La biodiversidad vegetal es fundamental para el funcionamiento saludable de los ecosistemas. Cada planta tiene un rol específico en el equilibrio de la naturaleza, y su desaparición puede causar efectos en cadena. Desafortunadamente, debido tanto a causas naturales como antropogénicas, muchas especies de plantas están en peligro de extinción. Una vez que una especie desaparece, no puede volver a existir, llevándose con ella millones de años de evolución y adaptaciones. Según la Lista Roja de la UICN, en España existen 276 especies de plantas en grave peligro de extinción.
En este artículo, vamos a explorar algunas de las flores en peligro de extinción en España, sus características, las amenazas a las que se enfrentan y los esfuerzos para protegerlas.
Flores en peligro de extinción en España
El entorno natural está siendo afectado por una combinación letal de cambio climático y actividad humana. Esto provoca que muchas especies, tanto animales como vegetales, se encuentren en riesgo de desaparecer. Según un estudio de la UICN, alrededor de 39,4% de las plantas en todo el mundo están en peligro de extinción. Esta cifra es alarmante, sobre todo si consideramos que una gran cantidad de estas plantas juegan papeles vitales en los ecosistemas.
Curiosamente, solo una pequeña porción de las especies vegetales se utilizan actualmente para alimentación o biocombustible, lo que pone en evidencia que podríamos diversificar mucho más los recursos que aprovechamos sin depender solo de unos pocos cultivos. Sin embargo, solo 15 especies de plantas proporcionan el 90% de la ingesta calórica de los humanos, siendo el trigo, el maíz y el arroz las más importantes. Esto limita nuestra capacidad para hacer frente a los cambios en el medio ambiente, ya que dependemos exclusivamente de muy pocas fuentes alimenticias.
Zamárraga (Erigeron frigidus)
Esta planta, de flores moradas, es endémica de las montañas de Sierra Nevada, entre Granada y Almería. Crece a altitudes de 3.500 metros sobre terrenos pedregosos y entre las rocas de las praderas alpinas, lo que limita considerablemente su hábitat. Actualmente, solo existen dos áreas conocidas donde se pueden encontrar ejemplares de zamárraga.
Las principales amenazas para esta planta son la depredación por cabras silvestres y la recolección no autorizada por parte de turistas que visitan estas áreas protegidas. También enfrenta dificultades debido a la hibridación con Erigeron major, lo que está afectando su población. En la actualidad, solo quedan 130 ejemplares maduros, lo que pone a la zamárraga en un riesgo muy alto de extinción.
Geranio del Paular (Erodium paularense)
Este geranio silvestre es otra planta autóctona que se encuentra en grave peligro de extinción. Su nombre proviene del Monasterio de Santa María de El Paular en el Valle de Lozoya, en Madrid, donde se puede encontrar en la Sierra de Guadarrama. Prefiere los suelos calizos y dolomíticos, lo que reduce drásticamente su área habitable.
Las amenazas principales para el geranio del Paular son la depredación por grandes animales y hormigas, la construcción de caminos y canteras, y la recolección intensiva por parte de coleccionistas de plantas. Todo esto ha hecho que esta planta sea muy rara y vulnerable.
Esparraguera de monte (Asparagus fallax)
Endémica de las Islas Canarias, esta planta se puede encontrar en las islas de Tenerife y La Gomera. Los principales problemas que afectan a la esparraguera de monte son la depredación por ganado liberado para pastar y la deforestación cerca de zonas como la Montaña del Cepo. También sufre por la competencia con otras especies del mismo género, lo que ha reducido considerablemente su población.
Cardo de plata (Stemmacantha cynaroides)
Este llamativo cardo endémico de las Cañadas del Teide, en Tenerife, es conocido por sus flores blancas y rosadas. Al igual que muchas otras plantas en peligro, el cardo de plata está amenazado por la actividad humana, como la recolección ilegal por parte de coleccionistas. Además, los conejos se alimentan de sus semillas, lo que dificulta la regeneración natural de la especie.
Cabezón de Güigüi (Cheirolophus falcisectus)
El cabezón de Güigüi es otra especie endémica, esta vez de Gran Canaria. Crece en montañas de hasta 800 metros de altura, pero su área de distribución no supera los 9 km cuadrados. Está amenazada por el pastoreo y por sequías en la zona. Aunque su población se mantiene estable, sigue siendo una planta muy vulnerable.
Manzanilla de Sierra Nevada (Artemisia granatensis)
La manzanilla de Sierra Nevada, también llamada manzanilla real, es conocida popularmente por sus propiedades curativas. Esta planta ha sido severamente sobreexplotada por recolección para uso medicinal, lo que ha reducido su número a solo unos 2.000 ejemplares, según los últimos informes. Además, su escasa variabilidad genética dificulta su adaptabilidad a los cambios ambientales.
Lechuguilla del Fraile (Hypochaeris oligocephala)
Esta especie endémica de Tenerife es extremadamente vulnerable, con solo 1.330 ejemplares maduros. Crece en un terreno muy pedregoso de la isla, lo que la hace sensible a los deslaves naturales y erupciones volcánicas. Además, el desarrollo de infraestructuras como carreteras cerca de su hábitat ha afectado aún más su ya reducida población.
Flor de risco (Crambe feuillei)
Esta planta también es endémica de las islas Canarias, concretamente de El Hierro. Solo existen dos poblaciones conocidas, y tanto la poda para mantenimiento de caminos como deslaves en la región han contribuido a su paulatina desaparición.
El caso de la flor de risco es típico: plantas que no solo están amenazadas por causas naturales, sino también por actividades humanas que podrían evitarse.
Sandarac (Tetraclinis articulata)
El sandarac es un árbol conífero que se encuentra en varias ubicaciones del suroeste de España, Malta y el norte de África. Históricamente, su madera fue explotada para la construcción, lo que llevó a una gran reducción en sus poblaciones. Afortunadamente, gracias a las protecciones legales, su número ha comenzado a aumentar.
El proceso de preservar la biodiversidad vegetal está profundamente relacionado con corregir algunas prácticas humanas. De este modo, no solo contribuimos a la supervivencia de estas especies, sino también a la estabilidad de los ecosistemas que habitan. La protección legal y los programas de conservación son solo algunas de las herramientas a las que podemos recurrir para frenar la extinción de estas especies en España y en todo el mundo.