debe multiplicarse por tres si se quieren cumplir los objetivos de reducción de carbono y mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 1,5 ºC. Este cambio de paradigma está afectando directamente la industria de los combustibles fósiles en el Ártico.

¿Podría el Ártico ser el punto de inflexión en la geopolítica energética?

explotación petróleo Ártico Trump propuesta

Con la creciente presión para reducir las emisiones de carbono y el ascenso imparable de las energías renovables, el Ártico ha pasado de ser una región rica en hidrocarburos a un campo de batalla en la lucha contra el cambio climático. La transición hacia una economía más verde no solo está afectando a las grandes corporaciones de combustibles fósiles, sino también a las potencias geopolíticas que dependen de estos recursos.

Rusia, por ejemplo, con su vasto territorio ártico, ha aumentado su inversión en infraestructuras en la región, construyendo gasoductos y plataformas offshore en un intento de capitalizar sus recursos naturales. Sin embargo, las sanciones internacionales, como consecuencia del conflicto en Ucrania, están afectando su capacidad para atraer inversiones extranjeras que resultan clave para el desarrollo de estos proyectos.

Los acuerdos internacionales como el Tratado de Alta Mar y las restricciones geográficas impuestas por algunos bancos como el Santander, también juegan un papel importante en la gobernanza de la región. Estos tratados buscan limitar la explotación de los recursos del Ártico en zonas internacionales, mientras que las políticas de los bancos restringen la financiación de nuevos proyectos de combustibles fósiles en la región.

Por otro lado, las empresas y gobiernos que siguen apostando por los combustibles fósiles en el Ártico podrían enfrentarse a un futuro incierto, ya que la demanda mundial de hidrocarburos probablemente disminuirá a medida que los países avancen en la implementación de políticas de descarbonización.

Aún así, el Ártico sigue siendo una región estratégica en términos globales. Además de los combustibles fósiles, la región contiene minerales esenciales para la producción de tecnologías verdes como el cobre y el níquel. Esto significa que, aunque algunos actores se retiren de la industria del petróleo y el gas, la competición por los recursos del Ártico continuará.

Todo esto nos lleva a preguntarnos, ¿qué ocurrirá con el petróleo del Ártico en el futuro? Por ahora, las señales apuntan a que la explotación de estos recursos podría no ser la apuesta más lucrativa a largo plazo. Sin embargo, las implicaciones económicas y políticas de no utilizar estos recursos aún están lejos de ser resueltas.

El futuro de los combustibles fósiles en el Ártico está marcado por un dilema entre proteger los frágiles ecosistemas de la región y aprovechar los recursos que, en el corto plazo, podrían beneficiar a ciertas economías. Aunque la era de los combustibles fósiles parece estar llegando a su fin, queda por ver si las reservas del Ártico permanecerán en el suelo o si contribuirán a alimentar la demanda energética de un mundo en transición.


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