El avance de la energía solar fotovoltaica en Europa continúa marcando nuevos hitos durante 2025. El sector, que se encuentra en fase de madurez y expansión, observa cómo grandes empresas, administraciones públicas y particulares apuestan cada vez más por este tipo de generación limpia. Sin embargo, la consolidación de la energía solar enfrenta tanto oportunidades impulsoras como barreras regulatorias y técnicas que dificultan un despliegue más acelerado y eficiente.
La demanda de fuentes de energía renovable no solo responde al compromiso con la sostenibilidad y la reducción de emisiones, sino que también se ve motivada por la volatilidad de los mercados energéticos y la necesidad de disponer de recursos propios. Así, la solar fotovoltaica se ha colocado en el centro de la transición energética europea, con una presencia cada vez mayor en el mix eléctrico de países como España, Polonia, Irlanda o Francia.
Crecimiento de los acuerdos corporativos y expansión solar en Europa
Durante el mes de mayo de 2025, la energía solar volvió a situarse como la tecnología renovable más contratada en los Power Purchase Agreements (PPAs) europeos, con el 52% del volumen total firmado. Aunque el número de PPAs ha experimentado una caída respecto a 2024 y sigue una tendencia descendente, el interés sigue siendo relevante entre grandes corporaciones, especialmente del sector tecnológico, telecomunicaciones y alimentación. Empresas como Google, Auchan, Iliad y Musgrave han liderado la contratación de energía limpia, con Polonia a la cabeza en volumen de acuerdos cerrados, por delante de Irlanda y Francia.
Estas cifras reflejan que, pese a la ralentización, la energía solar mantiene su atractivo para la industria, aunque la falta de grandes acuerdos multitecnológicos y de participación de utilities evidencia la necesidad de mayor dinamización. El tamaño medio de los contratos cerrados ronda los 32 MW, con Iberdrola y Amazon destacando como principales actores en la venta y compra de energía respectivamente.
España: del campo a la fotovoltaica y el reto de las interconexiones
España se ha posicionado entre los líderes europeos en generación solar, con más de 63.000 instalaciones fotovoltaicas al cierre de 2023. Destaca la transformación de la conocida “España vaciada”, donde provincias como Teruel, Zamora o Palencia concentran la mitad de la superficie solar del país. Este auge ha modificado el uso agrícola de grandes extensiones y ha duplicado la superficie ocupada por placas en menos de cuatro años, llegando a superar las 49.000 hectáreas. El cambio de uso ha sido especialmente frecuente en terrenos de secano y de regadío, contribuyendo a la diversificación económica rural, aunque también genera debates sobre el impacto en la agricultura tradicional.
Actualmente, la energía fotovoltaica aporta ya cerca del 17% de la demanda eléctrica nacional, una cifra que se prevé siga creciendo a medida que nuevos proyectos, ya aprobados, entren en funcionamiento. Las solicitudes tramitadas en 2023 podrían doblar la superficie fotovoltaica nacional en los próximos años.
No obstante, el desarrollo de la energía solar en España se topa con la dificultad de contar con escasas interconexiones con Francia. La Península Ibérica sigue siendo una isla energética, con apenas un 3% de interconexión. Esta circunstancia impide, en ocasiones, exportar los excedentes de energía limpia, lo que lleva a situaciones de precios negativos y a desperdiciar parte de la energía producida en días de máxima generación. Tanto España como Portugal han reclamado a Francia y la Unión Europea compromisos firmes que favorezcan la integración de la red y el aprovechamiento de la capacidad exportadora.
Obstáculos regulatorios y necesidad de modernizar las redes eléctricas
El marco regulatorio europeo y nacional sigue siendo uno de los principales escollos para la plena integración de la energía solar. En España, expertos legales subrayan la coexistencia de múltiples normas, solapamientos y frecuentes cambios regulatorios, que dificultan la planificación y ejecución de nuevos proyectos. La burocracia, la falta de coordinación entre administraciones y la complejidad normativa ralentizan inversiones clave y condicionan la confianza del sector privado.
Por otro lado, la infraestructura de red actual no siempre está preparada para gestionar la intermitencia de la producción renovable ni para absorber grandes volúmenes de energía limpia. La integración de tecnologías de almacenamiento, redes inteligentes y la mejora de la planificación territorial emergen como prioridades para que la transición energética sea viable. Los incidentes recientes, como el apagón de abril en la Península, han puesto de relieve la urgencia de reforzar el sistema eléctrico y dotarse de mecanismos coordinados a escala europea.
El impulso del autoconsumo en instituciones públicas y universidades
Más allá de los grandes parques solares y contratos corporativos, el autoconsumo se consolida como tendencia en el sector público. Un ejemplo destacado es la Universidad de Almería (UAL), que ha licitado la instalación de una nueva planta solar en la Escuela Superior de Ingeniería, con una potencia de 140,8 kWp y monitorización en tiempo real. La universidad tiene previsto continuar extendiendo sistemas similares por todo el campus, aumentando su autosuficiencia y eficiencia energética.
El autoconsumo se configura como una herramienta estratégica para lograr mayor autosuficiencia y reducir costes energéticos en edificios públicos, además de contribuir a la sostenibilidad y a disminuir la huella de carbono de las administraciones.
Perspectivas: oportunidades y retos a corto y medio plazo
El ecosistema de la energía solar en Europa muestra un panorama en constante evolución. La apuesta de grandes empresas, la transformación de territorios rurales y la adopción de tecnologías de autoconsumo son signos inequívocos del potencial de esta fuente renovable. La existencia de barreras regulatorias, la limitada capacidad de las redes eléctricas y la fragmentación europea en materia de interconexiones marcan el ritmo y la dirección del desarrollo. Superar estos desafíos será clave para que la energía solar continúe reforzando su papel protagonista en la transición energética y contribuya, de forma real y sostenida, a la descarbonización del continente.