En la sociedad contemporánea, no es raro que las industrias oculten los intrincados procesos de producción que subyacen a nuestro mundo interconectado. Esto incluye la compleja red de maquinaria, consumo de energía y utilización de recursos necesarios para mantener la funcionalidad de nuestra forma de vida moderna. La nube, aquel espacio donde alojamos gran cantidad de información en internet, forma parte de esta infraestructura invisible. Sin embargo, muchas personas no saben cuánto contamina la nube al medio ambiente.
A lo largo del artículo, vamos a abordar no solo la cantidad de contaminación generada por la nube, sino también qué medidas se pueden tomar para reducir este impacto ambiental.
Cuánto contamina la nube el medio ambiente
Puede que no lo parezca, pero cada clic o toque que hacemos en nuestros dispositivos tiene su huella ambiental. Desde leer periódicos electrónicos en lugar de en papel hasta enviar correos electrónicos en lugar de cartas, son acciones que creemos más ecológicas, pero también conllevan un impacto. La idea de que navegar únicamente por sitios web se puede catalogar como una tendencia minimalista no siempre es del todo beneficioso para el medio ambiente, porque la nube, pese a ser virtual, tiene un costo físico.
Cada vez que realizamos una búsqueda en Internet, liberamos 0,2 gramos de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, contribuyendo al efecto invernadero y al cambio climático. Este número, aunque parezca pequeño, se magnifica cuando consideramos el uso masivo de internet a nivel global.
El funcionamiento de Internet, incluyendo la nube, requiere una asombrosa cantidad de energía. De hecho, se estima que el 7% del consumo total de energía mundial se destina a mantener a flote la red de redes, desde los centros de datos hasta los dispositivos de usuario final.
¿Por qué la nube contamina?
La nube está compuesta por gigantescos centros de datos repartidos por todo el mundo. Estos centros, que pueden ser tan grandes como varias hectáreas, están llenos de servidores que almacenan y procesan los datos que subimos y descargamos a diario. Estos servidores requieren tres cosas para funcionar: electricidad para mantenerse activos, refrigeración para evitar el sobrecalentamiento y conexión constante a internet, lo que se traduce en un consumo energético masivo.
Por ejemplo, una hora de película en streaming puede generar tantas emisiones de carbono como hervir agua tres veces. Las videollamadas, tan comunes en la era postpandemia, también son grandes generadores de CO2. De acuerdo con estudios recientes, una hora de videoconferencia puede depender de la misma cantidad de energía que un coche recorriendo 5 km.
Los centros de datos que apoyan la infraestructura de la nube son responsables actualmente del 0,3% de las emisiones globales de carbono, un número que crece a medida que más personas se conectan a internet y almacenan más datos en la nube. Si incluimos el uso de dispositivos conectados, ese porcentaje puede extenderse hasta un 2%, una cifra que se espera aumente en los próximos años a medida que el uso de internet siga en expansión.
¿Qué hacen las grandes empresas de tecnología?
Las grandes empresas de tecnología son conscientes del impacto de sus servicios en el medio ambiente. Empresas como Google, Amazon, Facebook y Microsoft han empezado a tomar medidas para reducir su huella de carbono.
- Amazon Web Services (AWS): Amazon afirma que migrar a su nube puede reducir las emisiones de carbono de las empresas un 88%, ya que trabajan con energía renovable para sus centros de datos. Sin embargo, el constante crecimiento del uso de internet sigue aumentando la demanda de energía.
- Google: Google se comprometió a utilizar energía 100% renovable desde 2017, siendo el mayor comprador de energías renovables a nivel mundial. Han invertido en proyectos eólicos y solares en América Latina, Europa y EEUU.
- Microsoft: Apuesta por centros de datos verdes y busca que en 2025 el 100% de la energía utilizada sea de fuentes renovables. Además, ha probado centros de datos submarinos para reducir el consumo por enfriamiento.
Además, estas compañías están innovando con tecnología que reduce el impacto de sus actividades, como refrigeración por aire libre o el uso de inteligencia artificial para optimizar el consumo energético de los centros de datos.
Consejos para reducir la contaminación digital
El impacto medioambiental de la nube puede reducirse con acciones individuales. Pequeños cambios en nuestro comportamiento digital pueden marcar una diferencia significativa:
- Reducir el uso innecesario de datos: Cerrar las pestañas del navegador que no estamos utilizando y no dejar tabs abiertos por largas horas.
- Evitar el uso excesivo de videollamadas: Las videollamadas consumen más energía que las llamadas de voz o mensajes de texto.
- Desactiva las actualizaciones automáticas: De apps y videos en tu smartphone para ahorrar datos y energía.
- Usar motores de búsqueda ecológicos: Algunos motores de búsqueda, como Ecosia, plantan árboles por cada búsqueda que realizas.
Quizá la forma más sencilla de reducir nuestra huella digital es ser más conscientes de nuestras acciones en línea. Cada vez que compartimos un archivo pesado o vemos una serie en alta definición, estamos consumiendo una cuota de energía que tiene un impacto real en nuestro entorno.
Además, es importante que presionemos a las grandes compañías para que utilicen fuentes de energía renovable en la mayor parte de su infraestructura. Tomando decisiones informadas y siendo conscientes de nuestro impacto en la red, podemos contribuir a la reducción del impacto ambiental de la nube.
Las grandes empresas de tecnología deben seguir invirtiendo en soluciones sostenibles, pero como individuos, también podemos contribuir mediante el uso responsable de nuestras tecnologías cotidianas.