La ganadería se ha convertido en una de las actividades humanas con mayor impacto medioambiental debido al uso de recursos naturales y la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). De acuerdo con la FAO, la ganadería representa el 14,5% de las emisiones mundiales de GEI, afectando el medioambiente de manera significativa. Además, las prácticas de ganadería intensiva agravan aún más estas consecuencias, asociadas a la producción masiva de animales y la alta demanda de productos cárnicos.
Según un reciente informe de la FAO, la ganadería emite anualmente unas 7,1 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente, lo que supone un 15% de todas las emisiones originadas por actividades humanas. Lo más alarmante es que gran parte de estas emisiones provienen de la reproducción y manejo intensivo del ganado, prácticas que muchas veces no cumplen con los estándares de sostenibilidad.
Principales fuentes de emisiones en la ganadería
En el artículo publicado por la FAO, se identificaron distintas fases del ciclo de vida de la ganadería que generan emisiones de GEI. Estas emisiones derivan de la producción y transporte de alimentos para el ganado, el uso de energía en las granjas y las emisiones ocasionadas por la digestión y descomposición del estiércol. A continuación, se detallan los principales factores:
- Producción y transformación del forraje: Este proceso es responsable del 45% de las emisiones, principalmente debido al uso de fertilizantes químicos para cultivar los alimentos que alimentan al ganado.
- Fermentación entérica: La digestión de los animales rumiantes (vacunos, específicamente) es responsable del 39% de las emisiones, fundamentalmente porque generan metano, un gas más dañino que el CO2.
- Descomposición del estiércol: El 10% de las emisiones proviene directamente del proceso de descomposición del estiércol, un problema que empeora cuando las instalaciones no son adecuadas.
Ganadería intensiva: Impactos ambientales y preocupaciones
La ganadería intensiva es un sistema productivo que ha aumentado en las últimas décadas, especialmente en los países en desarrollo, debido a la creciente demanda de alimentos de origen animal. Sin embargo, este modelo productivo ha sido duramente criticado por su impacto ambiental y el maltrato animal que se genera en algunas circunstancias.
En la ganadería intensiva, se crían grandes cantidades de animales en espacios reducidos utilizando técnicas de alimentación de alto rendimiento para acelerar su crecimiento. Además, se emplean antibióticos y otros productos químicos, lo que genera dos problemas: el maltrato animal y una alta emisión de residuos contaminantes.
Residuos y contaminación
Uno de los principales desafíos que enfrenta la ganadería intensiva es la producción masiva de residuos, que incluyen estiércol y aguas residuales, los cuales son fuentes de contaminación del aire y el agua. En particular, el uso excesivo de antibióticos y fertilizantes contamina el agua, afectando la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos cercanos y contribuyendo a la creación de zonas muertas donde no es posible la vida.
Emisiones de gases de efecto invernadero
La fermentación entérica de los rumiantes genera metano, un gas que tiene un efecto invernadero 25 veces más potente que el dióxido de carbono. De acuerdo con el IPCC, el metano representa cerca del 50% de las emisiones de GEI de la ganadería intensiva. Además, la ganadería porcina también es una gran emisora de metano, generando un 76% de las emisiones derivadas de la gestión del estiércol.
Destrucción de ecosistemas y pérdida de biodiversidad
Un efecto colateral de la ganadería intensiva es la deforestación, que se produce para expandir los terrenos destinados a pasto o a cultivos de forraje. Según la FAO, el 70% de las tierras deforestadas en América Latina han sido convertidas en tierras de pastoreo y cultivos para alimentar al ganado.
Esta pérdida de ecosistemas tiene un impacto devastador en la biodiversidad, ya que muchos animales y plantas pierden su hábitat natural, lo que pone en peligro su supervivencia.
Alternativas sostenibles para la reducción de emisiones
A pesar de los problemas identificados, la FAO y otras organizaciones proponen alternativas para reducir hasta un 30% de las emisiones generadas por la ganadería. Las siguientes acciones se destacan como posibles soluciones:
- Mejorar la gestión del estiércol: Promover tecnologías que permitan la descomposición del estiércol sin generar emisiones. Por ejemplo, la digestión anaeróbica puede generar biogás.
- Optimizar la alimentación del ganado: Alimentar a los animales con forrajes que generen menos fermentación entérica y reduzcan las emisiones de metano.
- Reducción del desperdicio: Mejorar la eficiencia en la producción y transporte de alimentos para reducir el consumo de recursos.
La implementación de estas medidas, junto con un consumo más responsable por parte de la población, podrían mitigar el impacto de la ganadería y contribuir a una atmósfera menos contaminada. Adoptar estrategias agroecológicas, particularmente en el uso de recursos y la gestión de residuos, es fundamental para alcanzar los objetivos climáticos y reducir el calentamiento global.