Una nueva investigación sugiere que el número de peces capturados para el consumo humano es el doble de lo que se ha reportado oficialmente durante décadas. Este subregistro es preocupante y podría indicarnos que el problema de la sobreexplotación marina es incluso peor de lo que se creía, lo que amenaza la sostenibilidad de los océanos y la biodiversidad.
Los subestimados informes de la FAO
Entre 1950 y 2010, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) subestimó el número total de peces capturados en los océanos del mundo, según un estudio de 2016 publicado en el libro Global Atlas Of Marine Fisheries. Este informe es el resultado de una investigación exhaustiva durante diez años, y revela que las cifras reales de captura fueron mucho mayores de lo que se ha informado.
En lugar de los 86 millones de toneladas reportadas en 1996 como el pico máximo de capturas, el número real fue de 130 millones de toneladas. Estas cifras revelan una importante caída en la cantidad de peces disponibles desde mediados de la década de los 90, mucho peor de lo que los científicos habían estimado previamente.
Un declive constante en las capturas desde los años 90
El declive en las capturas de peces no es algo reciente. De hecho, se estima que la cantidad de peces capturados ha disminuido en 1,2 millones de toneladas cada año desde la década de 1990. Esto es, de hecho, tres veces más de lo que se había estimado previamente.
Uno de los principales autores del estudio, Daniel Pauly, investigador de la Universidad de British Columbia, señala que si este declive continua al mismo ritmo, podríamos estar enfrentando un escenario con océanos prácticamente vacíos en el futuro cercano. Además, apunta a que fenómenos como el cambio climático están exacerbando estos efectos, especialmente en los trópicos, donde muchas especies se han desplazado hacia los polos en busca de aguas más frías.
El cambio climático, aparte de provocar el desplazamiento de especies, ha afectado directamente a la capacidad reproductiva de muchas especies marinas. A medida que los océanos absorben grandes cantidades de calor, las cadenas alimenticias se ven alteradas, y esto tiene graves repercusiones no solo para los ecosistemas marinos, sino también para los humanos que dependen del pescado como principal fuente de proteínas.
Tipos de pesca no contabilizados
El estudio también revela que en las últimas décadas, tres tipos de pesca menor no han sido contabilizados adecuadamente en los informes globales. Estas incluyen:
- Pesca de subsistencia: realizada por comunidades locales para su propio consumo.
- Pesca recreativa: que no tiene fines comerciales pero afecta las poblaciones marinas.
- Pesca artesanal: llevada a cabo por pescadores locales a menor escala, pero con un impacto significativo.
Además, la pesca ilegal, que representa aproximadamente el 20% de las capturas totales, también ha sido omitida en gran parte de los informes, lo que compromete seriamente la precisión de las cifras reportadas.
El impacto del cambio climático en los océanos
En los últimos años, los océanos de todo el mundo han absorbido hasta el 90% del exceso de calor generado por el cambio climático. Esto ha provocado que muchos peces migren hacia hábitats más fríos, generalmente hacia los polos. Este movimiento deja a muchas naciones tropicales sin su principal fuente de alimento, pues sus aguas se quedan vacías de especies marinas.
Aparte del cambio de distribución de las especies, también se han registrado eventos masivos de blanqueamiento de corales y la pérdida de hábitats clave como los manglares y praderas marinas, que sirven de refugio para muchas especies en sus primeras etapas de vida.
Soluciones propuestas para revertir la situación
Daniel Pauly y otros investigadores coinciden en que una de las pocas opciones viables es reducir la cantidad de capturas, permitiendo así que las poblaciones de peces se regeneren de forma natural. Esta reducción en las capturas no solo puede ayudar a estabilizar las poblaciones de peces, sino que también favorecerá:
- Mayor diversidad biológica: permitiendo que los ecosistemas marinos sean más resistentes a perturbaciones.
- Resiliencia frente al cambio climático: un ecosistema balanceado es más capaz de adaptarse al calentamiento global.
- Recuperación de especies que fueron sobreexplotadas.
Para lograr este equilibrio es necesario implementar medidas de conservación más estrictas, como aumentar el número de reservas marinas, restringir el uso de artes de pesca destructivas como el arrastre de fondo y promover métodos de pesca más sostenibles. Actualmente, menos del 10% de los océanos están protegidos, un porcentaje que se considera insuficiente para enfrentar las amenazas.
El papel de la sobrepesca en la crisis oceánica
Uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos es la sobrepesca. Según un estudio publicado en 2009 por la revista Science, si la explotación actual de los océanos continúa, para el año 2048 todas las especies de peces comerciales podrían colapsar. Esto significa que sus poblaciones caerían a niveles tan bajos que no podrían recuperarse, incluso si se dejara de pescar.
Un claro ejemplo de esto es la situación del bacalao canadiense en los años 90, una especie que fue sobreexplotada hasta el punto de colapso y cuyas poblaciones no se han recuperado hasta la fecha. El bacalao, una de las especies más explotadas por la industria pesquera, ha sido sustituido en el mercado por otras especies, lo que genera mayor presión sobre otras pesquerías.
Conclusión
La situación en los océanos es grave, y los efectos de la pesca excesiva y el cambio climático ya son evidentes. Si bien existen soluciones como la creación de reservas marinas, la reducción de capturas y la promoción de la pesca sostenible, el tiempo para actuar se está agotando rápidamente. Los océanos están al borde del colapso, pero aún es posible salvarlos implementando medidas de conservación eficientes y adoptando un enfoque global que involucre tanto a gobiernos como a ciudadanos.