Las políticas de economía circular y reciclaje inclusivo avanzan con fuerza en diversos territorios, transformando la gestión de residuos en un motor para la sostenibilidad ambiental y la integración social. Esta tendencia, que involucra a instituciones públicas, empresas y organizaciones sociales, pone el foco en la valorización de materiales, la educación ambiental y la creación de oportunidades dignas para quienes históricamente han trabajado en la economía informal del reciclaje.
Desde la adaptación de espacios y servicios de reciclaje hasta la formación especializada y la coordinación regional, las experiencias en ciudades como Tarragona, municipios de Mendoza y diversas localidades latinoamericanas demuestran que la circularidad y la inclusión pueden ir de la mano para generar impacto positivo en comunidades y ecosistemas.
Formación y fomento del reciclaje inclusivo en la administración pública
Uno de los pilares para impulsar la economía circular pasa por la capacitación del personal público. En este sentido, el Instituto para la Calidad de la Pontificia Universidad Católica del Perú y la organización Ciudad Saludable han puesto en marcha un diplomado dirigido a funcionarios de distintas administraciones. Su objetivo es reforzar las competencias técnicas para afrontar los retos de la sostenibilidad y la gestión integral de residuos, con especial énfasis en el reciclaje inclusivo y la educación ambiental.
El programa, de modalidad semipresencial y duración de cuatro meses, combina clases virtuales y talleres presenciales descentralizados. Además, se han contemplado becas específicas que facilitan el acceso a la formación de empleados públicos interesados en liderar proyectos con enfoque sostenible y social.
Prácticas como las tutorías, el estudio de casos reales y la metodología participativa buscan que la formación sea aplicable y adaptada a las necesidades locales. Los gestores públicos pueden así desarrollar proyectos que integren a recicladores urbanos y potencien la economía circular desde las propias instituciones.
Experiencias locales: de los puntos limpios inclusivos a la modernización de centros de reciclaje
El nuevo modelo de Punto Limpio en Tarragona es un ejemplo de integración entre reciclaje, valorización de materiales y dimensión social. Este servicio, gestionado por una empresa del tercer sector, combina la gestión eficiente de residuos con un fuerte componente de inclusión laboral: la mitad de la plantilla pertenece a colectivos en situación de vulnerabilidad. La atención personalizada y la formación continua contribuyen a que las personas contratadas adquieran nuevas competencias y mejoren su empleabilidad.
El sistema ofrece tanto instalaciones fijas como puntos limpios móviles, incrementando las ubicaciones semanales y facilitando la recolección selectiva de objetos voluminosos y materiales reutilizables. Entre las novedades, se incluyen espacios de valorización y reutilización de enseres y muebles, lo que permite dar una segunda vida útil a muchos objetos y reduce la generación de residuos. Además, el servicio está adaptado a las necesidades ciudadanas mediante procesos participativos y refuerzos tecnológicos en la gestión de datos y la trazabilidad de aportaciones.
La inversión en equipamiento moderno, como autocompactadoras y sistemas de autoconsumo solar, eleva la eficiencia del centro y consolida su papel en la transición ecológica local. El contrato garantiza también el cumplimiento de las normativas sobre reserva de servicios para empresas de inserción, subrayando el compromiso con la inclusión social.
Transformación y formalización del reciclaje urbano
En la provincia de Mendoza, la transformación de los centros verdes municipales está permitiendo avanzar hacia modelos de reciclaje inclusivo. Por ejemplo, el Centro Verde de Guaymallén, tras el cierre de viejos vertederos, actúa como espacio de referencia para la canalización del trabajo de más de 70 recicladores, impulsando su paso de la informalidad a la organización en cooperativas.
La transición de los trabajadores incluye acompañamiento social, capacitación y acceso a herramientas para consolidar el reciclaje como profesión estable. El objetivo es alcanzar la máxima capacidad del centro, erradicar los focos de disposición irregular y mejorar las condiciones laborales y ambientales. Además, existe una colaboración directa con entidades dedicadas a la remediación y rehabilitación de terrenos afectados por antiguos basurales.
En la misma región, Luján de Cuyo destaca en la recogida y reciclaje de residuos electrónicos. A través de campañas periódicas, se recoloca la gestión de dispositivos electrónicos fuera de uso –televisores, ordenadores, impresoras y otros aparatos– en una planta de reciclaje pionera, con capacidad para 30 toneladas mensuales. El proceso incluye una fase de selección y reacondicionamiento de equipos, así como la separación y reciclaje de materiales como plásticos, metales y vidrios.
El Programa de Reciclaje Inclusivo en Luján ha sido clave para formalizar el papel de los recuperadores urbanos, organizados en cooperativas. Estas acciones favorecen una gestión más justa y eficiente de los residuos y refuerzan el desarrollo de la economía circular en el ámbito local.
Alianzas multisectoriales y educación ambiental: el caso de Nuquí y otros proyectos en Latinoamérica
La colaboración entre empresas, asociaciones de recicladores, autoridades y cooperantes está en el centro de iniciativas como Misión Nuquí, que busca transformar la gestión de residuos en municipios del Pacífico chocoano. Proyectos impulsados por entidades como Acoplásticos, en alianza con organizaciones de base, priorizan la educación ambiental, la dotación logística y la formación comunitaria mediante campañas, talleres y entrega de materiales para la correcta separación y recolección de residuos.
El refuerzo de capacidades locales y el estímulo al liderazgo comunitario son ejes fundamentales de estos programas, que suelen tener una duración de varios meses e involucran la participación voluntaria del sector empresarial a través de donaciones, asesoramiento y apoyo operativo. Jornadas de limpieza de espacios públicos, organizaciones de recicladores y el involucramiento de la ciudadanía completan un enfoque de intervención que busca dejar una huella duradera en la transformación territorial.
Este tipo de iniciativas fomenta la inclusión social además de promover la mejora de los entornos urbanos y naturales, la innovación social y la creación de oportunidades para el turismo sostenible y la valorización de los recursos locales.
Este recorrido por diversas experiencias demuestra cómo el reciclaje inclusivo y la economía circular se están consolidando como piezas clave para afrontar los desafíos ambientales y sociales actuales. La inversión en formación, cooperación y mejoras en infraestructura y servicios sienta las bases para una gestión de residuos más eficiente, justa y participativa, generando beneficios tanto para las comunidades como para el entorno.