En los últimos años, las comunidades energéticas han ganado protagonismo en España como fórmula para que grupos de vecinos y pequeños comercios gestionen y compartan su propia energía renovable. Estas iniciativas, respaldadas por ayuntamientos, asociaciones y apoyos institucionales, buscan reducir la dependencia de las grandes compañías eléctricas y democratizar el acceso a la energía limpia, situando a los ciudadanos en el centro del sistema.
Por todo el país se multiplican los proyectos que permiten a particulares y pequeñas empresas beneficiarse de la producción colectiva de electricidad, principalmente mediante la instalación de paneles solares en espacios compartidos. Los participantes acceden a energías limpias, ahorran en su factura y contribuyen a los objetivos de reducción de emisiones. A continuación, repasamos algunos de los proyectos más destacados que están marcando tendencia en la transición hacia un modelo más participativo y sostenible.
Experiencias pioneras en el impulso de comunidades energéticas

Uno de los ejemplos más recientes es el de TEK Zerain, una comunidad energética promovida en Gipuzkoa. La iniciativa ha contado con el impulso de la asociación ZerainLab, el respaldo del ayuntamiento y el apoyo financiero de la Diputación Foral, que ha cubierto el 67% del coste del proyecto a través de una ayuda de cerca de 72.500 euros. Gracias a esta cooperación, un grupo de 27 socios —entre los que se encuentran familias, pymes y una asociación local— pueden acceder a energía solar generada por 125 paneles fotovoltaicos con una potencia total de 70,6 kWp y 22 kWh de almacenamiento, instalados en las cubiertas de dos empresas del municipio.
Esta instalación permite que 24 familias, dos pequeñas empresas y diversas entidades locales reduzcan su dependencia de los combustibles fósiles y logren hasta un 30% de ahorro en su factura eléctrica. Además, se estima que el proyecto evitará la emisión de cerca de 30 toneladas de CO₂ anuales, lo que equivaldría a la capacidad de absorción de más de mil árboles, consolidando así el papel de la comunidad energética como motor de sostenibilidad local.
En Soto del Real (Madrid), la comunidad energética SotoGenera ha puesto en marcha otro modelo de autoconsumo colectivo con la colaboración entre el ayuntamiento y los propios vecinos. Mediante la instalación de un sistema solar fotovoltaico de 100 kW en el polideportivo municipal, el proyecto prevé abastecer de energía colectiva a un centenar de hogares, con un ahorro aproximado del 30% en su factura eléctrica. Además, parte de la producción se reserva para instalaciones públicas y hogares en situación de vulnerabilidad, reforzando el componente social de la iniciativa. SotoGenera se organiza como una asociación sin ánimo de lucro y fomenta la participación, el acceso a deducciones fiscales y la búsqueda de subvenciones para que ningún vecino quede fuera por motivos económicos.
Proyectos municipales y apoyo institucional en el desarrollo de comunidades energéticas
Otras localidades españolas están apostando por modelos similares. Jaraíz de la Vera (Cáceres) destaca por haber impulsado la primera comunidad energética municipal de Extremadura, abasteciendo edificios municipales, alumbrado público y hogares con energía 100% renovable. El proyecto, desarrollado por la compañía Cox Energy, contempla fases de expansión sucesivas y aspira a lograr una reducción de hasta el 60% en la factura eléctrica de los beneficiarios, además de evitar la emisión de decenas de toneladas de CO₂ cada año.
En el ámbito andaluz, el municipio de Fuentes de Andalucía ha completado las infraestructuras necesarias para constituir su propia comunidad energética local. Más de 80 vecinos han manifestado su intención de integrarse en este sistema, que busca abaratar el coste de la energía para las familias, promover la generación de energía renovable local y democratizar la gestión del suministro eléctrico en el municipio.
Gran Canaria también avanza en el impulso de estas iniciativas. En Santa Lucía de Tirajana ya está activa una comunidad energética formada por representantes de empresas, la comunidad educativa y ciudadanos proactivos en materia ambiental. El proyecto cuenta con el respaldo del ayuntamiento y el cabildo insular, que asesoran y facilitan la búsqueda de cubiertas en edificios públicos y privados para instalar paneles solares. El objetivo es lograr una producción descentralizada, alimentar tanto viviendas como locales y combatir la exclusión energética.
Ventajas y retos de las comunidades energéticas
Estos proyectos ofrecen una serie de beneficios directos para los participantes: ahorro económico, acceso a energías limpias, reducción de la huella de carbono y fortalecimiento del tejido social. Además, elementos como la gestión democrática, la inclusión de hogares vulnerables y la posibilidad de acceder a deducciones y ayudas públicas convierten a las comunidades energéticas en una opción viable y atractiva para muchos municipios.
Sin embargo, el crecimiento de este modelo requiere abordar ciertos desafíos, como la necesidad de un marco normativo más claro y estable, la adecuada distribución de la energía generada y la organización interna para garantizar la transparencia y la participación efectiva. La tendencia indica que cada vez más localidades apuestan por soluciones energéticas colectivas y sostenibles, con el respaldo institucional facilitando su implantación.
Las comunidades energéticas se consolidan como una pieza clave para el avance de la transición energética en España, promoviendo la corresponsabilidad ciudadana y el acceso universal a la energía renovable.