La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han lanzado una iniciativa de gran envergadura para abordar los desafíos del sistema alimenticio global. La segunda conferencia internacional sobre nutrición (CIN2), que se celebrará en Roma, tiene un enfoque central sobre cómo reorganizar la gobernanza mundial en torno a los tres desafíos mayores del siglo XXI: la desnutrición, los problemas de salud y el impacto medioambiental.
Primer desafío: La desnutrición mundial
Uno de los problemas más alarmantes de nuestro tiempo es la desnutrición. Según datos recientes, un tercio de los niños de países en vías de desarrollo sufren de insuficiencia ponderal o de retraso en el crecimiento. Además, alrededor de 2 mil millones de personas padecen deficiencias de micronutrientes y más de 840 millones padecen hambre crónica.
La desnutrición no impacta solo físicamente. Según UNICEF, la desnutrición aguda y crónica afecta tanto el desarrollo físico como el cognitivo de los niños. 148 millones de niños menores de cinco años sufren retraso en el crecimiento, lo que significa un crecimiento más lento, y una estatura más baja para su edad. Así mismo, 45 millones de niños padecen desnutrición aguda grave, una condición que requiere tratamiento inmediato. Además, más de 340 millones de niños de esta misma franja etaria padecen deficiencias en micronutrientes, afectando su sistema inmunológico y desarrollo cerebral.
Segundo desafío: Problemas de salud por la producción y consumo de alimentos
El segundo desafío está relacionado con los problemas de salud derivados de la producción industrial y el consumo inadecuado de alimentos. Más de 1,500 millones de personas en el mundo sufren de sobrepeso u obesidad. Esto se debe principalmente a una dieta rica en productos ultraprocesados, grasas y azúcares, que, a pesar de suministrar calorías, carecen de micronutrientes esenciales. Esto lleva a un aumento de enfermedades no transmisibles como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.
El problema del sobreconsumo y malnutrición no solo es un problema de salud física, sino también de desequilibrio social. En muchas comunidades, el acceso a alimentos saludables se ve limitado, lo que refuerza la dependencia de alimentos ultraprocesados y menos nutritivos. Esta tendencia tiene consecuencias negativas tanto para los países desarrollados como para aquellos en vías de desarrollo, donde la malnutrición y la obesidad coexisten.
Tercer desafío: El impacto medioambiental en la producción alimentaria
La producción de alimentos también supone un impacto devastador sobre el medioambiente. La agricultura y la ganadería son responsables de una gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, además del uso de pesticidas y fertilizantes químicos, que afectan a la biodiversidad y salud humana. Otro problema crítico es el desperdicio de alimentos, que constituye más de un tercio de la producción total a nivel mundial y contribuye a la crisis climática. Por ejemplo, según la Fundación Ellen MacArthur, cada año se desperdician 1,300 millones de toneladas de alimentos en todo el mundo.
Políticas y soluciones integrales
Abordar los tres grandes desafíos requiere de la implementación de políticas integradas fundamentadas en la sostenibilidad y la equidad. A continuación, algunas de las medidas propuestas por expertos y organismos internacionales:
- Establecer normas globales para promover la producción alimentaria de forma justa, equitativa y sostenible.
- Reducir los incentivos para la producción de alimentos ultraprocesados, que contribuyen a las crecientes tasas de obesidad y malnutrición.
- Fomentar la producción local y sostenible, minimizando el uso de insumos tóxicos como pesticidas y fertilizantes.
- Reducir el desperdicio alimentario y mejorar la eficiencia en los sistemas de distribución.
Además, es fundamental que se promueva el acceso a dietas saludables para toda la población, centradas en productos frescos, naturales y sostenibles, limitando el consumo de carnes rojas y alimentos industrializados.
Hacia 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) plantean terminar con todas las formas de desnutrición y garantizar la seguridad alimentaria a toda la población mundial. Solo una acción conjunta y coordinada entre gobiernos, organizaciones y ciudadanos permitirá hacer frente a estos desafíos y garantizar un futuro sostenible para las próximas generaciones.