España ha sido un referente mundial en la implementación de energías renovables, pero su avance en esta área no ha estado exento de contratiempos y retrocesos. Desde la introducción de las políticas de subsidios solares hasta la aparición del famoso “Impuesto al Sol”, el país ha vivido altos y bajos en su liderazgo en el sector. En este artículo, exploraremos la evolución de las energías renovables en España, con un enfoque particular en los desafíos y retrocesos que ha enfrentado en los últimos años.
Energías renovables en España: Un comienzo prometedor
Analizando las políticas implementadas por el gobierno en relación con las energías renovables, España experimentó un notable despegue a principio de los años 2000. Durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se fomentaron subvenciones generosas para la instalación de paneles solares. Esto se debió principalmente a que España es uno de los países con mayor incidencia de horas solares en Europa, lo que la situaba como un lugar idóneo para la expansión de la energía solar.
En ese período, la instalación y producción de energía fotovoltaica aumentó significativamente. Sin embargo, la tecnología aún era costosa, lo que llevó a muchos inversores a hacer grandes desembolsos. Según cálculos de la época, los costes de instalación eran entre un 60% y 80% más caros que en la actualidad. Con el paso del tiempo y la mejora de las tecnologías, los precios de los paneles solares se han reducido, haciendo que, hoy en día, la inversión sea mucho más asequible.
Sin embargo, a pesar de este despegue inicial, las políticas de apoyo al sector renovable pronto comenzaron a tambalearse debido a la crisis económica.
Recortes en las subvenciones y el Impuesto al Sol
En 2008, con la llegada de la crisis económica en España, el gobierno comenzó a recortar las primas y subsidios destinados al sector solar. En particular, durante el mandato del ministro José Sebastián, se produjo una reducción significativa en estas ayudas, lo que impactó negativamente a muchas familias e inversores que habían apostado por la energía solar.
El golpe final llegó con el gobierno del Partido Popular a través de un conjunto de políticas que incluyeron severos recortes y la subida de impuestos para el sector de las renovables. En 2015, bajo la dirección del ministro José Manuel Soria, se implementó el denominado Impuesto al Sol, que obligaba a los productores a pagar 9 euros más IVA por cada kW de energía generada y 0,05 € por cada kWh autoconsumido. Además, los usuarios debían entregar la energía sobrante a la red sin recibir compensación.
Este impuesto fue un freno importante para el desarrollo de las renovables en España. Muchas familias vieron frustradas sus esperanzas de amortizar la inversión en paneles solares, lo que también afectó a la reputación del país como líder en la adopción de energías verdes.
El impacto en el sector eólico y otras renovables
El sector eólico, al igual que el solar, también sufrió las consecuencias de los recortes. En 2015, por primera vez en más de 20 años, no se instaló un solo aerogenerador nuevo en España. Esto marcó un año nefasto para las energías renovables en general en el país. Mientras Europa avanzaba en la adopción de tecnologías limpias, España parecía estar quedándose rezagada.
Además, si comparamos el panorama global, países como Alemania y Dinamarca continuaron apostando por instalaciones masivas de energías renovables, en particular la solar y la eólica. Según datos de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), entre 2015 y 2023, la capacidad fotovoltaica instalada en España ha alcanzado los 32.488 MW acumulados, una cifra considerable, pero todavía lejos de su verdadero potencial.
El auge del autoconsumo y un nuevo impulso
A pesar de las barreras impuestas por el gobierno, el autoconsumo ha experimentado un notable crecimiento en los últimos años. En 2023, se instalaron 1.706 MW de autoconsumo, aunque esto representó una caída del 32% en comparación con 2022. Este descenso fue causado, principalmente, por los bajos precios de la electricidad en el mercado mayorista y las altas tasas de inflación, lo que afectó la capacidad de los hogares españoles de invertir en nuevas tecnologías.
El sector industrial ha liderado la instalación de sistemas de autoconsumo, acumulando el 60% del total de la potencia instalada en 2023, seguido del sector residencial con un 22%. Aunque el crecimiento en el sector residencial es más lento, se espera que, con la adopción de nuevas políticas, el autoconsumo continúe su expansión en los años venideros.
Nuevas expectativas para el futuro energético de España
Con la derogación del Impuesto al Sol en 2019, el sector de las renovables ha experimentado una revitalización. Los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) han aumentado la meta de instalación de potencia fotovoltaica a 76 GW para 2030, un salto significativo respecto a las previsiones iniciales de 36 GW.
Además, el autoconsumo se ha establecido como una pieza clave en el futuro energético del país, con un objetivo específico de alcanzar los 19 GW para finales de la década. Este tipo de energía descentralizada no solo permitirá una mayor autonomía energética, sino que también ayudará a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
En este sentido, la consolidación del sector fotovoltaico en el mix energético es más evidente que nunca. España ha pasado de un 6,9% de producción fotovoltaica en 2020 a alcanzar, en 2023, un 13,6% del total de la producción eléctrica. Este aumento coloca a la energía solar como una de las tecnologías con mayor presencia en el mix eléctrico, junto con la energía eólica.
Aunque el camino ha estado lleno de dificultades, las energías renovables en España han logrado consolidarse como una opción viable y competitiva. El futuro parece brillante para este sector, siempre y cuando se continúen desarrollando políticas a favor de su expansión y se superen los obstáculos burocráticos.