
Por primera vez desde que hay datos comparables, la electricidad procedente de fuentes renovables ha rebasado a la generada con carbón en el sistema eléctrico mundial. El hito llega en la primera mitad del año y marca un antes y un después en la transición energética, con el avance de la solar y la eólica como motores del cambio.
El informe Global Electricity Mid-Year Insights de Ember sitúa a las renovables con una cuota del 34,3% frente al 33,1% del carbón, tras un semestre en el que el crecimiento de la demanda se cubrió sobradamente con nueva generación limpia. El movimiento no es coyuntural: responde a años de inversión y a la rápida entrada en operación de nueva capacidad, sobre todo fotovoltaica.
Qué revela el nuevo análisis
Durante los seis primeros meses del año, la demanda eléctrica mundial avanzó un 2,6% (369 TWh). En paralelo, la generación solar creció un 31% (más de 306 TWh añadidos) y la eólica un 7,7% (por encima de 97 TWh), de modo que ambas tecnologías aportaron más energía adicional que todo el aumento del consumo. El resultado fue una ligera caída del 0,3% en la producción con combustibles fósiles.
La consecuencia se ve en el reparto del mix: las renovables alcanzaron el 34,3% de la electricidad mundial mientras el carbón retrocedió al 33,1%, su nivel más bajo en décadas. Según Ember, “es un punto de inflexión crucial” porque la potencia instalada en tecnologías limpias ya crece a la velocidad suficiente para acompañar —e incluso superar— la nueva demanda.
La solar toma la delantera
La fotovoltaica fue la estrella del semestre: por sí sola cubrió el 83% del incremento global de la demanda. Su peso en el mix mundial subió hasta el 8,8%, frente al 6,9% del año anterior, con un avance que responde a la bajada de costes, la disponibilidad tecnológica y la aceleración de la inversión.
El mapa del crecimiento tuvo protagonista claro: China concentró el 55% del aumento solar, seguida de Estados Unidos (14%), la Unión Europea (12%), India (5,6%) y Brasil (3,2%). Además, ya hay cuatro países donde la electricidad procedente del sol supera el 25% y al menos 29 naciones rebasan el 10%, cifras que evidencian la rápida adopción global.
La eólica también empujó, con un crecimiento del 7,7%, y, junto a la hidráulica y la bioenergía, permitió que la generación renovable total alcanzase los 5.072 TWh, por delante del carbón, que aportó 4.896 TWh. La diferencia es estrecha, pero simbólica: la electricidad mundial depende ya más del viento y del sol que del carbón.
Diferencias entre grandes economías
El avance no fue uniforme. En China, las tecnologías limpias cubrieron todo el aumento de la demanda y propiciaron una caída del 2% en la generación a carbón, con una reducción asociada de 46 millones de toneladas de CO2 (‑1,7%). India vivió algo parecido: menor presión de las olas de calor, fuerte tirón solar y eólico y un descenso del 3,1% en el uso de carbón, con emisiones del sector eléctrico un 3,6% menores.
En Estados Unidos, el repunte del consumo —vinculado a centros de datos, industria y servicios— no vino acompañado de suficiente generación limpia. Con la solar al alza (+30%) pero la eólica casi plana (+2%), la producción con carbón repuntó un 17% y las emisiones del sistema eléctrico aumentaron un 4,3%.
La Unión Europea se vio penalizada por la sequía y el bajo recurso eólico, lo que recortó la producción hidráulica y del viento. A pesar de que la solar creció un 24%, el bloque tuvo que recurrir a más gas —y en menor medida carbón—, con un aumento neto de las emisiones del 4,8%. Este fenómeno conecta con episodios explicados en la subida del carbón por la sequía y el parón renovable.
Emisiones y nueva capacidad instalada
A escala global, las emisiones del sector eléctrico se estabilizaron e incluso registraron una leve caída de 12 millones de toneladas de CO2 (‑0,2%). Ember calcula que, sin la aportación extra de la solar y la eólica, las emisiones habrían aumentado en 236 millones de toneladas en el semestre. Este avance está recogido también en artículos sobre cómo las renovables rebajan las emisiones de gases de efecto invernadero.
El impulso se apoya en una expansión sin precedentes de capacidad: en los seis primeros meses del año se añadieron 380 GW solares nuevos, un 64% más que en el mismo periodo del ejercicio anterior. China lideró el despliegue, con el 67% de esas incorporaciones, al calor de una oleada de proyectos que se conectaron antes de cambios regulatorios en precios. La expansión sin precedentes de capacidad requiere también planificación sectorial y medidas de mitigación.
Qué falta para consolidar el cambio
El cruce entre renovables y carbón es histórico, pero no garantiza por sí solo los objetivos climáticos. El informe subraya la necesidad de acelerar inversiones en almacenamiento con baterías, refuerzo de redes y soluciones de respaldo que aseguren la estabilidad del sistema con una alta penetración de generación variable.
También reclama más apoyo financiero y técnico de los países desarrollados a las economías emergentes, donde los costes de capital y los cuellos de botella tecnológicos aún frenan el despliegue. Como recuerda la industria, “las renovables han dejado de ser marginales”, pero para consolidar el liderazgo hacen falta políticas estables y marcos que atraigan inversión.
La lectura de fondo es clara: el crecimiento de las tecnologías limpias ya ha conseguido detener el aumento de las emisiones eléctricas y demuestra que sustituir al carbón a gran escala es factible. Si el ritmo actual se mantiene, la solar podría situarse como principal fuente de generación a nivel mundial antes de que termine la década.