El sector de las baterías está viviendo una auténtica revolución con la llegada de nuevas químicas que prometen cambiar la movilidad eléctrica y el almacenamiento de energía. Uno de los actores protagonistas en esta nueva era es el sodio, un elemento que podría suponer una alternativa más sostenible y económica respecto al omnipresente litio.
Frente al encarecimiento del litio y la preocupación por la dependencia geopolítica de su extracción y refinado, diversos fabricantes y centros de investigación centran sus esfuerzos en desarrollar baterías de iones de sodio. Aunque aún queda camino por recorrer para igualar la autonomía y el rendimiento de las baterías de litio, el panorama empieza a cambiar con la aparición de nuevos productos y avances técnicos.
Baterías de sodio: de los scooters al almacenamiento estacionario
En ciudades chinas como Hangzhou, ya se pueden ver scooters eléctricos equipados con baterías de sodio, un material que se puede extraer incluso de la sal marina y que es mucho más abundante que el litio en la Tierra. Estas baterías han comenzado a hacerse un hueco en vehículos de dos ruedas gracias a su bajo precio, recarga rápida y mayor estabilidad en condiciones de frío.
Los fabricantes chinos, como Yadea, han instalado puntos de recarga rápida que permiten reponer el 80% de la batería en apenas 15 minutos, así como estaciones de intercambio donde cambiar baterías vacías por cargadas simplemente escaneando un código QR. Todo ello en un mercado, el de las motos y ciclomotores eléctricos, donde los usuarios valoran especialmente la economía y fiabilidad de las baterías.
La expansión de las baterías de sodio no se limita a la movilidad urbana. Empresas chinas han comenzado a construir grandes centrales de almacenamiento energético para facilitar la integración de renovables en la red eléctrica. Algunos de estos proyectos combinan baterías de litio y de sodio, aprovechando las ventajas combinadas de ambos sistemas para lograr un almacenamiento más flexible y seguro.
Ventajas y limitaciones de las baterías de sodio frente al litio
Una de las grandes ventajas del sodio es su abundancia; se calcula que es unas 400 veces más común que el litio, lo que permite acceder a una materia prima menos sujeta a crisis de suministro y a oscilaciones de precio. Además, las celdas de sodio tienen mayor potencial de sostenibilidad y pueden ayudar a evitar la sobreexplotación minera de ciertos metales críticos necesarios en las baterías de litio, como el cobalto o el níquel.
En cuanto a seguridad, varios expertos apuntan a que las baterías de sodio podrían ser menos propensas a incendiarse, ya que su química es más estable. Esta cualidad cobra especial relevancia tras el incremento de incidentes relacionados con baterías de litio tanto en vehículos eléctricos como en instalaciones de almacenamiento energético.
Sin embargo, no todo son ventajas. La principal desventaja del sodio reside en su menor densidad energética respecto al litio, lo que significa que, a igualdad de peso y tamaño, estas baterías almacenan menos energía. Por ello, su aplicación en vehículos de uso intensivo (como coches eléctricos de larga autonomía) sigue siendo limitada y, de momento, estos modelos se orientan sobre todo a micromovilidad (bicicletas, patinetes, motos) y a aplicaciones estacionarias.
Panorama internacional y estrategia de las empresas
El interés mundial por el sodio ha crecido especialmente desde el vertiginoso aumento del precio del litio en 2021 y 2022, que empujó a la industria a buscar alternativas más baratas y disponibles. En China, el desarrollo de baterías de sodio lleva años avanzando y marcas como CATL han anunciado el inicio de la producción en masa de baterías de sodio para camiones pesados bajo la marca Naxtra.
Otras regiones también se están sumando a la tendencia. En Europa, un grupo de investigadores de la Universidad de Córdoba, junto a la Universidad Nacional de San Luis en Argentina, ha desarrollado una batería de sodio y azufre capaz de superar los 2.000 ciclos de carga y descarga. Este avance, basado en materiales económicos y abundantes, podría ser clave para que Europa reduzca su dependencia tecnológica de China en el sector de las baterías.
En el campo del almacenamiento estacionario, las baterías de sodio resultan especialmente interesantes porque pueden implementarse en grandes centrales para almacenar energía renovable, sin los condicionantes de peso y espacio tan críticos en la automoción.