El mercado de las baterías avanza a pasos agigantados a nivel mundial, impulsado tanto por la transición hacia vehículos eléctricos como por la necesidad de soluciones de almacenamiento energético que permitan integrar energías renovables en la red. En los últimos años, hemos visto cómo los grandes actores internacionales compiten por la supremacía tecnológica, comercial y de seguridad en un sector que vive una auténtica revolución.
Mientras que China se ha consolidado como la referencia indiscutible en la fabricación e innovación de baterías, otras regiones como Estados Unidos, Europa y Brasil tratan de adaptarse a las nuevas exigencias del mercado, enfrentándose a retos regulatorios, cambios en la demanda y riesgos asociados a la seguridad de los productos. El presente y futuro del almacenamiento energético se escribe en un escenario global marcado tanto por la competencia como por la cooperación tecnológica.
China, líder absoluto en producción y cadenas de suministro

El dominio chino en la industria de las baterías tiene sus raíces en decisiones estratégicas adoptadas hace más de dos décadas. Empresas como BYD y CATL han sabido capitalizar avances científicos occidentales, como la tecnología LFP (fosfato de hierro y litio), y han impulsado la innovación haciendo posible la producción a gran escala de baterías seguras, eficientes y competitivas en precio.
Actualmente, China fabrica más del 57% de las baterías utilizadas en vehículos eléctricos. El país no solo lidera la extracción y procesamiento de litio, sino que ha exportado en 2023 más de 1,7 millones de coches eléctricos, consolidando un crecimiento que desafía a la competencia internacional. La flexibilidad para adaptarse a los cambios de mercado y de políticas públicas, así como su capacidad para desarrollar materiales alternativos, han reforzado su posición privilegiada.
Crecimiento, innovación y nuevas fronteras tecnológicas
La demanda mundial por soluciones de almacenamiento energético sigue aumentando rápidamente. Según estimaciones, países como Brasil podrían alcanzar una capacidad instalada de 18 GWh para 2030, aunque todavía debe afrontar desafíos regulatorios y técnicos para consolidar su mercado. El ejemplo de la regulación europea y australiana se presenta como referencia para avanzar, estableciendo estándares claros y promoviendo inversiones en nuevas tecnologías.
En este escenario, destacan proyectos como la nueva megainstalación de almacenamiento de Tesla en China, asociada al gobierno local de Shanghái y dotada de tecnología Megapack, capaz de almacenar grandes cantidades de energía para estabilizar redes urbanas. Con inversiones de más de 550 millones de dólares, se refuerza la tendencia hacia infraestructuras inteligentes que puedan gestionar el exceso de producción renovable y garantizar el suministro eléctrico en momentos de alta demanda.
La innovación también se refleja en la búsqueda de materiales alternativos: baterías de estado sólido, iones de sodio, supercondensadores y mejoras en los cátodos y ánodos amplían el abanico de posibilidades para el sector. Todo ello, en medio de una competencia especialmente intensa entre fabricantes chinos como CATL, BYD y gigantes tecnológicos internacionales, que buscan asegurar suministro, reducir costes y garantizar la sostenibilidad medioambiental de sus productos.
Estados Unidos y Brasil: retos ante la sobrecapacidad, políticas y regulación
En Estados Unidos, la última oleada de inversiones en fábricas de baterías – impulsada por incentivos fiscales y programas federales– ha sido impresionante: de 1.000 millones de dólares trimestrales en 2022 a 11.000 millones en 2024. Sin embargo, el mercado se enfrenta ahora a un panorama de capacidad excedente y menor demanda de vehículos eléctricos, lo que pone en riesgo la viabilidad de muchas instalaciones. Además, los cambios políticos y los posibles recortes en las ayudas generan incertidumbre entre fabricantes y trabajadores, mientras que la competencia china amenaza con inundar el mercado global con baterías más baratas.
Brasil, por su parte, representa un caso de gran potencial, con objetivos de crecimiento ambiciosos y la necesidad de adaptar su marco regulatorio para aprovechar al máximo el auge de la demanda de almacenamiento. Apoyarse en los modelos de Europa y Estados Unidos permitirá acelerar las inversiones y mejorar la infraestructura local, con la vista puesta en la integración de renovables y el desarrollo de vehículos eléctricos.
El alto riesgo de seguridad y las retiradas masivas de baterías también son aspectos importantes en la expansión del mercado. En los últimos meses, más de un millón de baterías externas “PowerCore 10000” de Anker han sido retiradas en Estados Unidos y Vietnam tras múltiples incidentes de sobrecalentamiento, incendios y explosiones, incluyendo quemaduras y daños materiales. Incidentes similares han afectado a dispositivos Romoss, forzando la retirada de casi medio millón de unidades en Asia. Las autoridades y fabricantes recomiendan no desechar estas baterías en la basura habitual, sino seguir protocolos de reciclaje específicos para evitar riesgos mayores.
La importancia de la investigación, la certificación rigurosa y el control de calidad en la industria de las baterías se ha intensificado ante estos problemas de seguridad, que pueden afectar la confianza del consumidor y la sostenibilidad del sector. La expansión acelerada puede dejar vulnerabilidades técnicas que deben ser corregidas cuanto antes.
El panorama global del mercado de baterías se caracteriza por una competencia feroz, la búsqueda constante de innovación y la necesidad de adaptarse a regulaciones cada vez más estrictas en seguridad y sostenibilidad. China continúa marcando el ritmo en producción y exportación, mientras otros actores invierten en nuevas tecnologías y políticas públicas. La integración eficiente de energías renovables, la demanda de almacenamiento y la seguridad del usuario serán factores clave para el éxito en las próximas décadas.
