Impacto del gas natural en el medio ambiente
El consumo de gas natural está creciendo en todo el mundo. Este aumento se ve impulsado por los continuos descubrimientos de nuevos yacimientos de gas, lo que genera expectativas sobre su explotación a corto y mediano plazo. Sin embargo, es importante recordar que el gas natural es un recurso no renovable, lo que significa que, una vez utilizado, las fuentes naturales se agotan sin posibilidad de regeneración en tiempos comparables a los ciclos humanos.
A nivel industrial y doméstico, el gas natural tiene múltiples aplicaciones, incluyendo su uso como combustible para vehículos. Además, se presenta como una alternativa de energía más limpia en comparación con otros combustibles fósiles como el petróleo o el carbón, al emitir menos dióxido de carbono (CO2) durante la combustión.
Ventajas ambientales del gas natural
Una de las principales ventajas del gas natural frente al combustible fósil como el carbón es la reducción de las emisiones contaminantes. El gas natural emite entre un 50% y un 60% menos CO2 que el carbón cuando se quema, lo que lo convierte en una opción menos nociva para la atmósfera en términos de calentamiento global.
Otro aspecto positivo es que, si bien el gas natural es un combustible fósil, emite muy pocas partículas de azufre y mercurio, en comparación con otros combustibles fósiles como el carbón o el petróleo. Esto significa que el gas natural genera menos problemas relacionados con la contaminación atmosférica directa.
A la hora de considerar el impacto del gas natural en las emisiones contaminantes relacionadas con el transporte, el gas natural licuado (GNL) o gas natural comprimido (GNC), utilizados en vehículos, supone una mejor alternativa frente a los combustibles tradicionales como la gasolina. El uso de GNC en automóviles reduce las emisiones de gases nocivos como el monóxido de carbono y los hidrocarburos, contribuyendo así a la mejora de la calidad del aire en las grandes urbes.
Impactos negativos del gas natural en el medio ambiente
Pese a sus ventajas, el gas natural no está exento de impactos negativos en el medio ambiente. Al igual que la extracción de petróleo, la exploración y extracción del gas natural puede tener efectos devastadores, particularmente cuando se emplea la técnica de exploración conocida como fracking o fractura hidráulica.
El fracking genera fisuras en las formaciones rocosas subterráneas para aumentar el flujo de gas hacia la superficie. Este método no solo puede conllevar la contaminación de acuíferos, sino que también puede causar temblores y consume grandes cantidades de agua, que luego se contaminan. Por tanto, aunque el gas natural puede ser considerado como más limpio que otros combustibles fósiles, las fugas de metano y los efectos colaterales del fracking son de gran preocupación para el medio ambiente.
Una consideración clave de las actividades de extracción de gas natural, sobre todo en regiones como el Ártico o la Amazonia, es la deforestación y la alteración de ecosistemas frágiles. La construcción de grandes infraestructuras como gasoductos, que son necesarias para transportar el gas, también implica un impacto ambiental significativo relacionado con la destrucción de hábitats y el desplazamiento de comunidades locales.
Riesgos para la salud humana
A pesar de los esfuerzos para mantener el gas natural controlado durante su producción y uso, existen riesgos inherentes en cuanto a la salud humana. Según estudios de la Universidad de Harvard y otras instituciones académicas, se estima que el gas fósil contribuye significativamente a la mortalidad prematura en todo el mundo debido a las partículas contaminantes.
El gas natural quema más limpio que el carbón o el petróleo, pero sigue siendo una fuente de contaminación atmosférica, con emisiones de óxidos de nitrógeno que pueden tener efectos adversos en la salud, como problemas respiratorios y cardiovasculares. Estas emisiones son particularmente problemáticas en las áreas urbanas donde se concentra el uso de gas natural en hogares e industrias.
Alternativas al gas natural
Con el agotamiento de las reservas de gas natural proyectado para las próximas décadas, es imperativo buscar alternativas viables. Una de estas alternativas es el biogás, un combustible renovable que se genera a partir de materiales orgánicos como el estiércol y los residuos agrícolas. A diferencia del gas fósil, el biogás se renueva constantemente y su uso contribuye a la reducción de las emisiones netas de gases de efecto invernadero.
En España, ya existen iniciativas importantes relacionadas con la producción de biogás, aunque aún son limitadas en comparación con otros países. La expansión de esta tecnología es vital para mitigar los riesgos ambientales del agotamiento de los combustibles fósiles y contribuir a la transición hacia una economía más verde y sostenible.
El gas natural puede ser más limpio que el carbón o el petróleo, pero sigue contribuyendo al cambio climático y tiene impactos graves en la salud humana y el medio ambiente. Es importante considerar fuentes de energía renovables como la solar, eólica o geotérmica que, al combinarse entre ellas, pueden satisfacer las demandas energéticas sin los peligros asociados a los combustibles fósiles.