Las centrales nucleares de Bélgica inquietan a los alemanes y a los holandeses

Central nuclear

Los verdes no son los únicos en inquietarse sobre el estado del parque nuclear belga, por la puesta en marcha controvertida de dos reactores, hace algunas semanas, y la prolongación para 10 años, decidida a finales de 2014 por el Gobierno, de 2 unidades, las más antiguas, el Doel 1 y Doel 2, que datan de 1975.

La saga belga, jalonada por una serie de incidentes recientes, generalmente minimizados por las autoridades y el explotador, Electrabel, provoca también dudas en los vecinos de Bélgica. A comienzos del mes de enero, varios partidos de la oposición holandesa pidieron al Gobierno que interviniera ante las autoridades belgas tras la parada, por dificultades técnicas, del Doel 1, situado a pocos kilómetros de la frontera con los Países Bajos.

Un problema de alternador provocó el 2 de enero, la parada automática del reactor que había sido vuelto a poner en marcha menos de una semana antes, tras 20 años y un mes de inactividad. Otro reactor, el Doel 3, también fue parado el 25 de diciembre de 2015, 4 días después de haber sido puesto en marcha, por razón de una pérdida de agua en un generador de la parte no nuclear de la central.

“No existe ningún problema de seguridad”, explicó el ministro del Interior, mientras que el partido ecológico se inquietaba por la aparente falta de dominio de Electrabel y el ritmo desenfrenado que parecía presidir el lanzamiento de las instalaciones.

La desconfianza también se instaló en Alemania, tras este incidente que no es el primero de su género. En Luxemburgo, el secretario de Estado para el desarrollo sostenible, también expresó su inquietud y reclamó aclaraciones en cuanto a la situación del reactor Tihange. Responsables alemanes anteriormente pidieron el cierre de esta unidad, situada a 70 km de la ciudad Aix-la-Chapelle, después de que algunas microfisuras fueran descubiertas en los depósitos de acero de varios reactores belgas.

Miles de microalveolos habrían sido encontrados desde 2012 en Doel 3 y Tihange 2. Los reactores tuvieron que parar y los depósitos fueron sometidos a diversos tests de resistencia. El explotador finalmente autorizó que se volvieran a poner en marcha en noviembre de 2015. Una asociación antinuclear, que reúne a más de 200.000 integrantes en Bélgica, en los Países Bajos y en Alemania, intenta ahora oponerse a esta decisión. La oposición ecologista mantiene que las centrales belgas se encuentran entre las menos fiables del mundo.


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