La transición hacia energías limpias en el transporte colectivo avanza sin pausa en España y en el ámbito internacional. Mientras Europa se marca como meta la neutralidad en carbono para 2050, el hidrógeno verde surge como uno de los ejes fundamentales para descarbonizar un sector responsable de buena parte de las emisiones de CO₂. En este contexto, ciudades, administraciones y empresas exploran soluciones innovadoras y despliegan los primeros servicios de movilidad sostenible apoyados en esta tecnología.
En España, el compromiso con el hidrógeno verde en el transporte colectivo es cada vez más visible. Tras dejar atrás el uso de combustibles fósiles en parte de sus flotas, urbes como Madrid y Barcelona apuestan abiertamente por este vector energético. Madrid, por ejemplo, ha suprimido los autobuses diésel y opera con vehículos de gas, eléctricos y los primeros modelos de hidrógeno, mientras la EMT suma nuevas líneas y espera ampliar su parque de autobuses eléctricos e incorporar más unidades a hidrógeno. Barcelona, por su parte, ya dispone de una flota de más de 50 autobuses impulsados por hidrógeno renovable, además de una red de puntos de recarga en expansión.
Proyectos punteros y primeros resultados en el transporte urbano nacional
El impulso español se traduce en iniciativas concretas y cifras relevantes en movilidad urbana colectiva. Los planes municipales prevén la adquisición progresiva de más autobuses de hidrógeno, como sucede en ciudades como Burgos, que proyecta incorporar cinco nuevos vehículos en 2026. El objetivo principal es renovar las flotas y reducir la dependencia de tecnologías tradicionales altamente contaminantes, acercándose así a los estándares europeos de movilidad sostenible. Palma de Mallorca, Zaragoza, Málaga u Oviedo también se suman al despliegue de autobuses alimentados por hidrógeno, demostrando que este cambio no es exclusivo de las grandes capitales.
La modernización tecnológica implica asimismo desafíos logísticos importantes. La instalación de hidrogeneras y la adaptación de cocheras surgen como cuestiones estratégicas a resolver, ya que la autonomía y la gestión del repostaje son factores clave para el éxito de las nuevas flotas.
La apuesta por el hidrógeno verde en trenes y transporte ferroviario
El hidrógeno está llamado a transformar también el transporte ferroviario colectivo, especialmente en trayectos y líneas donde la electrificación resulta inviable. El proyecto HyceRail en Villablino (León) representa un ejemplo destacado: consiste en adaptar antiguos trenes diésel mediante motores de combustión interna alimentados por hidrógeno verde producido localmente. Esta conversión posibilita la reutilización de infraestructuras existentes y da una nueva vida a líneas históricas, además de potenciar la economía local y fomentar la sostenibilidad en zonas especialmente afectadas por la transición energética.
La participación activa de administraciones y agentes locales subraya el compromiso colectivo con una movilidad ferroviaria más limpia y robusta, a la vez que aporta soluciones de futuro para el territorio.
El hidrógeno en el transporte marítimo y aéreo: nuevas fronteras
El sector marítimo también mira hacia el hidrógeno verde como alternativa ante los retos de descarbonización. Proyectos como el ferry híbrido “Cap de Barbaria” que conecta Ibiza y Formentera muestran que, aunque todavía en fase pionera, la reducción de emisiones ya se está logrando gracias a la introducción de pilas de combustible de hidrógeno en las maniobras portuarias.
En el transporte aéreo, aunque iniciativas como el avión ZEROe de Airbus han sufrido retrasos, las previsiones indican que en el futuro el hidrógeno jugará un papel estratégico en la descarbonización de la aviación, tanto mediante el desarrollo de combustibles sostenibles (SAF) como de tecnologías específicas.
Retos normativos e infraestructuras: el caso de Colombia
El marco legislativo y el desarrollo de infraestructuras son ingredientes fundamentales para que el hidrógeno verde se consolide en el transporte colectivo. Colombia, por ejemplo, avanza en la aprobación de una Ley de Hidrógeno que pretende regular y promover su uso en el transporte público. El país experimenta con el primer bus de hidrógeno destinado a su sistema Transmilenio en Bogotá, cuya entrada en operación está supeditada aún a pruebas, autorizaciones y desarrollo normativo que asegure la seguridad y viabilidad técnica.
El proyecto colombiano ilustra la importancia de contar con incentivos específicos e inversiones en infraestructura de recarga para facilitar la adopción a mayor escala. Las alianzas entre organismos públicos, empresas y asociaciones sectoriales resultan claves para que el hidrógeno verde sea una opción sólida en el transporte colectivo latinoamericano.
Europa y la inversión en hidrógeno: panorama y perspectivas
Los planes de la Comisión Europea, enmarcados en la estrategia REPowerEU, contemplan un consumo de millones de toneladas de hidrógeno renovable en el sector transporte para 2030. España juega un papel protagonista, pero no es el único país decidido a avanzar en esta dirección. Alemania y Austria, a través de proyectos en Stuttgart, Hamburgo o Viena, desarrollan plantas de producción de hidrógeno a gran escala y despliegan infraestructuras para suministrar tanto al transporte colectivo urbano como al sector industrial. Estas iniciativas suelen apoyarse en asociaciones estratégicas y fondos europeos, así como en sistemas de certificación y plataformas digitales para garantizar la trazabilidad y seguridad del suministro.
La coordinación entre producción, distribución, almacenamiento y uso final del hidrógeno verde permite progresar hacia una movilidad colectiva más limpia, resiliente y autosuficiente. El auge de este vector energético responde tanto a objetivos medioambientales como a la necesidad de reducir la dependencia de combustibles fósiles importados.
El hidrógeno verde deja de ser una promesa lejana y se convierte en realidad en el transporte colectivo, aunque su expansión requerirá resolver los retos tecnológicos, logísticos y regulatorios que siguen presentes. España, con un ecosistema de proyectos pioneros y una colaboración estrecha entre administraciones y empresas, se posiciona en la vanguardia de la transición verde en movilidad. El futuro del transporte colectivo apunta a la convivencia de diferentes tecnologías, pero el hidrógeno verde se consolida ya como un aliado imprescindible para lograr ciudades y rutas más limpias y sostenibles a medio y largo plazo.