Los derrames de petróleo son uno de los mayores problemas ambientales que afectan tanto a los ecosistemas como a la salud humana. Aunque gran parte de la atención se ha centrado en los efectos devastadores sobre la flora y fauna, estudios recientes demuestran que también tienen consecuencias muy graves para la salud del ser humano, especialmente en zonas cercanas a la extracción y procesamiento del crudo.
Los efectos de los vertidos de petróleo son especialmente graves en regiones en vías de desarrollo. Investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental (ICTA-UAB), junto con el Instituto de Salud Global (ISGlobal) y la Facultad de Veterinaria de la UAB, han denunciado los impactos negativos en las personas que residen cerca de los yacimientos de petróleo en la Amazonía peruana, lo que ha llevado a un estado de emergencia ambiental en la región.
Efectos del petróleo en la salud humana
Los estudios realizados por estos científicos han revelado que la contaminación no solo afecta a los ecosistemas, sino también a las personas a través de múltiples vías de exposición. Los habitantes de estas zonas consumen agua y alimentos contaminados, y tienen contacto directo con suelos agrícolas y aguas que han absorbido los tóxicos del petróleo. Según el ISGlobal, cientos de millones de personas están expuestas a estos riesgos, ya que viven en áreas contaminadas por la industria extractiva.
Se estima que 638 millones de personas que viven en países en vías de desarrollo se encuentran expuestas al petróleo, lo que representa una enorme amenaza para la salud pública a nivel mundial. Lo preocupante es la falta de información suficiente sobre las consecuencias a largo plazo, lo que impide medidas efectivas para mitigar el daño.
Contaminación bioacumulativa y cadena alimenticia
Uno de los desafíos más serios es la bioacumulación de compuestos tóxicos que entran en la cadena alimenticia. A través del agua, los compuestos tóxicos viajan a ríos, donde contaminan peces y se trasladan a una amplia cadena alimenticia que incluye tanto a otros animales como a personas. Este proceso es especialmente peligroso ya que las sustancias químicas derivadas del petróleo son altamente persistentes en el medio ambiente y tienden a acumularse en los organismos, incluyendo en los humanos.
Con el tiempo, esta contaminación puede extenderse a miles de kilómetros, afectando más de lo inicialmente estimado. En la región de la Amazonía peruana, los investigadores han calculado que se han derramado el equivalente a 2,6 millones de barriles de petróleo a lo largo de los años, contaminando al menos 1.100 kilómetros de ríos solo en territorios de las poblaciones Quechua y Achuar.
Impacto en la salud pública
A pesar de las repetidas alertas, no se han implementado soluciones efectivas para reducir los efectos de estos vertidos. En 2003, la región fue declarada en estado de emergencia ambiental, y en 2013, en estado de emergencia sanitaria. Sin embargo, aún no existen registros oficiales de mortalidad o morbilidad que relacionen directamente estas emergencias con los derrames de petróleo.
De acuerdo con Martí Orta, del ICTA-UAB:
“A pesar de conocerse los efectos adversos sobre la salud de la exposición al petróleo y otros productos derivados, nunca se han tomado medidas reparadoras ni sancionadoras. La gente enferma no puede visitar al médico ni ir al hospital. Simplemente muere y no se sabe de qué”.
Una cuestión clave que debe abordarse es que la mayoría de los estudios existentes se han enfocado en analizar el impacto de estos vertidos en los trabajadores encargados de la limpieza de los ríos y tierras afectadas. Mientras tanto, las poblaciones locales y residentes que están en contacto con la contaminación durante largos períodos siguen siendo ignoradas.
Grupos vulnerables y vías de exposición
Los grupos más vulnerables son los niños, mujeres embarazadas y las personas con problemas de salud preexistentes. Según la investigadora Cristina O’Callaghan-Gordo de ISGlobal:
“Es importante estudiar los efectos que la contaminación derivada del petróleo tiene en la gente que vive en zonas de extracción, ya que los tiempos y las vías de exposición son diferentes. Los estudios realizados hasta ahora se han centrado en trabajadores y no en la población más vulnerable, como los niños, las mujeres embarazadas o personas con problemas previos de salud”.
Las personas en estas comunidades no solo están expuestas al petróleo a través de ingestión oral y contacto dérmico, sino también a través de la inhalación de gases tóxicos que se liberan durante la quema del gas natural, como los compuestos orgánicos volátiles, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre. Además, los metales pesados presentes en el petróleo contaminan el agua, los sedimentos y los alimentos, incrementando el riesgo de enfermedades crónicas.
Consecuencias a largo plazo para la salud
Los efectos a largo plazo de la exposición a los químicos presentes en los derrames de petróleo pueden afectar gravemente la salud humana. Estos químicos pueden causar problemas en el sistema nervioso, enfermedades cardiovasculares, malformaciones genéticas, problemas respiratorios y aumento del riesgo de cáncer. La exposición crónica puede incluso generar alteraciones graves en el desarrollo cognitivo y neurológico en los niños, debido a la bioacumulación de sustancias como el benzopireno y otros hidrocarburos aromáticos.
Igualmente, se ha demostrado que los hidrocarburos aromáticos, presentes en el crudo, se acumulan en el tejido adiposo de los seres humanos y animales, lo que puede alterar los ciclos reproductivos y hormonales en seres humanos, afectando la salud reproductiva de las comunidades afectadas.
Un estudio del Ministerio del Medio Ambiente de Perú también señala que la contaminación provocada por el petróleo en los ríos y sedimentos de la Amazonía ha sido detectada incluso a más de 200 kilómetros de los puntos de extracción.
Además, se ha identificado un aumento significativo de enfermedades hematológicas y problemas como el aumento de la presión arterial entre las personas que viven en contacto directo con las aguas contaminadas.
Propuesta de soluciones y medidas de mitigación
La magnitud del problema ha generado la necesidad de impulsos científicos y políticos que adopten medidas correctivas que prevengan y palien los efectos de los derrames de petróleo sobre la salud y el medio ambiente. Los expertos recomiendan, a largo plazo, un monitoreo constante de la salud de los pueblos indígenas y trabajadores expuestos, además de exigir que las empresas petroleras asuman la responsabilidad ambiental de los vertidos.
Entre las propuestas para mitigar el impacto de los derrames de petróleo se encuentran:
- Desarrollo de nuevas tecnologías para mejorar las técnicas de limpieza en aguas y suelos contaminados, centradas en la extracción de hidrocarburos.
- Monitoreo y control efectivo de la calidad del aire y los niveles de exposición de las poblaciones afectadas.
- Proteger los derechos de las comunidades afectadas, especialmente en procesos legales contra las compañías responsables de los derrames.
- Implementación de barreras de contención más efectivas y preventivas para evitar que el derrame llegue a los ríos y continúe afectando la cadena trófica de la región.
Profesionales de la salud y expertos ambientales continúan presionando a los gobiernos para que adopten medidas regulatorias más estrictas y efectivas en el control de los vertidos de petróleo, ya que resolver este problema es imperativo para la seguridad tanto de los ecosistemas como de la salud de millones de personas afectadas.
Las consecuencias de los derrames de petróleo no se ven solo a corto plazo. Los efectos acumulativos pueden devastar las poblaciones locales de manera irremediable. Si no se toman medidas más estrictas para detener la contaminación y controlar los factores de riesgo, las generaciones futuras pueden enfrentarse a los efectos más graves de estos derrames, desde la devastación ambiental hasta crisis humanitarias asociadas a la salud pública.