Si bien es verdad que se suele acusar a las industrias o a los agricultores de contaminar el agua, los usuarios particulares también tienen su parte de responsabilidad. A diario, los productos que se utilizan para nuestras tareas cotidianas, como la limpieza del hogar, liberan cantidad de contaminantes en la naturaleza.
Veamos algunos consejos para actuar a nuestro propio nivel con el fin de preservar esta preciosa fuente de vida que es el agua. El primer gesto para no contaminar el agua: tirar los desechos a la basura. Cuántas veces somos testigos, a lo largo del día, de la falta de urbanidad de algunas personas que tiran papeles grasientos y embalajes en cualquier parte.
En la ciudad o en el campo, la mayoría de los desechos que “empapelan” el suelo termina, tarde o temprano, en el agua. Sin hablar de los residuos originados después de un picnic, y que se dejan cerca de algún río, o cerca de un estanque, durante las vacaciones, o con motivo de alguna excursión al campo.
Es más, algunos de estos residuos tarden semanas, y otros hasta siglos, en poder degradarse en la naturaleza. Un papel de un caramelo desaparece al cabo de 5 años, mientras que harán falta 100 años para que un envoltorio de aluminio se degrade totalmente.
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