Delhi ensaya la siembra de nubes para aliviar la contaminación

  • Primer vuelo de prueba sobre Burari con apoyo del IIT Kanpur y un Cessna.
  • Objetivo: inducir lluvia artificial para reducir temporalmente PM2,5 e ICA.
  • La técnica requiere nubes adecuadas; eficacia corta y resultados variables.
  • Europa observa el caso: posibles aprendizajes para episodios de smog urbanos.

Siembra de nubes en Delhi contra la contaminación

En una capital que cada invierno queda bajo una calima persistente, las autoridades han activado su primer ensayo de siembra de nubes con la mirada puesta en provocar precipitaciones capaces de arrastrar parte del smog. La idea es sencilla sobre el papel: aprovechar ventanas meteorológicas favorables para forzar lluvias que limpien el aire, aun sabiendo que su efecto será limitado en el tiempo.

El plan llega tras varios días de índices de calidad del aire en niveles muy altos y el repunte posterior a Diwali, cuando los fuegos artificiales y petardos empeoran las mediciones. Con más de 30 millones de habitantes, Delhi figura entre las urbes más contaminadas del mundo, y los meses fríos agravan la situación por la inversión térmica que atrapa los contaminantes cerca del suelo.

Delhi recurre a la siembra de nubes para limpiar el aire

Lluvia artificial para reducir la contaminación en Delhi

La capital llevó a cabo un vuelo de prueba sobre Burari con un avión Cessna, coordinado por el Instituto Indio de Tecnología de Kanpur (IIT Kanpur) y el departamento de Medio Ambiente local. Según las comunicaciones oficiales, el objetivo fue verificar procedimientos y condiciones atmosféricas antes de operaciones a mayor escala.

Si la meteorología acompaña, las autoridades contemplan activar la lluvia inducida en fechas inmediatas; no se ha detallado el compuesto exacto empleado en el ensayo, algo habitual hasta cerrar la fase de pruebas. En este tipo de operaciones suelen utilizarse sales como yoduro de plata o cloruro de sodio, aunque la elección depende de la microfísica de las nubes.

La presión de fondo es conocida: cada invierno, la mezcla de emisiones de tráfico, industria y quemas agrícolas queda atrapada por una capa de aire más cálida a mayor altura, lo que actúa como una «tapa» e impide la dispersión del smog. Este patrón se repite año tras año y exige medidas adicionales cuando el aire se vuelve irrespirable.

En algunos momentos, las partículas PM2,5 —capaces de penetrar en el torrente sanguíneo— han alcanzado picos que multiplican hasta por 60 el umbral diario recomendado por la OMS, con lecturas del ICA por encima de 300 e incluso en torno a 400 en estaciones puntuales. Estos valores obligan a activar protocolos para reducir la exposición de la población vulnerable.

Cómo funciona y cuándo puede servir

Funcionamiento de la siembra de nubes

La siembra de nubes introduce partículas que actúan como núcleos de condensación, favoreciendo la formación de gotas o cristales de hielo en nubes ya existentes. No crea agua de la nada; simplemente intenta mejorar la eficiencia de la precipitación cuando la humedad, la temperatura y la dinámica de la atmósfera lo permiten.

Entre los compuestos utilizados habitualmente figuran el yoduro de plata y el cloruro de sodio. La liberación puede hacerse desde aviones —como en el caso de Delhi—, además de drones o bengalas, o mediante generadores en superficie. El despliegue se programa en ventanas meteorológicas muy acotadas para maximizar las probabilidades de éxito.

Para que funcione, deben concurrir nubes adecuadas con contenido de agua suficiente. En los meses fríos del norte de India esto no siempre ocurre, de ahí la importancia de coordinar con los servicios meteorológicos la selección de momentos con mayor probabilidad de precipitación.

Eficacia, límites y dudas

Eficacia y límites de la siembra de nubes

La evidencia científica es heterogénea: hay estudios que apuntan incrementos de lluvia del 10% al 20% en escenarios muy concretos, mientras que en otros casos el efecto resulta marginal o difícil de aislar frente a la variabilidad natural. En calidad del aire, el alivio suele ser temporal (1-2 días), lo suficientemente para rebajar picos severos pero no para resolver el problema de fondo.

Los expertos recomiendan monitorización instrumental antes, durante y después de las operaciones, con transparencia sobre compuestos, dosis y resultados. Aunque la toxicidad asociada a estas sales en atmósfera suele considerarse baja a las cantidades empleadas, sigue siendo necesario evaluar el impacto a largo plazo y publicar los datos.

En paralelo, Delhi mantiene medidas más conocidas —rociado de agua en vías, vigilancia de obras, cañones anti-smog y controles de quemas— y ha reportado descensos puntuales del ICA (por ejemplo, de 353 a 305 en un día). La siembra de nubes se plantea como complemento, no sustituto, de políticas estructurales sobre transporte, industria y gestión de residuos.

Mirada europea: qué puede aprender España y la UE

Lecciones para Europa sobre siembra de nubes

La modificación del tiempo ya se emplea en China, países del Golfo y estados del oeste de EE. UU., con fines que van desde aliviar sequías a apoyar la lucha contra incendios. Su uso para calidad del aire es más controvertido, pero la experiencia de Delhi servirá de referencia sobre su viabilidad operativa en entornos urbanos densos.

Para Europa —y España en particular—, podría explorarse en episodios de estabilidad anticiclónica que disparan el smog en grandes ciudades, siempre bajo marcos regulatorios estrictos y con la AEMET y agencias ambientales en el centro del diseño y la evaluación.

Cualquier piloto en el contexto europeo debería ir acompañado de evaluaciones ambientales, coordinación transfronteriza y protocolos de información pública. También conviene recordar que, en el Viejo Continente, el foco principal sigue siendo reducir emisiones en origen (movilidad, calefacciones, industria) y mejorar la planificación urbana.

Si se realizan ensayos, lo prudente es publicar métricas comparables —PM2,5, PM10, ICA— antes y después, definir umbrales de activación claros y combinar la técnica con restricciones temporales a fuentes de emisión. Evitar el tecno-optimismo es clave: puede dar alivios breves, pero no reemplaza las soluciones de fondo.

Delhi abre una vía de actuación que aspira a ofrecer respiros puntuales cuando el aire se vuelve especialmente nocivo. La siembra de nubes puede ser una herramienta útil si se aplica con rigor, datos abiertos y como parte de una estrategia más amplia que priorice la reducción sostenida de emisiones.

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