Experimentos pioneros en cultivos subterráneos: la agricultura bajo tierra toma impulso en Asturias

  • Una antigua bocamina en Laviana se ha transformado en el primer invernadero subterráneo de España, liderando el avance en los cultivos bajo tierra.
  • El proyecto utiliza técnicas de hidroponía, con sistemas que prescinden del suelo y se valen de iluminación LED en condiciones controladas.
  • Esta iniciativa busca comprobar qué especies pueden adaptarse a ambientes subterráneos para lograr una producción agroalimentaria más sostenible.
  • El ensayo podría convertirse en referente para la reutilización de minas y en modelo de desarrollo agrícola frente a los retos del cambio climático.

cultivo subterráneo hidropónico

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En el corazón de Asturias, una innovación agrícola está abriendo camino a una nueva era: la transformación de galerías mineras en invernaderos subterráneos. Esta iniciativa ha arrancado en la antigua bocamina del pozo Carrio, ubicada en el concejo de Laviana, donde el Gobierno del Principado promueve un proyecto piloto que explora el potencial de los cultivos subterráneos en España.

Con el impulso del programa Agroalnext y el respaldo de fondos europeos Next Generation, el propósito principal es desarrollar una agricultura más resiliente, tecnificada y preparada para afrontar los desafíos ambientales de los próximos años. Decenas de empresas colaboran en este plan, que apuesta por la digitalización y la sostenibilidad como ejes del futuro sector agroalimentario.

Un invernadero bajo tierra: cómo funciona y qué lo hace especial

El proyecto experimental en la galería «La Raya» del pozo Carrio utiliza sistemas de hidroponía, lo que significa que las plantas crecen sin necesidad de tierra. En vez de luz solar, el desarrollo vegetal se apoya en iluminación LED y en un ambiente totalmente controlado, factores que permiten simular condiciones muy concretas y replicables.

El ensayo incluye una selección de especies vegetales que van desde brotes para cocina, hojas verdes, plantas aromáticas y hongos, hasta el wasabi (considerado uno de los cultivos más exigentes del mundo por sus necesidades ambientales), guisantes y salicornia, esta última adaptada de manera natural a entornos salinos y extremos. La idea es evaluar la capacidad de adaptación de estos cultivos para, en el futuro, abrir una nueva vía productiva más eficiente y con menos impacto ambiental.

El Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) y la empresa asturiana Cantábrica Agricultura Urbana lideran el desarrollo técnico del proyecto, empleando técnicas de agricultura vertical con especial atención al impacto de la contaminación en el medio ambiente, al uso racional del agua y al potencial de las energías renovables.

Perspectivas de futuro: innovación, tecnología y sostenibilidad

Las primeras pruebas realizadas muestran que, incluso en condiciones extremas y sin luz solar directa, las plantas pueden crecer saludablemente. El consejero de Ciencia, Industria y Empleo del Principado, Borja Sánchez, junto con representantes institucionales y técnicos del sector, han apoyado activamente el desarrollo de estas investigaciones, que integran ciencia, tecnología y compromiso ambiental.

El proyecto no solo busca eficiencia y productividad, sino que se orienta a la reutilización de las más de 5.000 kilómetros de galerías mineras que existen en Asturias, transformándolas en espacios de innovación: desde la agricultura de interior hasta el almacenamiento de datos o la investigación sobre hábitats en la Luna, dado que estas condiciones subterráneas pueden asemejarse a entornos extraplanetarios.

El equipo responsable resalta que el wasabi es uno de los valores añadidos de la selección de cultivos, ya que se trata de una planta con alta demanda y enorme dificultad de cultivo tradicional. Además, especies como la salicornia ofrecen ventajas nutricionales que podrían ampliar su uso más allá de la gastronomía exclusiva.

Este modelo, según fuentes oficiales y los propios técnicos implicados, puede representar una solución eficaz para frenar la despoblación rural, diversificar la economía local y promover una agricultura capaz de adaptarse a las condiciones climáticas cambiantes, utilizando recursos ociosos de las antiguas explotaciones carboníferas.

Asturias confía en que esta fase experimental siente las bases para futuros invernaderos subterráneos, autosuficientes y sostenibles, ofreciendo nuevas oportunidades a los territorios mineros y posicionando a la región como referente de la transición verde.

Este proyecto, que puede convertirse en un modelo replicable en otras regiones, impulsa tecnologías limpias, seguridad alimentaria y nuevos usos para infraestructuras tradicionalmente ligadas a la minería.

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