Las regiones montañosas del planeta están bajo la amenaza directa del cambio climático inducido por el humano que podría alterar radicalmente esos frágiles hábitats, según avisa un equipo internacional de investigadores, entre los que se incluye un experto de la Universidad de Manchester.
El ecologista y profesor Richard Bardgett, quien fue parte del equipo internacional que inició y diseñó el estudio, dijo que han encontrado un mensaje bien claro de que el cambio climático podría cambias las propiedades más importantes de los ecosistemas de montaña y potencialmente crear un desequilibrio entre plantas y suelo en zonas altas de montaña.
El estudio internacional, que pasó por siete de las mayores regiones montañosas del planeta, reveló que la elevación creciente prevista es un indicador del cambio climático y consistentemente incrementó la disponibilidad de nitrógeno desde el suelo para el crecimiento de plantas, lo que significa que el cambio climático podría quebrantar el modo en que funciona el ecosistema de montaña.
Se ha encontrado que la disponibilidad de fósforo de planta no fue controlada por la elevación, y como resultado el balance de nitrógeno al fósforo en las plantas deja un denominador en común en las siete regiones estudiadas a alturas elevadas. Esto significa que el aumento de temperaturas puede trastocar el crucial balance entre esos nutrientes que sostienen el crecimiento de las plantas podría ser alterado radicalmente en zonas de montañas más altas.
También se encontró que el aumento de temperaturas y sus consecuencias para la nutrición de las plantas estaban vinculadas a otros cambios en el suelo, en lo que se incluye cantidades de materia orgánica y la composición de la comunidad microbiana del suelo.
El Profesor Bardgett dice:
Las áreas de montaña cubren una mayor parte de la superficie del planeta y son muy vulnerables al cambio climático. Nuestros resultados, que llegan después de un extensivo estudio de gradientes de elevación a través de siete regiones montañosas del mundo, en lo que se incluye a Japón, Columbia británica, Nueva Zelanda, Patagonia, Colorado, Australia y Europa, sugiere que el futuro cambio climático alterará substancialmente la forma en que esos ecosistemas funcionan.