El incendio de Moguer (Huelva), que se extendió hasta el área del Parque Natural de Doñana, ha provocado numerosos daños ambientales. El fuego no solo afectó gravemente a varias especies animales y vegetales, sino que también impactó en el equilibrio ecológico de la región. Además, se estima que el incendio causó un aumento considerable en las emisiones de CO2 a la atmósfera, consumiendo grandes cantidades de recursos hídricos para extinguir las llamas.
Uno de los efectos más preocupantes del siniestro ha sido en la fauna, en especial, para el lince ibérico. En este artículo, nos centraremos en un tema específico: el incendio destruyó gran parte de las zonas de campeo de tres hembras de lince, áreas que son esenciales para cazar y sobrevivir.
Dañadas las zonas de campeo
Según las primeras evaluaciones llevadas a cabo por los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, adscritos al proyecto LIFE Iberlince, el incendio afectó de manera significativa a las áreas de campeo de tres hembras de lince ibérico. Las zonas quemadas eran utilizadas por estos felinos para cazar y había, al menos, dos hembras cuyo territorio estaba completamente dentro del perímetro del fuego.
En el caso de la tercera hembra, se estima que el fuego ha afectado al 50% de su área de campeo. Estos datos fueron obtenidos mediante fototrampeo, ya que los ejemplares en estas zonas no estaban radiomarcados para un seguimiento detallado. Aunque las estimaciones son preliminares, queda claro que este impacto pone en riesgo la capacidad de supervivencia de estos felinos en esas áreas.
Las hembras afectadas tendrán complicaciones para cazar y desplazarse en esa zona, lo que podría hacerlas desplazarse hacia otras áreas en busca de nuevos territorios. Esto supone un riesgo añadido, ya que la quema de vegetación también afecta a las poblaciones de conejos, el principal alimento de los linces. La presencia de conejos será crucial para determinar si los linces permanecen en la zona o la abandonan en busca de nuevas presas.
Impacto en otras especies
No solo el lince ibérico ha sufrido las consecuencias del incendio. La ONG SEO/BirdLife ha informado que más de 70 especies de aves y diversos mamíferos, reptiles y anfibios también se han visto afectados. Entre las aves afectadas están especies gravemente amenazadas como el águila imperial ibérica y el milano real. La quema de vegetación y la destrucción de hábitats esenciales ha generado un grave desequilibrio que llevará años en restaurarse, si es que se logra completamente.
El fuego arrasó con hábitats críticos para la reproducción de muchas de estas especies, especialmente de aves rapaces. La culebrera europea, la totovía y la curruca rabilarga, entre muchas otras especies oriundas del hábitat forestal de Doñana, han visto sus áreas de anidación seriamente dañadas.
Regeneración y efectos a largo plazo
Aunque el impacto inicial del incendio ha sido desastroso, algunas especies vegetales tienen mecanismos de regeneración natural. Plantas como el alcornoque, por ejemplo, pueden regenerarse desde la copa tras el paso de las llamas. Del mismo modo, hay especies conocidas como pirófitas, como la jara, cuyas semillas solo germinan ante el calor extremo que genera el fuego. Este tipo de vegetación podría ayudar al proceso de regeneración en algunas áreas, aunque no será suficiente sin una intervención humana que acelere la restauración de los ecosistemas.
La ONG SEO/BirdLife ha subrayado que es fundamental adoptar medidas inmediatas para proteger las zonas afectadas por la erosión del suelo. Las medidas deberían incluir la eliminación de árboles muertos que podrían causar plagas, además de la implementación de barreras para evitar la erosión del suelo desnudo antes de la llegada de las lluvias de otoño.
Medidas de restauración necesarias
Para garantizar la regeneración completa de los ecosistemas en Doñana, es necesario actuar antes de que el daño se agrave. Los expertos sugieren que la reforestación debe centrarse en especies nativas que ayuden a restaurar el ecosistema original del parque, como el alcornoque, los acebuches y el lentisco. Además, se recomienda la siembra de semillas y la reintroducción cuidadosa de especies afectadas.
La rápida actuación podría mitigar el impacto a largo plazo, pero también es necesario abordar las causas subyacentes que agravan los incendios, como el cambio climático. Las temperaturas extremas, la sequedad del suelo y los vientos fuertes, que exacerban los incendios, son fenómenos cada vez más comunes en la región de Doñana, lo que hace urgente una política de gestión más rigurosa para prevenir futuros desastres de esta magnitud.
Este incendio ha demostrado una vez más la vulnerabilidad de Doñana. Aunque el corazón del parque se ha salvado, los daños ecológicos son inmensos. El lince ibérico, en particular, sigue siendo una especie que necesita protección extrema, y la pérdida de territorios de campeo podría ralentizar los avances en su recuperación.