La presencia de luz artificial durante la noche en Cataluña no solo limita el disfrute del cielo estrellado, sino que también afecta a la biodiversidad, la salud y el propio equilibrio ambiental. En un contexto de crecimiento de la urbanización y proliferación tecnológica, la generalización del alumbrado exterior ha impulsado la necesidad de estudiar y acotar este fenómeno cada vez más visible.
Cataluña acaba de presentar su primer mapa integral de contaminación lumínica, una herramienta pionera que permite visualizar la distribución de la luz artificial en todo el territorio y analizar su impacto con un nivel de precisión sin precedentes. Este mapa ya está disponible para los ciudadanos y representa un paso clave para gestionar de manera más eficiente el alumbrado y conservar los entornos más sensibles.
Un modelo avanzado basado en supercomputación
La elaboración del mapa ha sido posible gracias a la colaboración entre el Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC), el Institut de Ciències del Cosmos de la Universitat de Barcelona y el apoyo del Consorci de Serveis Universitaris de Catalunya (CSUC). Para simular el comportamiento y la propagación de la luz artificial, se han empleado tres superordenadores que han dedicado más de 600.000 horas de cálculo.
A diferencia de estudios anteriores basados solo en imágenes por satélite, este modelo incorpora los datos del inventario público de alumbrado exterior, contabilizando más de 1,56 millones de puntos de luz y una enorme variedad de lámparas y luminarias. Todo ello ha permitido calcular el brillo del cielo nocturno sobre más de 32.000 puntos de observación, con una resolución espacial de un kilómetro cuadrado.
¿Dónde se concentran los niveles más altos de contaminación lumínica?
Los resultados del mapa ponen de manifiesto que la contaminación lumínica es especialmente intensa en el litoral catalán, donde se encuentran los núcleos urbanos e industriales de Barcelona, Tarragona, Girona y Lleida. También destacan por su elevada presión lumínica varios enclaves rurales con fuerte actividad turística, como la Cerdanya, la Seu d’Urgell y la Val d’Aran.
En cambio, el interior, el Prepirineo y los Pirineos junto a parques naturales como el Montsec o el Parc Nacional d’Aigüestortes mantienen una oscuridad nocturna de gran calidad. Estos espacios resultan especialmente atractivos para la observación astronómica y para quienes buscan cielos limpios de polución lumínica.
Herramienta pública y datos en tiempo real
El mapa, ya accesible en línea, no solo ofrece una fotografía del estado actual, sino que también permitirá anticipar el impacto de futuros desarrollos urbanísticos, modificaciones en el alumbrado público o nuevas políticas de protección del cielo nocturno. Para mejorar la fiabilidad de la herramienta, se complementa con la Xarxa d’Observació de la Contaminació Lumínica (XOCL), una red de sensores fijos distribuidos por todo el territorio que monitorizan el brillo nocturno de forma continua.
Este modelo seguirá actualizándose hasta al menos 2026, y los datos serán cada vez más detallados gracias a la incorporación de nuevas tecnologías y la ampliación de la red de sensores.
Inversiones y protección de los espacios naturales
La Generalitat de Cataluña destinará más de 9 millones de euros hasta 2028 en actuaciones dirigidas a minimizar el impacto de la luz artificial en los entornos más sensibles. El plan, financiado con fondos climáticos, contempla acciones en áreas protegidas como el Parc Natural de la Serra del Montsant y el Parc Natural dels Ports, así como en el entorno del Montsec, referente en turismo astronómico y calidad del cielo nocturno.
Estas iniciativas coinciden con los objetivos de la futura ley europea de restauración de la naturaleza, que exige preservar la oscuridad y el silencio nocturnos para garantizar la recuperación de los hábitats.
Este primer mapa global de contaminación lumínica en Cataluña representa un avance significativo en la gestión ambiental y en la concienciación social sobre los efectos de la luz artificial nocturna. Además de ser un recurso estratégico para la protección del patrimonio natural, permite a los ciudadanos, científicos y astrónomos localizar zonas óptimas para la observación del firmamento y promover la adopción de políticas más responsables en materia de iluminación exterior.