Los datos proporcionados por más de una década por dos satélites de vigilancia de la Tierra lanzados por la NASA confirman lo que ya se intuía desde hace tiempo. Las lluvias han disminuido en la Amazonia, provocando una notable pérdida de la cubierta vegetal. Esto no solo afecta la biodiversidad, sino que tiene implicaciones globales, ya que la selva amazónica almacena menos carbono, lo que contribuye aún más al calentamiento global. Sin la capacidad de absorberlo, este carbono regresa a la atmósfera, agravando las condiciones climáticas y reduciendo aún más las lluvias en la región.
El impacto del cambio climático en la Amazonia
La Amazonía, conocida como el «pulmón del planeta», ha sido un sumidero crucial de dióxido de carbono (CO2) debido a su vasto tamaño y densidad forestal. Sin embargo, en la última década, la Amazonia ha comenzado a mostrar un cambio alarmante en su comportamiento, pasando de ser un sumidero a ser una fuente de carbono, emitiendo más CO2 del que absorbe. Este fenómeno se debe en gran medida a dos factores principales:
- Deforestación: La tala de árboles para la agricultura y ganadería es una de las principales causas de la pérdida de la capacidad de la Amazonia para absorber carbono.
- Incendios forestales: Estos incendios, ya sean provocados o naturales, están devastando millones de hectáreas de selva, liberando grandes cantidades de carbono almacenado durante siglos.
De acuerdo con estudios recientes, el sureste de la Amazonia es una de las áreas más afectadas, emitiendo hasta tres veces más carbono de lo que es capaz de absorber. Esto sugiere que estamos llegando a un punto de no retorno para la Amazonia, lo que plantea serias preguntas sobre el futuro de este bioma y su función en la regulación del clima mundial.
Lluvias y el ciclo del agua en la Amazonia
Otro aspecto clave que ha sufrido alteraciones debido al calentamiento global y la deforestación es el ciclo del agua en la Amazonia. La selva es responsable de generar una gran cantidad de su propia lluvia al liberar grandes cantidades de agua hacia la atmósfera a través de la evapotranspiración de las plantas. Estos «ríos voladores» son fundamentales no solo para la región amazónica, sino también para otras partes de Sudamérica. La desaparición de esta humedad podría causar sequías forestales extremas, afectando de manera directa la agricultura y el suministro de agua en áreas cercanas.
Investigaciones clave sobre la pérdida de carbono en la Amazonia
A lo largo de los últimos años, se han llevado a cabo diversas investigaciones que han puesto sobre la mesa la gravedad de la situación. Recientes estudios han mostrado que cerca del 20% de la selva ha sido talada o degradada desde la década de los 70. Para 2019-2020, la Amazonia ya emitía más de lo que estaba capturando. De hecho, algunos estudios han documentado que las emisiones de carbono en algunas regiones, como el sudeste de la Amazonia, son hasta 10 veces mayores que en otras.
Una de las investigaciones más relevantes fue realizada por Luciana Gatti, del Instituto Espacial Brasileño (INPE), quien utilizó aviones para tomar muestras de aire por encima de diferentes partes del Amazonas. Este estudio confirmó que la tasa de deforestación en el lado este es significativamente más elevada que en el oeste, lo que está provocando que este sector de la Amazonia sea un emisor neto de carbono. Los cambios en el régimen de precipitaciones y temperaturas extremas están afectando drásticamente a los árboles, lo que implica que cada vez más carbono será liberado en la atmósfera.
El uso de satélites Terra y Aqua de la NASA ha permitido a los investigadores monitorear estos cambios de manera detallada. Terra se ha utilizado principalmente para estudiar la cobertura vegetal, mientras que Aqua se ha centrado en el ciclo del agua, proporcionando una visión general de cómo el cambio climático está afectando la capacidad de la Amazonia para funcionar como un sumidero de carbono.
Las amenazas actuales: cambio climático y deforestación
El cambio climático y la deforestación están ejerciendo una presión conjunta sobre la Amazonia. Las sequías prolongadas, provocadas en parte por fenómenos como El Niño, están haciendo que las condiciones sean cada vez más hostiles para la vegetación. La deforestación, por su parte, ha transformado vastas extensiones de selva en tierras agrícolas o de pastoreo, lo que reduce significativamente la capacidad de la Amazonia para absorber dióxido de carbono.
Según varios estudios, alcanzar el 20% de deforestación en la Amazonia podría ser el punto de no retorno. Superar este umbral probablemente desencadenaría un colapso del ecosistema amazónico, transformando la selva tropical en una sabana seca. Esto liberaría decenas de miles de millones de toneladas de carbono, lo que impulsaría aún más el calentamiento global.
El papel de los pueblos indígenas en la preservación del carbono
Uno de los elementos positivos en la lucha contra la pérdida de carbono en la Amazonia son los pueblos indígenas. Se ha demostrado que las tierras gestionadas por comunidades indígenas tienen tasas mucho más bajas de deforestación y degradación forestal. De hecho, los bosques indígenas en la Amazonia han sido sumideros importantes de carbono, capturando millones de toneladas de CO2 al año.
Un estudio reciente reveló que el 58% de la biomasa de la Amazonia se encuentra dentro de territorios indígenas y áreas protegidas. Estos territorios han sido fundamentales para evitar que el calentamiento global sea aún más severo, debido a su capacidad para mantener las reservas de carbono. En comparación, las tierras fuera de estas áreas sufren mucho más por la deforestación.
Las políticas de conservación implementadas en las tierras indígenas son un ejemplo claro de cómo se podría ampliar la protección de la selva. Sin embargo, los pueblos indígenas enfrentan cada vez más presiones externas como la minería ilegal, la tala y los conflictos territoriales. Estos factores ponen en riesgo la capacidad de estas comunidades para continuar protegiendo la Amazonia.
La situación en la Amazonia es grave y compleja. Las interacciones entre deforestación, cambio climático y factores socioeconómicos están llevando este ecosistema crucial al borde del colapso. Urge tomar medidas, tanto locales como globales, para proteger lo que queda de este pulmón del planeta.