El mundo de la automoción y la tecnología energética vive una etapa de cambios intensos con la llegada de las baterías semisólidas a vehículos eléctricos de producción masiva. Hasta ahora, esta tecnología emergente se había reservado para modelos de alta gama o prototipos, pero marcas como MG y fabricantes de baterías como Svolt están dando pasos decisivos para llevarla al gran público, facilitando así una electrificación más eficiente y segura.
La competencia entre fabricantes para liderar el desarrollo y la producción de baterías semisólidas es cada vez más fuerte. Diversas empresas chinas y europeas anuncian avances relevantes y alianzas estratégicas, anticipando un futuro en el que la autonomía, la seguridad y la vida útil de los coches eléctricos mejorará de manera notable gracias a este tipo de baterías híbridas.
Qué son las baterías semisólidas y por qué marcan una diferencia
Las baterías semisólidas actúan como un punto intermedio entre las tradicionales de iones de litio, que emplean electrolito líquido, y las de estado sólido puro, que utilizan únicamente un electrolito sólido. En el caso de las semisólidas, la clave está en la mezcla de ambos estados, sólido y líquido, dentro del electrolito, normalmente con un porcentaje de líquido por debajo del 10%.
Esta configuración permite aumentar la seguridad y minimizar el riesgo de incendio en caso de accidentes, mejorando también la estabilidad térmica de la batería. Otro de los aspectos más relevantes es la densidad energética: los últimos desarrollos, como los de Svolt y Honeycomb Energy, ya prometen densidades de hasta 300 Wh/kg en sus primeras generaciones, con la posibilidad de escalar a cifras superiores conforme evolucione la tecnología.
Además de estas ventajas, las baterías semisólidas consiguen una mayor eficiencia a bajas temperaturas, que se traduce en autonomías más largas en regiones frías o durante el invierno, una de las asignaturas pendientes en los modelos eléctricos actuales.

El MG4, primer eléctrico asequible en adoptar baterías semisólidas
Uno de los avances más notables de los últimos tiempos viene de la mano de MG y su nuevo modelo MG4, que se presentará en China como el primer coche eléctrico de producción masiva equipado de serie con batería semisólida. El fabricante, en colaboración con QingTao Energy, ha desarrollado un paquete de baterías LFP (litio-ferrofosfato) de 70 kWh y solo un 5% de electrolito líquido, lo que coloca a este modelo al frente de la innovación en su segmento.
Los ensayos realizados en China certifican que la batería semisólida del MG4 supera exigentes pruebas de seguridad, como la perforación de 360 grados, y consigue mantener un 13,8% más de autonomía a temperaturas de hasta -7 ºC en comparación con alternativas convencionales. Con una densidad energética de 180 Wh/kg y una autonomía de hasta 537 km en ciclo CLTC, el MG4 aspira a competir directamente con modelos como el BYD Dolphin, manteniendo precios asequibles para democratizar la tecnología.
La decisión de MG responde a la estrategia de atraer tanto a usuarios europeos como chinos, ajustando el diseño para ofrecer mayor altura y espacio en su carrocería, y afianzando su posicionamiento dentro del mercado de eléctricos más competitivo.
Svolt y la apuesta por la producción en masa y alianzas estratégicas
En paralelo, Svolt Energy, uno de los principales fabricantes de baterías en China, prepara la entrada en producción piloto de su primera generación de baterías semisólidas para finales de 2025. Estos desarrollos están enfocados inicialmente en baterías de paquete blando y densidades energéticas de 300 Wh/kg, con el objetivo de llegar a los 360 Wh/kg en futuras mejoras.
Svolt tiene previsto suministrar estas células a MINI (BMW) para las próximas generaciones de modelos eléctricos, cuya fabricación en China se realiza en colaboración con Great Wall. El calendario marca 2027 como la fecha probable para la producción en serie y entrada en el mercado de estos vehículos equipados con baterías semisólidas. La alianza estratégica entre fabricantes de baterías y automóviles está permitiendo acelerar los pasos hacia modelos más eficientes y accesibles.
Otras marcas chinas también han anunciado proyectos similares, como Honeycomb Energy, que trabaja en dos generaciones de baterías: la primera de tipo semisólido y la segunda, de estado totalmente sólido, ambas con incrementos significativos en densidad energética y enfoque en aplicaciones tanto automovilísticas como de movilidad aérea.
Desafíos e impacto en la industria: un punto de inflexión
La carrera tecnológica hacia las baterías semisólidas ha desencadenado un notable aumento de la inversión y la actividad en el sector. Grandes compañías de automoción, robótica e inteligencia artificial ya han iniciado pruebas piloto y validaciones con vistas a una producción masiva en los próximos años. Según diversos análisis, se prevé un crecimiento exponencial de la capacidad instalada de baterías sólidas y semisólidas de aquí a 2030, con una penetración que podría alcanzar el 10% del mercado total.
Este avance no solo mejora la seguridad y la autonomía de los coches eléctricos, sino que también obliga a renovar los procesos industriales y los materiales utilizados, generando nuevas oportunidades para proveedores e industrias auxiliares.
El desarrollo de la batería semisólida marca el inicio de una nueva etapa en la electrificación del transporte, donde la combinación de innovación, colaboración y mejora de costes permitirá a más usuarios acceder a vehículos eléctricos avanzados sin renunciar a la seguridad ni a la autonomía. Todo apunta a que los próximos años serán clave para consolidar esta tecnología como una de las grandes apuestas del sector.