Cerca de una cuarta parte de China será cubierta por bosques para 2020 si el país es capaz de implementar el ambicioso proyecto conocido como ‘Eco-civilización’, según un nuevo reporte de Naciones Unidas. Este esfuerzo va de la mano con los objetivos del país para reducir significativamente las emisiones de CO2.
El Plan de Eco-civilización se lanzó en el marco de la segunda Asamblea del Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP) en Nairobi, Kenia, y establece metas claras de sostenibilidad. Según el informe, China se compromete a que más del 23% de su superficie esté cubierta de bosques para 2020, un incremento significativo impulsado por proyectos de forestación ambiciosos y ejecutados con una planificación a largo plazo.
Además, este plan también prevé que las ciudades logren un 80% de días con buena calidad del aire al año, lo que representa un desafío considerable en un país que, en años anteriores, ha sido uno de los más contaminantes del mundo.
El Proyecto de ‘Eco-civilización’ en Contexto
El proyecto ‘Eco-civilización’ forma parte de un esfuerzo más amplio hacia la sostenibilidad que busca integrar el desarrollo ecológico con el progreso económico, social, cultural y político. La iniciativa de China está profundamente vinculada a sus Planes Quinquenales, de los cuales el correspondiente a 2016-2020 es clave para este proceso.
En este contexto, la cobertura forestal se considera un componente esencial. Al aumentar los niveles de forestación, no solo se pretende mejorar la calidad del aire, sino también combatir la desertificación y mejorar la gestión de los recursos hídricos. Para finales de 2020, los esfuerzos de reforestación habrían alcanzado el 23% de cobertura forestal en todo el país, revirtiendo décadas de deforestación, sobreexplotación de terrenos y fenómenos climáticos adversos, como las tormentas de arena que afectaban varias regiones.
Estrategias para Alcanzar la Meta del 23% de Cobertura Forestal
Para lograr este ambicioso objetivo, uno de los proyectos clave ha sido el desarrollo del bosque artificial de Saihanba, situado en el norte de la provincia de Hebei. Esta región, que hasta hace 60 años era un desierto, ha sido transformada en el bosque artificial más grande del mundo, con una extensión actual de 80.000 hectáreas.
La clave del éxito de Saihanba ha sido la combinación de tecnologías de cultivos artificiales con un enfoque en la adaptación climática. Al principio, solo el 8% de los árboles plantados sobrevivían, pero gracias al uso de técnicas como el cultivo sin tierra (mediante tejidos hidropónicos) y la selección de especies adaptadas a las duras condiciones locales, hoy en día el bosque tiene una tasa de supervivencia de 98%.
El impacto ecológico de Saihanba es notable. Con una cobertura vegetal del 80%, su capacidad para purificar agua y capturar carbono es significativa. Se estima que este bosque artificial es capaz de absorber más de 860.000 toneladas de CO2 al año y liberar 600.000 toneladas de oxígeno, lo que contribuye enormemente a mitigar los impactos ambientales negativos en las áreas circundantes.
Relación Entre Cobertura Forestal y Gestión de los Recursos Hídricos
Uno de los mayores beneficios de los proyectos de reforestación, como el de Saihanba, es su capacidad para mejorar la gestión del agua. En China, 137 millones de metros cúbicos de agua son conservados anualmente gracias a la cobertura forestal de este tipo de iniciativas.
Esto es vital en una región que ha sido tradicionalmente vulnerable a la desertificación y la escasez de agua. Además, los bosques ayudan a prevenir la erosión del suelo y mejoran la filtración del agua hacia los mantos acuíferos, lo que resulta esencial para el equilibrio ecológico y el desarrollo económico de las áreas rurales.
Impacto de la Reforestación en la Calidad del Aire
Para un país como China, que ha enfrentado problemas graves de contaminación del aire, el impacto de la reforestación va más allá de la absorción de CO2. Los bosques actúan como grandes filtros naturales, atrapando partículas en suspensión y ayudando a reducir las concentraciones de gases contaminantes como los óxidos de nitrógeno y el dióxido de azufre.
Gracias a estos esfuerzos, se ha observado una mejora considerable en la calidad del aire de ciudades como Pekín, donde las tormentas de arena, que eran frecuentes durante la primavera, se han reducido en un 70% en la última década, según datos oficiales.
Eco-civilización: Más Allá de la Reforestación
Además de los beneficios directos de la reforestación, la iniciativa de Eco-civilización incluye mecanismos para disminuir el consumo de agua en un 23% y el consumo de energía en un 15%. A su vez, se plantea la reducción de las emisiones de CO2 por unidad de PIB en un 18%, lo que integre la sostenibilidad en cada sector económico.
El proyecto también busca fomentar el uso de energías renovables. Para 2020, se proyectaba que China habría alcanzado un porcentaje considerable de energía proveniente de fuentes no fósiles, como la energía solar y eólica, lo que complementa los esfuerzos de sostenibilidad forestal.
En cuanto a la mitigación del cambio climático, estos cambios son fundamentales para cumplir con los compromisos internacionales del país, incluidos los establecidos en el Acuerdo de París.
Por último, el plan de Eco-civilización de China también ha inspirado a otras naciones a replantearse sus estrategias de desarrollo verde. De hecho, la experiencia china ha llevado a la implementación de proyectos similares en otras partes del mundo, como los esfuerzos de reforestación en África a través de la Gran Muralla Verde.
El éxito de estos programas muestra cómo una gran potencia puede ajustar sus modelos de desarrollo para coexistir armónicamente con el medio ambiente, demostrando que una economía verde no solo es posible, sino rentable, mientras se proporciona un legado sostenible para las generaciones futuras.