En los últimos años, la conservación de los embalses ha ganado protagonismo como medida esencial para preservar tanto recursos hídricos como la biodiversidad asociada a estos ecosistemas. La situación de los embalses en diferentes puntos de España ha puesto en evidencia la necesidad de actuaciones continuadas que favorezcan el equilibrio entre el uso social, la protección del medio ambiente y la garantía de agua para las poblaciones y la fauna.
El ejemplo más destacado de los últimos meses es el embalse de Monteagudo de las Vicarías, donde se han anunciado importantes actuaciones para modernizar y rehabilitar sus infraestructuras. Sin embargo, la realidad de otros embalses como los de la Marina Baixa, que encaran el verano con niveles alarmantes de agua y falta de tareas de conservación, pone sobre la mesa la urgencia de reforzar los trabajos de mantenimiento y restauración en estos lugares clave.
Inversiones y mejoras para la conservación en Monteagudo de las Vicarías
Esta semana, representantes de la administración autonómica y local han anunciado la firma de un protocolo de colaboración destinado a impulsar la conservación y mejora de las instalaciones públicas del entorno del embalse de Monteagudo. Con una inversión cercana a los 120.000 euros, canalizada a través de la Fundación Patrimonio Natural, se pondrán en marcha varias actuaciones que persiguen la actualización de infraestructuras, el refuerzo de equipamientos para uso público y la protección de los valores naturales de la zona.
Entre las intervenciones previstas destaca la rehabilitación de aparcamientos y áreas recreativas, la reconstrucción de miradores y observatorios para el avistamiento de aves, así como la instalación de nuevas señales y balizas. Además, se potenciará la conservación de la fauna con colocación de cajas nido, hoteles para insectos y refugios, medidas importantes para favorecer el asentamiento de diferentes especies en el entorno del embalse.
Todas estas acciones, que contarán con un plazo de ejecución de unos cuatro meses una vez superados los trámites administrativos, buscan compatibilizar el uso público del embalse con la preservación de su biodiversidad. El embalse de Monteagudo es uno de los más antiguos del país, y se distingue por albergar especies vegetales y animales de interés especial, como el Senecio aurícula o aves acuáticas protegidas.
El turismo ornitológico como motor de conservación
Uno de los puntos fuertes del plan en Monteagudo es la apuesta por el turismo ornitológico como estrategia para unir desarrollo económico y conservación. Con un presupuesto adicional de 130.000 euros, el ayuntamiento pretende posicionar a la localidad como destino de referencia para los aficionados a la observación de aves, aprovechando que la laguna y el embalse se encuentran integrados en la red ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) de Soria.
La creación de infraestructuras específicas, la organización de eventos y la señalización adaptada permitirán atraer a un perfil de visitante muy comprometido con el respeto al medio ambiente. Además, este tipo de turismo contribuye a combatir la despoblación rural y a generar ingresos a través de servicios como rutas guiadas, alquiler de prismáticos, y actividades para descubrir la riqueza ornitológica y los paisajes del embalse.
La convivencia entre visitantes y la fauna queda garantizada por el enfoque de todas las mejoras, que tienen en cuenta la compatibilidad con los ciclos de las aves y la protección de hábitats sensibles.
Problemas derivados de la falta de mantenimiento en otros embalses
El contraste con la situación que atraviesan otros embalses, como los de Amadorio y Guadalest en la comarca de la Marina Baixa, es muy evidente. Estos pantanos, fundamentales para el abastecimiento de agua en localidades turísticas como Benidorm, presentan niveles históricamente bajos, agravados por la ausencia de dragado y limpieza durante años. La acumulación de lodos y fangos, junto a la falta de reparación y conservación de las presas, reduce aún más la capacidad real de los embalses y dispara las alarmas ante la llegada del verano y la afluencia masiva de turistas.
En el caso concreto del embalse de Amadorio, apenas dispone del 15% de su capacidad, y la mitad está ocupada por sedimentos, lo que afecta a su funcionamiento y a la calidad del agua. Por su parte, el pantano de Guadalest tampoco ha recibido inversiones de conservación relevantes en décadas, situándose cerca del 36% de su volumen útil e incrementando el riesgo de restricciones.
Las autoridades y la sociedad civil reclaman desde hace años actuaciones urgentes para garantizar que estos embalses puedan seguir cumpliendo su función de forma eficaz. La falta de mantenimiento puede tener repercusiones graves no solo para el suministro, sino también sobre el ecosistema que rodea a los embalses, que se ve amenazado por la pérdida de hábitats y la contaminación de las aguas.
Importancia de la implicación institucional y la responsabilidad social
La conservación de los embalses no puede entenderse solo como una cuestión técnica o ambiental. Resulta imprescindible la implicación activa de las administraciones públicas en el impulso de políticas de mantenimiento, restauración y protección. Del mismo modo, la colaboración de entidades locales, asociaciones de usuarios y la propia ciudadanía juega un papel clave para garantizar el éxito a largo plazo de cualquier medida que se implemente.
La concienciación social sobre el valor de estos espacios es fundamental. El disfrute responsable del entorno, la prevención de vertidos y basuras, la participación en iniciativas de educación ambiental o la resistencia frente a acciones que puedan dañar la biodiversidad, son solo algunos aspectos que pueden marcar la diferencia en el futuro de los embalses españoles.
Con financiación y compromiso, es posible recuperar y mejorar embalses para convertir los en motores de desarrollo, refugios de biodiversidad y espacios seguros para las personas. La experiencia de Monteagudo demuestra que estos esfuerzos pueden resultar muy efectivos si se realizan de manera coordinada y sostenida. Los ejemplos de la Marina Baixa resaltan los riesgos de la inacción y subrayan la importancia de actuar cuanto antes para evitar la pérdida de estos valiosos recursos hídricos y ecológicos. La protección y gestión adecuada de los embalses es clave para garantizar su funcionalidad en el futuro y proteger la biodiversidad que albergan.