La calidad del aire en China es un problema de larga data debido a la elevada contaminación atmosférica presente en muchas de sus regiones. Las ciudades chinas, en particular, experimentan niveles de contaminación que superan con creces los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que plantea serias amenazas para la salud pública.
A pesar de los desafíos, China ha estado implementando esfuerzos significativos para abordar este problema. El gobierno chino ha puesto en marcha varias iniciativas para mejorar la calidad del aire, con un enfoque particular en la reducción de emisiones de gases contaminantes, la transición hacia energías renovables y el control del consumo de carbón.
Compromisos de reducción de emisiones
Uno de los objetivos clave del gobierno chino es la reducción de las emisiones contaminantes para mejorar la calidad del aire en sus principales ciudades. Para 2023, el gobierno chino ha asumido el compromiso de reducir las emisiones de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno en un 3% este año. Al mismo tiempo, el país ha ampliado sus esfuerzos para modernizar su matriz energética, buscando fuentes de energía más limpias y sostenibles.
Desde el inicio del XIV Plan Quinquenal en 2021, China ha priorizado la reducción de su dependencia del carbón, una de las principales fuentes de emisiones, mediante la modernización de sus plantas térmicas y la implementación de políticas más estrictas de control sobre la construcción de nuevas centrales eléctricas de carbón. Además, se está fomentando el uso de energías renovables, como parte de un esfuerzo más amplio por cumplir su meta de alcanzar el pico máximo de emisiones antes de 2030 y la neutralidad de carbono para 2060.
Reducción del uso de carbón
La principal fuente de energía en China sigue siendo el carbón, lo que resulta en niveles masivos de emisiones de dióxido de carbono y otros contaminantes atmosféricos. A partir de 2023, el gobierno se propuso reducir drásticamente el uso de carbón como fuente de energía principal, en línea con el compromiso de mantener el consumo de energía por debajo de 5.000 millones de toneladas de carbón estándar anual para el periodo 2016-2020.
Una de las iniciativas más notables en este sentido ha sido la sustitución de fuentes de energía basadas en carbón por energías alternativas. El objetivo del gobierno es reemplazar el uso de carbón en más de tres millones de viviendas por gas natural o electricidad, además de cerrar todos los sistemas de quemado de carbón en ciudades clave. También se ha estado trabajando en la modernización de plantas térmicas, lo que ha permitido una reducción en el consumo de energía por unidad del PIB en un 3,4% durante este año.
El recorte en el consumo de carbón se está acompañando con un notable aumento en la capacidad de energías limpias, sobre todo en los campos de la energía solar y eólica. Según datos recientes, China experimentó un crecimiento récord en la capacidad de generación de electricidad a partir de energías renovables en 2023, con una notable expansión en la instalación de parques eólicos y plantas solares.
Avances en energías renovables
A pesar de su historial como uno de los países más contaminantes del mundo, China se ha convertido también en líder mundial en la generación de energías renovables. Según los informes más recientes, durante la primera mitad de 2023 se instalaron más de 160 GW de nueva capacidad eólica y solar, superando con creces las metas establecidas para ese año.
El país cuenta actualmente con más de 536 millones de kilovatios generados por fuentes solares, 404 millones a partir de energía eólica y 420 millones de hidroeléctricas. Estas cifras reflejan el compromiso por expandir las energías limpias, que ahora cubren el 49,9% de toda la capacidad de generación energética del país. Entre enero y octubre de 2023, la energía procedente de fuentes limpias alcanzó los 2,33 billones de kilovatios por hora, lo que constituye el 31,8% del total de la producción energética de China.
Este crecimiento en energías renovables ha permitido que China pudiera amortiguar parte del impacto de la crisis energética que afectó al país durante las severas sequías de 2022. Además, la electrificación del transporte ha jugado un papel fundamental, con el país liderando a nivel mundial en ventas de vehículos eléctricos, alcanzando un 45% de ventas en junio de 2023.
Retos frente a la descarbonización
A pesar de los avances, China aún enfrenta varios desafíos para cumplir sus metas de descarbonización. A nivel global, sigue siendo el principal emisor de CO2, responsable del 30% de las emisiones globales. El carbón sigue siendo el combustible dominante, representando el 60% de la generación eléctrica total en 2021, aunque esta cifra ha ido disminuyendo progresivamente gracias al auge de las energías renovables.
Uno de los aspectos más complejos es la modernización de la infraestructura existente. Aunque el país ha aumentado significativamente el uso de energías eólicas y solares, las redes eléctricas a menudo se ven sobrecargadas, lo que complica el aprovechamiento total de la energía limpia producida. A esto se suman los acuerdos locales para la construcción de nuevas plantas de carbón, lo que ha generado preocupación sobre el retraso en la transición hacia un sistema completamente libre de emisiones de carbono.
A nivel mundial, los analistas subrayan que si China continúa con el rápido despliegue de energías limpias, es posible que su nivel máximo de emisiones de carbono ya haya sido alcanzado en 2023. Sin embargo, la incertidumbre sobre el uso a largo plazo de su extensa flota de plantas de carbón hace que el proceso de descarbonización del país aún presente riesgos importantes.
China ha implementado políticas ambiciosas para reducir su dependencia del carbón y liderar el mundo en generación de energías renovables. Si bien los desafíos persisten, la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono avanza rápidamente, lo que permite augurar progresos importantes en su lucha contra el cambio climático.